La hoja de ruta de Trump
Es tiempo para centrar nuestra atención en los temas importantes que afectan a la sociedad estadounidense y a Estados Unidos, y ofrecer soluciones desde una perspectiva optimista y positiva. Donald Trump ha marcado con nitidez la hoja de ruta para los conservadores no sólo en este país, sino en todo el mundo.
Lo primero de todo, un mensaje central: si hacemos nuestro trabajo de aquí a las próximas elecciones midterm, y nos mantenemos unidos, sin concesiones a los demócratas de ultra izquierda, en 2022 veremos cómo una sana ola conservadora recorre todo Estados Unidos y celebraremos la elección de una mayoría republicana en la Cámara de Representantes y en el Senado. A todos los efectos, la Administración Biden estará acabada y con los días contados. Tras las crisis que esta pandilla de descerebrados del Partido Demócrata actual han provocado en menos de un año, está derrumbándose ya ante nuestros ojos como un castillo de naipes.
Lo que vimos el pasado 2 de noviembre en Virginia, New Jersey, Florida y Ohio, entre otros lugares, será el comienzo de un nuevo amanecer conservador del que Ronald Reagan estaría orgulloso. En estas semanas ha quedado en evidencia que Joe Biden, Nancy Pelosi y todo el Partido Demócrata se encaminan hacia un colapso político de proporciones sin precedentes. Se lo han buscado ellos solos con su giro ideológico radical hacia el progresismo de ultra izquierda.
Trump hace un llamamiento para que los republicanos se mantengan unidos, con el fin de vencerlos en cualquier ciudad y estado, ya sea de tendencia conservadora o progresista, grande o pequeño, urbano o rural. Trump busca ganar porque su deseo es salvar nuestro país. Para ello, necesitamos luchar ferozmente por los intereses económicos de los trabajadores estadounidenses, defender con valentía los intereses sociales de las familias estadounidenses, y defender con orgullo los valores culturales estadounidenses, nuestra fe cristiana y un patriotismo unificador y no diviso. Hemos sido capaces de hacerlo en el pasado y lo volveremos a hacer de nuevo. El camino es la agenda política America First, que está aquí para quedarse, aunque a algunos les fastidie mucho, y no sólo es la mejor manera de ganar en las urnas, sino también la única manera de ganar a esas hordas de progresistas radicales que se han apoderado del Partido Demócrata, y del que se distancian algunos de sus miembros, como la ex congresista y ex candidata en las primarias presidenciales, Tulsie Gabbard. O el representante estatal de Texas Ryan Guillén. Y no son los únicos que sienten náuseas ante el actual estado de ese partido a la deriva.
Hay otra realidad que los conservadores deben asimilar. El viejo Partido Republicano se ha ido para siempre. Los días de guerras interminables en el extranjero, apoyar la construcción de naciones desagradecidas que no tienen tradición democrática, de políticas de inmigración tolerantes que llenan el país de ilegales y criminales sin control, de malos acuerdos comerciales que perjudican a Estados Unidos y de entregar nuestra cultura a los fanáticos de izquierda, también han terminado. ¡Y no volverán!
Trump ha convertido al Partido Republicano en el partido de los trabajadores, de los que defendemos ser duros contra el crimen, fuertes en la defensa de fronteras seguras, líderes en el comercio internacional, defensores de los impuestos bajos para empresas y ciudadanos, orgullosos de nuestra herencia cultural, histórica y de nuestros valores cristianos y estadounidenses.
Trump marca un nuevo tiempo al defender los trabajos y salarios de nuestros ciudadanos, al proteger los hogares y mantener a las comunidades seguras, y al combatir sin descanso a los fanáticos de la cultura “woke” (despierta) y de la teoría crítica de la raza, que todo lo infecta con su diarrea mental.
El espíritu de lucha de Trump marca una lección fundamental para el Partido Republicano: frente a unas posiciones políticas de peligrosa extrema izquierda, incompetentes, censoras y desdeñosas, no debemos conceder a los demócratas radicales ni un solo voto. Hoy ya sabemos que el Partido Demócrata ha declarado la guerra a la policía, a la energía estadounidense, al empleo, al trabajo, a los derechos de los padres, a la cultura tradicional estadounidense, al sentido común, a las elecciones justas y transparentes, a las fronteras seguras, a la Segunda Enmienda, a la libertad de expresión, e incluso a nuestra historia y a iconos como Thomas Jefferson, George Washington, Abraham Lincoln, la bandera y el himno nacional.
Hoy ya sabemos que son los marxistas y socialistas de izquierda radical los que son divisivos e intolerantes. El Partido Republicano que defiende Trump es quien defiende realmente a los ciudadanos de estas agresiones y el que derrotará al Partido Demócrata uniendo al país en torno a la agenda MAGA, que es la más inclusiva del mundo.
La hoja de ruta de Trump es muy clara: no sólo apunta a la victoria, sino también a usar el poder que los ciudadanos nos concedan, porque en última instancia se trata de usar ese poder para establecer una agenda verdaderamente conservadora y soluciones a los desafíos que se plantean. Así, el Partido Republicano debería solucionar la crisis fronteriza creada por Biden y Harris deteniendo la política de capturar y liberar, el fraude del asilo, y restaurar el programa de permanencia en México, permitir que ICE y la Patrulla Fronteriza hagan su trabajo y terminen el muro, y terminar con la política de traslados gratis y pagos a los inmigrantes.
