La crónica de la presidencia de Trump
Donald J. Trump ya mira hacia el futuro, preparándose para las importantes citas electorales de 2022 y 2024, pero no descuida el presente y el pasado. Por esta razón, está ultimando una serie de entrevistas con escritores que preparan libros sobre su primer mandato presidencial en la Casa Blanca.
El presidente considera importante cuidar todos los detalles para que esta crónica de sus primeros cuatro años en el Despacho Oval sea fiel a la realidad. Alrededor de una decena de escritores y periodistas se aprestan a preguntar a Trump sobre los temas más importantes. Entre los reporteros que lo van a entrevistar se encuentran varios reporteros que cubrieron su presidencia y campaña de reelección: Jeremy Peters y Maggie Haberman del The New York Times y el corresponsal de ABC en la Casa Blanca, Jon Karl; Michael Bender de The Wall Street Journal, Philip Rucker y Carol Leonnig de The Washington Post, entre otros.
Aliados leales de Trump también están trabajando en libros sobre él, incluidos los ex secretarios de prensa Sean Spicer y Sarah Huckabee Sanders, los asistentes de campaña David Bossie y Corey Lewandowski, la ex consejera de la Casa Blanca Kellyanne Conway y el hijo mayor Donald Trump Jr.
Algunos de los periodistas escribirán secuelas de libros que escribieron sobre la Administración Trump mientras estaba en la Casa Blanca, como Michael Wolff, autor de «Fuego y furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump» que también entrevistará al presidente. Está previsto que el asesor de Trump, Jason Miller, y su portavoz, Margo Martin, supervisen estas entrevistas, que se llevarán a cabo en el transcurso de las próximas seis semanas.
El interés periodístico por Trump es enorme, así como la demanda del público lector, que ya está solicitando este tipo de libros. De modo que se preparan casi tres decenas de libros sobre el presidente Trump, que verán la luz a lo largo de los próximos meses y años.
Aparte de ofrecer una crónica detallada de su primera presidencia, la participación de Trump en estos libros permitirá mantener su nombre en la narrativa política y mediática con la especulación sobre la probable carrera en las elecciones presidenciales de 2024. De la enorme atención que suscita Trump da cuenta, por ejemplo, el éxito del libro “Rage” de Bob Woodward de The Washington Post, el año pasado, que fue uno de los más vendidos, y con quien mantuvo una larga entrevista.
¿Qué nos dice todo esto acerca de Trump? La respuesta es clara: el movimiento MAGA que lidera Trump ha llegado para quedarse y se extenderá mucho más allá del propio Trump. Con él dentro o fuera del Despacho Oval, el trumpismo está aquí para quedarse. Y ésa es una muy buena noticia porque representa una revolución conservadora que estaba pendiente de liderazgo desde la que protagonizó Ronald Reagan en la década de los 80.
Trump es una figura única en la política actual. Su picardía y desparpajo mezclados con las políticas de “America First” han atraído a los votantes que se sentían desencantados siempre por políticos irrelevantes y que no cumplían sus promesas. Trump es el líder que tocó los corazones y las mentes de la gente. Cumplió sus promesas y eso se traduce en la lealtad de sus votantes. El presidente ha sabido llegar a una amplia y nutrida franja de población cuya voz había sido aplastada y silenciada por el establishment político y mediático. El mismo que sigue intentando encubrir el fraude electoral e invisibilizar a los conservadores mediante una censura brutal. Trump se ha convertido en la estrella que guía a millones de personas que ya no creen en los políticos, pero sí creen en Trump porque fue y es un luchador por los estadounidenses, soportando los ataques interminables e injustos y los insultos de un Partido Demócrata y unos medios decididos a desprestigiar, mentir, manipular y retorcer la realidad para inventar una narrativa falsa sobre Trump.
Sin embargo, han fracasado. A pesar del fraude electoral y de tener a una marioneta enferma en la Casa Blanca, como Biden, y a una lagarta como Harris, que no tiene dos dedos de frente, el trumpismo sobrevivirá a Donald Trump. Y lo va a hacer porque es algo más que Trump, es un movimiento formado por millones de estadounidenses que no se sentían representados por unos políticos cada vez más alejados de la realidad de los ciudadanos y centrados en su propio poder.
