Influencer del sector editorial y cultural
Uno de los aspectos más enriquecedores de mi actividad como escritor y articulista ha sido el hecho de convertirme, sin pretenderlo en realidad, en un influencer en el sector editorial y cultural. Además, y esto es lo que más me satisface, un influencer indeseado por buena parte del gremio, ya sea editorial, de escritores o comentaristas literarios y culturales. Y es que mola un huevo eso de ser un influencer que nada a contracorriente de la opinión mayoritaria que se amolda a lo políticamente correcto y a la idiotez que se extiende sin cesar por estos sectores, al igual que por la sociedad. Todo bien consentido y potenciado por unos medios adoctrinadores en la detestable ideología de género.
Actualmente, el sector editorial en español tiene algunos referentes en el entorno de las redes sociales y los blogs. Los que apoyan los grandes medios y miman las editoriales se han convertido en una extensión de sus departamentos de marketing y no son creíbles. Los independientes son tan sectarios y progres que ponen enfermo a cualquiera con un poco de inteligencia y sentido común. ¿Quiénes quedamos fuera de ese círculo ideológico marcadamente progresista y manipulador de la información? Cuatro gatos y yo. Si quitan a los cuatro gatos que no suelen tuitear ni comentar (sólo maúllan), ya saben lo que hay. Ahora que escritores del establishment literario huyen de las redes sociales escaldados o ni se atreven a opinar en sus blogs personales por miedo a perder sus poltronas, queda un servidor como influencer activo e independiente en internet en las filas conservadoras. Que es lo mismo que decir con sentido común y una adecuada pluralidad y objetividad.
No importa que los grandes medios y otros influencers de medio pelo me saboteen sin hacer referencia o sólo para criticar como los haters rabiosos que son. Lo importante es que miles de lectores siguen mis opiniones, consejos y recomendaciones. Ser un influencer en el sector editorial y cultural tiene sus responsabilidades y ventajas. Personalmente, disfruto esto de ser un influencer cultural (una persona influyente en este tinglado), que sintoniza con millones de personas que no están de acuerdo con que les impongan una cultura degradada, sin calidad y cada día peor. De manera que seguiré siendo su voz. Su influencer de cabecera.