Trump resurge
La última semana no ha sido fácil para el presidente Trump. A la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, la posterior crisis económica resultado de la anterior, y los habituales ataques de los medios y la prensa, hemos visto cómo el resentido John Bolton, lleno de ira por su despido de la Administración, ha publicado un libro poniendo verde al presidente sin argumentos sólidos detrás, y el auge de los ataques de los ANTIFA y grupos de ultraizquierda contra estatuas de figuras históricas, amparados por el Partido Demócrata y los medios con impunidad.
El pasado sábado vimos el resurgir del presidente Trump durante su rally electoral en Tulsa, Oklahoma, con casi 19.000 ciudadanos de toda condición en el estadio y 6.700.000 personas conectadas on line para ver la reaparición de Trump en la carrera electoral. El primer mensaje fue directo a su enemigo en las urnas:
«Joe Biden guarda silencio en su sótano ante este asalto a los valores de esta nación», exclamó el presidente, capaz de movilizar a miles de personas mientras Biden sólo logró reunir a 20 simpatizantes en su mitin del miércoles pasado.
Trump agradeció a sus votantes la lealtad y el apoyo: «Ustedes son guerreros», les dijo a quienes desafiaron todos los ataques de la prensa y los temores de COVID-19 y una multitud de manifestantes en círculo que trataban de torpedear el rally en el el Centro BOK.
Con este mitin electoral, Trump recuperó las esencias de sus mejores tiempos y se postuló como el luchador nato que es, dispuesto a pelear la reelección contra todos con la ayuda de la mayoría silenciosa de los ciudadanos americanos. Sus palabras han sido certeras:
«Me presento ante ustedes hoy para declarar que la mayoría silenciosa es más fuerte que nunca».
Trump ha apostado por la estrategia de dejar que los ciudadanos vean el daño que la izquierda del Partido Demócrata puede hacer a Estados Unidos. Su actitud de ver los acontecimientos desde la distancia: los disturbios, los derribos de estatuas de Thomas Jefferson, Cristóbal Colón y George Washington, entre otras, y el odio y la manipulación crecientes en los medios progresistas, está dando buenos resultados y le granjea cada día más apoyos. Y eso le dará millones de votos decisivos para ganar la reelección en noviembre. Lo expresó así en el mitin de Oklahoma:
«Deja que esto hierva … deja que la gente vea lo que los demócratas izquierdistas radicales le harán a nuestro país». Ya lo estamos viendo.
Trump apuntilló certero: «La mafia desquiciada de la izquierda está tratando de profanar nuestra historia, profanar nuestros monumentos, derribar nuestras estatuas y castigar, cancelar y perseguir a cualquiera que no se ajuste a sus demandas de control absoluto y total. ¡No nos vamos a conformar! Es por eso que estamos aquí. Quieren demoler nuestra herencia para poder imponer su propio régimen cruel y opresivo en su lugar… ¡Esta gente está loca!».
Es exactamente lo que están haciendo y los vamos a hacer frente hasta derrotarlos.
Es el mejor diagnóstico que se ha hecho de la situación actual. Trump se pone del lado correcto de la Historia al expresar que: «Defenderemos la privacidad, el pensamiento libre, la libertad de expresión, la libertad religiosa y el derecho a mantener y portar armas”. Su pensamiento queda nítido al añadir:
“Los republicanos son el partido de la libertad, la igualdad y la justicia para todos. ¡Somos el partido de Abraham Lincoln y el partido de la ley el orden!”
Son mensajes directos y claros, verdaderos y honestos. Todo el mundo sabe que es verdad y los medios de izquierdas, que son casi todos, no pueden alterar eso, de ahí que ni siquiera mencionen las palabras del presidente.
Trump no ha dejado a su rival demócrata irse de rositas:
«Prácticamente todas las políticas que han perjudicado a los afroamericanos durante medio siglo, las ha apoyado o promulgado Joe Biden. Biden siempre cederá a la izquierda radical. Siempre se inclinará ante la multitud enojada y nunca te protegerá a ti ni a tu familia. Biden es un títere de China que ha permitido estafar a EE. UU durante muchos años». Algo que es así y que todos sabemos en este país.
Los medios no difunden las buenas noticias, pero ya lo hace el presidente con gracia y salero: «Hace dos semanas, llegaron los números de trabajo. El número más grande en la historia de nuestro país. La semana pasada, llegaron los números de ventas minoristas, el número más grande en la historia de nuestro país». Y la prensa y los demócratas se tienen que tragar sus propias palabras de desprecio y negativismo.
Cuando el presidente afirma que lo mejor está por venir, los ciudadanos sabemos que no es un simple eslogan, sino que será una realidad de noticias positivas de la mano de las políticas de Trump, como lo ha sido estos casi cuatro años de presidencia.
El presidente Trump ha revertido una semana difícil y ha resurgido como el Ave Fénix, y ya nadie le va a parar. Los mítines electorales se sucederán y la campaña se pondrá al rojo vivo. El espíritu combativo de Trump está vivo, ha pasado a la ofensiva y se asemeja a la propia nación, que trata de recuperarse de la pandemia del coronavirus y sus secuelas económicas.
Hoy más que nunca, un futuro de prosperidad para el país y para todos está en manos de la mayoría silenciosa, la reelección de Trump reside en aquellos que lo votaremos en noviembre para seguir haciendo América grande otra vez.