Los ciudadanos que apoyan sus políticas MAGA, como la seguridad fronteriza, una defensa nacional fuerte que no se involucre en conflictos innecesarios y acuerdos comerciales que beneficien a los trabajadores manufactureros e industriales estadounidenses, por nombrar sólo algunos, conforman la esencia de este país y son mayoría. Trump sabe todo esto, por supuesto; incluso mencionó el “trumpismo” en su discurso en la Conferencia de Acción Política Conservadora en Orlando, Florida, el mes pasado cuando declaró:
“Mucha gente se ha preguntado qué es el trumpismo, un término nuevo que se usa cada vez más. Lo escucho cada vez más. Lo que significa son grandes acuerdos comerciales, puestos de trabajo, impuestos bajos y menos regulaciones que eliminan empleo. Significa fronteras fuertes y personas que vienen a nuestro país en base a un sistema de méritos”. “Significa que no habrá disturbios en las calles. Significa hacer cumplir la ley. Significa una protección muy fuerte para la Segunda Enmienda y el derecho a poseer y portar armas».
El trumpismo da la batalla cultural a las desastrosas políticas de izquierda que destruyen la sociedad y el país, y también enfrenta con valor a esos medios que lo han tratado y lo tratan como basura.
Hoy vemos más claro que nunca que el trumpismo está lejos de terminar. Ya sea Trump el candidato a las elecciones presidenciales de 2024, o lo sea el gobernador de Florida Ron DeSantis o la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, o cualquier otro, es evidente que los votantes republicanos buscan construir el futuro sobre el legado de Donald Trump. No podemos extrañarnos en absoluto que en la encuesta presidencial sobre 2024 en la CPAC, el 95% de los asistentes dijera que el Partido Republicano debería continuar por el camino de la agenda de Trump.
Puede que Trump esté o no esté en la Casa Blanca, pero no se equivoquen, el trumpismo ha llegado para quedarse. Los conservadores auténticos desean líderes que enfrenten las tonterías de los progresistas y se esfuercen por preservar la libertad estadounidense de una manera honesta y patriótica.
La crónica de la primera presidencia de Trump seguirá de actualidad durante mucho tiempo. Todos sabemos que los demócratas y los medios afines están tratando de borrar sus logros. Joe Biden ni siquiera se atreve a reconocer a Trump por su éxito en la producción de las vacunas que están permitiendo al país y al mundo superar la pandemia de coronavirus. Pero a pesar de todos ellos, los éxitos de Trump perdurarán, porque lo que hizo simplemente funcionó y no se va a olvidar. Esta crónica incluye éxitos en una larga serie de temas. Sirvan como ejemplos algunos:
1. Pobreza negra. Trump redujo el desempleo y la pobreza de los negros a sus niveles más bajos en la historia registrada. No lo hizo redistribuyendo la riqueza, sino haciendo hincapié en el crecimiento económico para todos los estadounidenses, especialmente en la industria. Lanzó las Zonas de Oportunidad que recompensaban la inversión en las comunidades negras y aplicaban las leyes de inmigración, lo que ayudó a los afroamericanos a competir por empleos y salarios más altos. Mientras persistan la pobreza y la desigualdad, Trump mostró el verdadero camino hacia el progreso.
2. Paz en Oriente Medio. Trump descartó el consenso de Washington que afirmaba que la paz dependía de la condición de Estado palestino y de las concesiones israelíes. En cambio, hizo compromisos claros con Israel – la embajada en Jerusalén, la soberanía sobre los Altos del Golán – y se enfrentó al régimen terrorista de Irán. El resultado: un florecimiento de acuerdos de paz entre Israel y muchos estados árabes y musulmanes. Al mismo tiempo, Trump pudo retirar la mayoría de las tropas estadounidenses de Siria y Afganistán.
3. China. Si bien China sigue siendo una creciente amenaza económica y militar, la opinión predominante en Washington y Wall Street había sido que Estados Unidos ya era demasiado dependiente de China para contraatacar. Trump demostró que eso no era en absoluto cierto: sus aranceles apenas afectaron la economía de Estados Unidos, pero tuvieron un gran impacto en la economía china antes de la pandemia del coronavirus. También redujo el peligro de conflicto con Corea del Norte, que China había utilizado durante décadas como representante para amenazar a Estados Unidos.
4. Inmigración. Los estadounidenses han favorecido durante mucho tiempo un compromiso que incluye una solución humana para quienes viven aquí ilegalmente, si, y sólo si, la frontera es segura contra la futura inmigración ilegal. Trump lo hizo posible construyendo el muro, reemplazando viejas barreras a lo largo de cientos de millas y comenzando a expandirse hacia áreas de la frontera que antes estaban abiertas. El enfoque de Biden, abandonar el muro y fomentar la migración, ha creado una nueva crisis fronteriza brutal que ahora está en auge. Sólo el enfoque de Trump puede funcionar.