Las oportunidades que se abren para una nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes son magníficas: deberá aprobar un plan para hacer que China pague los billones de dólares por su responsabilidad en la difusión del coronavirus; deberá aprobar nuevos aranceles a aquellos países que abusan de Estados Unidos en el comercio exterior para reafirmar y asegurar nuestras cadenas de suministro; deberá insistir en que se les enseñe a los niños que el sexo biológico se determina al nacer: hay hombres y hay mujeres, todo lo demás son idioteces progres sin base científica; deberá cortar todas las subvenciones del Departamento de Justicia a los fiscales locales que se niegan a enjuiciar a los ladrones de tiendas y otros delincuentes, pero que están dispuestos a gastar millones de dólares para enjuiciar a los republicanos que encabezan las encuestas y a hacer la vista gorda ante las evidencias demoledoras de fraude electoral en 2020; deberá prohibir la demencial teoría crítica de la raza que divide a la gente; deberá salvar los suburbios de las ciudades de la agenda de viviendas inspirada en la CRT de Biden; deberá obligar al Departamento del Interior a construir el Jardín Nacional de los Héroes Americanos que Trump anunció en su histórico discurso en Mount Rushmore; deberá evitar que todos los dólares de los contribuyentes federales vayan a monopolios de empresas tecnológicas; deberá prohibir subvenciones a cualquier organización o individuos que alienten, difundan o amparen teorías socialistas o promuevan el aborto; deberá proteger nuestra cultura e historia y nuestros valores cristianos con políticas y leyes que impidan ataques de la izquierda.
El ejemplo a seguir en la práctica del poder otorgado por el pueblo lo vemos en la propuesta del Partido Republicano de la Cámara al presentar una Declaración de Derechos de los Padres, que debería incluir el derecho de cualquier padre a optar fuera del adoctrinamiento y enviar a su hijo a la escuela pública, privada, autónoma o religiosa de su elección. Son este tipo de acciones audaces que los republicanos de la Cámara de Representantes deberían llevar a cabo en cuanto logremos la mayoría y el control.
Todo esto es importante, pero nada de eso importará si no hacemos una cosa esencial: aprobar una revisión integral de la seguridad electoral que incluya identificación con foto en todo el país, protección de la cadena de custodia, verificación de firmas, confirmación de ciudadanía y, lo que es más importante, garantizar que cada elección pueda ser completa y rápidamente auditada, así como conseguir que las elecciones sean transparentes, justas e íntegras.
Trump y los que apoyamos la agenda conservadora somos los que intentamos salvar la democracia estadounidense de la amenaza real de la izquierda socialista, que la está socavando gravemente, junto con los derechos civiles de los ciudadanos con la excusa de las restricciones por el virus chino. Somos los que hacemos frente al Partido Demócrata y políticas de fronteras abiertas, desfinanciamiento de la policía, destrucción de la Segunda Enmienda y de la independencia energética, de la no identificación de los votantes, de los impuestos altos y el crimen desenfrenado. Los conservadores somos muchos más que ellos, que lo único en lo que son buenos los progres es en manipular, hacer trampa y robar elecciones.
Trump y el movimiento MAGA no iniciaron la guerra cultural, pero tengan por seguro que la vamos a ganar.
Las amenazas sobre la democracia estadounidense y el progreso real de Estados Unidos proceden directamente de la Administración Biden, tal y como nos recuerda Trump un día sí y otro también para que no lo olvidemos. Así, nunca antes una mayoría política en el Congreso había mostrado el desprecio por los ciudadanos a los que sirven como lo hace el Partido Demócrata. El proyecto de ley que maneja la Administración Biden incluye una amnistía masiva para millones de extranjeros ilegales y da la puntilla económica a nuestra fabricación nacional, enviando nuestros trabajos a China al aumentar masivamente los impuestos a los fabricantes y castigar a las empresas que devuelven los empleos a Estados Unidos; de hecho, incluye un impuesto mínimo global que nos impide competir con otros países.
Además, el proyecto de ley también está cargado de disposiciones tóxicas de la teoría crítica de la raza; utilizan un término diferente, «equidad», pero es la misma ideología marxista, y quieren gastar miles de millones de dólares para imponerla en todos los lugares que puedan. Este proyecto de ley demócrata hará que Estados Unidos sea débil, pobre, dividido e inseguro. Reducirá los ingresos del 80% de los estadounidenses, costará aproximadamente 4.5 billones de dólares y aumentará aún más la inflación. Otorga a los inmigrantes ilegales beneficios sociales, y créditos fiscales gratuitos para niños. Elimina los límites de las tarjetas verdes y permite la inmigración ilimitada. Permite a las grandes tecnológicas reemplazar a los estadounidenses cualificados con trabajadores extranjeros como mano de obra barata. Emite visas de diversidad específicamente a las personas que fueron rechazadas por la prohibición de viaje de la Administración Trump porque provenían de los lugares más peligrosos del mundo.
Es suma, es el proyecto de ley más favorable a China jamás presentado; aplastará a los jubilados y los estadounidenses de clase media con nuevos impuestos sobre sus pensiones y cuentas de jubilación. Incluye 80.000 millones de dólares para doblar el tamaño del IRS (la Hacienda estadounidense), con 87.000 nuevos agentes para atacar y perseguir fiscalmente a las empresas, los ciudadanos y sus familias. Por si no fuera poco, en medio de una crisis energética e inflacionaria descontrolada, el proyecto de ley aumenta los impuestos a la energía americana; obliga a los estados a utilizar fondos de los contribuyentes para subsidiar el aborto, y gasta miles de millones de dólares en discriminación racial ilegal.
Por todo ello, es necesario luchar contra estas barbaridades todos los días y tener un objetivo claro: las elecciones midterm de 2022 y las presidenciales de 2024.
La solución se llama Trump y MAGA. La solución a los problemas es netamente conservadora.