Donald Trump es la garantía de la democracia
Cuanto más conocemos los detalles del fraude electoral que cometieron los demócratas en 2020 y ahora también en las elecciones midterm de 2022, con la ayuda y complicidad del establishment empresarial, del Partido Republicano, y los medios de comunicación progres, y de cómo están manejando a un senil Joe Biden, más seguros estamos de que Donald Trump y su movimiento MAGA representan la gran resistencia democrática a la tiranía de la izquierda y la burocracia globalista. No es extraño, pues, que el establishment mediático, político y empresarial esté aterrorizado ante el regreso de Trump a la Casa Blanca, ya confirmado, y trate de dividir el voto conservador aupando a candidatos, como Ron DeSantis, que más adelante hundirán también cuando ya no les sean útiles. Las victorias de sus candidatos republicanos MAGA respaldados, los que han triunfado a pesar de los fraudes que han sufrido, y que ahora tienen una amplia presencia en el Congreso, la mayoría de las gobernaturas y legislaturas estatales, han sido el preámbulo de ese regreso triunfal de Trump.
Aunque los demócratas siguen intentando pararlo mediante el uso del sistema de justicia de forma totalmente partidista y sin base alguna, ayudados por los medios que han lanzado una campaña para dividir al Partido Republicano, Donald Trump vuelve a ser el candidato presidencial republicano en 2024 con más probabilidades de ganar. Hoy por hoy no hay nadie en el partido que le haga sombra ni esté en condiciones de disputarle seriamente el liderazgo. Trump domina con mucha ventaja todas las encuestas de opinión internas del partido y entre los votantes como el gran favorito. Es más, sus opciones de derrotar a un Joe Biden con la capacidad cognitiva seriamente dañada o a cualquier otro candidato que elija el Partido Demócrata y la elite que lo controla, aumentan conforme pasa el tiempo y la gente contempla y siente el desastre de las políticas socialistas y cómo Trump es el único que las combate abiertamente.
La muy probable victoria de Trump en las elecciones de 2024, siempre que sean limpias y sin trampas (algo que está por ver), será la prueba evidente de que él ha sido el gran revulsivo de la democracia estadounidense, ahora seriamente dañada por las irregularidades y fraudes de los demócratas, que han convertido las elecciones en un circo dirigido por payasos, como bien ha declarado Kari Lake, la candidata republicana a gobernadora de Arizona a la que robaron las elecciones con un fraude escandaloso.
Lo que estamos viendo día sí y día también en las noticias sobre Trump, ya sea la histeria del comité del 6 de enero, la redada anticonstitucional en Mar-a-Lago en busca de archivos ya desclasificados sin mayor relevancia, las demandas que se presentan por fiscales movidos por los intereses demócratas, o el intento de enfrentarlo con Ron DeSantis, es el miedo de ese establishment implicado en el fraude y su ocultación, que ven en su regreso una amenaza a su poder, sus chiringuitos y a ellos mismos.
Por tal razón y por la necesidad de eliminar a esos burócratas e individuos vendidos a otros intereses que no son la democracia, y que están en el aparato del estado, en el Partido Demócrata, en los medios de comunicación y en las grandes corporaciones, Donald Trump es la gran esperanza de la democracia estadounidense y, en gran medida, de las libertades en todo el mundo, en tanto que Estados Unidos condiciona la política internacional. Por eso su nueva candidatura a la presidencia es un grito de esperanza en el futuro de este país.
En estos dos últimos años hemos comprobado cómo esas elites corruptas que ahora controlan la Casa Banca han perseguido a Trump y quienes lo apoyamos de todas las formas imaginables: desprestigio mediático, censura, demandas infundadas ante la justicia, acusaciones de colusión con Rusia (demostradas falsas), de acoso sexual (probadas falsas), de insurrección (probado falso) y, en fin, de casi cualquier cosa que se les pueda ocurrir. Todo ello apoyado con violentas manifestaciones en las calles orquestadas por la izquierda demócrata y pataletas mediáticas de quienes se venden por 30 monedas de plata.
Para cualquiera que no esté ciego por la ideología socialista y que no esté comprado por intereses económicos o globalistas, es evidente que Trump ha sido y es la garantía última para salvar la democracia en Estados Unidos. ¿Es esto exagerado? En modo alguno. Veamos cómo le va a la «democracia» bajo el régimen de Joe Biden: hace unas semanas, Biden pronunció un impresentable discurso en el que declaró que las personas que no votan por él y su partido son enemigos del estado. El FBI está realizando redadas anticonstitucionales con los SWAT contra manifestantes y seguidores conservadores de Trump. El Departamento de Justicia de Biden y los fiscales de izquierda a su servicio prosiguen su caza de brujas contra Trump con cualquier excusa, aunque no haya nada real. Las redes sociales y los principales medios de comunicación, controlados por los progres, ayudaron y ayudan activamente a Biden y a los demócratas a ocultar sus escándalos con la supresión de información auténtica, como la implicación de Hunter y la familia Biden en casos de corrupción, y de otros cargos del Partido Demócrata financiados por intereses extranjeros, como por ejemplo, el Partido Comunista de China. Las elecciones midterm han sido trampeadas en algunas carreras disputadas en estados decisivos como Michigan, Pennsylvania, Arizona, Nevada, Nueva York…
Los medios progres, serviles con los demócratas, acuden al rescate de un Partido Demócrata corrupto para tildar de “negador de las elecciones” a cualquiera que se atreva a levantar la voz y decir la verdad. Pero, el fraude se ha demostrado y lo sabe ya todo el mundo en Estados Unidos. Los medios lo ocultan, al igual que ocultan que nadie ha sido responsabilizado por la falsedad de la colusión rusa con la que persiguieron a Trump durante su presidencia.
De modo que llegados a este punto, cuando Donald Trump gane de nuevo por tercera vez en 2024, lo hará a pesar de años de esfuerzos de sus enemigos por destruirlo y socavar la democracia. Ni siquiera hay debate posible acerca de ello. Son evidencias contundentes: su campaña presidencial y su presidencia fueron espiadas e infiltradas. Fue expulsado de las redes sociales cuando aún era presidente en funciones. Ahora, el fiscal general del ilegítimo Biden está bajo presión para perseguir a Trump y encarcelarlo o ponerlo fuera de escena. Los medios han intensificado la campaña anti Trump para enterrarlo políticamente antes de tiempo. Y todo eso lo hacen para proteger su “democracia”, que ya no tiene nada que ver con dejar que el pueblo elija libremente a sus propios líderes, sino con salvaguardar a una elite cada vez más tiránica que desea impone una agenda izquierdista global.
La presencia de los republicanos defensores de America First en el Congreso y las gobernaturas, y la victoria que ello representa para Trump, han puesto los puntos sobre las íes a esos burócratas y ese establishment corrupto que trabajan en su contra. Sus acusaciones se desinflan rápidamente y están abocados a perder. Trump es ahora un héroe de la democracia para millones de ciudadanos decentes, que entienden que estamos en una lucha por la libertad contra los tiranos de izquierda que va más allá de la política.
Trump y el movimiento MAGA son la auténtica garantía para la democracia estadounidense. Si hay alguna esperanza para recuperar y salvar Estados Unidos, y buena parte de Occidente, de la tiranía socialista, es recuperar a Trump y elegirlo como presidente de un gobierno verdaderamente constitucional una vez más.