5. Cambio climático. Trump redujo las emisiones de gases de efecto invernadero de Estados Unidos al mismo tiempo que hizo crecer la economía estadounidense, incluso después de salir del Acuerdo Climático de París. Su apoyo al fracking ayudó a Estados Unidos a convertirse en el proveedor número uno de petróleo en el mundo, logrando la independencia energética que parecía imposible hace sólo 20 años. La decisión de Biden de cancelar el oleoducto Keystone XL, por el contrario, ha eliminado cientos de puestos de trabajo y forzará a medios más derrochadores para transportar las arenas petrolíferas de Canadá a Estados Unidos. También se ha ganado una demanda de 21 estados por revocar el permiso del oleoducto, liderados por los fiscales generales de Texas y Montana, argumentando que Biden excedió su autoridad cuando emitió su orden ejecutiva el 20 de enero.
6. Manufactura. La fabricación estadounidense se recuperó bajo la presidencia de Trump. Bajó los impuestos corporativos para hacer más atractiva la producción en Estados Unidos; creó el nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA) para reemplazar el TLCAN, que había enviado miles de empleos al sur de la frontera; y era un defensor implacable de los trabajos estadounidenses. Si bien los presidentes republicanos anteriores habían sido cautelosos a la hora de decirle a las empresas estadounidenses dónde fabricar sus productos, Trump restauró el sentido del deber hacia los trabajadores estadounidenses.
7. Vacunas. Ningún país gestionó el coronavirus a la perfección, pero Trump mostró una previsión y creatividad únicas al enfatizar el desarrollo de una vacuna y tratamientos efectivos. Muchos expertos y medios asumieron que faltaban años para una vacuna, pero Trump redujo la burocracia y se aseguró de que el gobierno de Estados Unidos invirtiera todo lo necesario en varias opciones diferentes. El resultado lo vemos hoy: Estados Unidos está muy por delante de Europa, ha vacunado a más de 100 millones de estadounidenses y se produce un regreso a la normalidad. Es mérito de Trump, no de Biden.
La crónica de la presidencia de Trump incluye capítulos conflictivos que los medios se han dedicado a manipular a lo grande:
1. Relaciones raciales. Trump no creó divisiones raciales de Estados Unidos, ni alentó ningún tipo de racismo. Sus intentos de llegar a acuerdos a menudo se vieron socavados por la narrativa falsa de los medios. De hecho, ganó más apoyo minoritario en las elecciones de 2020 que cualquier candidato republicano en 60 años. Pero los oponentes y críticos de Trump fabricaron engaños para describirlo como racista y utilizaron los movimientos terroristas urbanos Black Lives Matter y Antifa para convertir las tensiones raciales en violencia.
2. Elecciones. Trump ganó las elecciones de 2020, pero el fraude electoral demócrata se abrió paso gracias a que éstos cambiaron las reglas de votación a mitad de la carrera en estados clave. En muchos casos, contaron con el apoyo de los republicanos, que capitularon ante los grupos de presión de izquierda. El sistema de votación de Estados Unidos sigue siendo un desastre porque ninguno de los partidos tiene interés en arreglarlo. Trump es el único que quiere arreglar el sistema para que sea justo, confiable y transparente. El establishment político y mediático está muy cómodo en su pantano de corrupción.
3. Sesgo de los medios. Hemos comprobado que la naturaleza de los principales medios de comunicación, incluido Internet, es un enorme desafío para la democracia estadounidense. Desafortunadamente, cuanto más Trump luchaba contra el sesgo de los medios, mayor era la campaña negativa en contra del presidente con noticias manipuladas o falsas. Los gigantes tecnológicos y los grandes medios de comunicación participaron alegremente del fraude electoral y la censura posterior, de hecho, siguen encubriéndolo. Son cómplices.
Estos problemas persistentes harán que sea más difícil defender y conservar el legado de Trump. Pero no importa lo que hagan Biden o la marioneta de turno que ponga el establishment, si es que logran poner otra, la historia finalmente reconocerá las mejoras y éxitos de las políticas de Trump, que pasa por conocer la crónica real de su presidencia y sus primeros cuatro años en la Casa Blanca.