Trump y el gobierno federal
Desde el inicio de su presidencia, Donald Trump se ha caracterizado por ser un enemigo acérrimo del establishment. Durante estos tres años ha realizado una limpieza encomiable de lo que suele llamar el “pantano de corrupción” de Washington D.C.
Tras una encarnizada lucha con el Estado Profundo, superviviente de Administraciones anteriores, Trump ha logrado establecer un gobierno plural y eficiente, con profesionales que han conseguido excelentes resultados hasta la fecha.
La crisis del coronavirus ha puesto de relieve una vez más la diligencia de este gobierno y de esta presidencia. Con una batería de medidas que han sido desplegadas de forma gradual, desde la prohibición de viajar desde China, Irán, e Italia a Estados Unidos, pasando por la movilización de recursos económicos y materiales para los hospitales, y hasta los incentivos fiscales y monetarios para ciudadanos y empresas, Trump está realizando la demostración más grande de cómo un gobierno federal puede gestionar una crisis sanitaria, económica y social de forma adecuada para no caer en una gran depresión económica y el pánico social.
El presidente ha sabido rodearse de un equipo extraordinario para asesorarse en el tema del coronavirus, como el Dr. Anthony Fauci o la Dra. Deborah Birx, entre otros muchos, perfectamente coordinados por el vicepresidente Mike Pence, para seguir sus instrucciones de acuerdo a criterios científicos. Además, ha establecido un diálogo fluido y eficaz con los líderes de ambos partidos en el Congreso y con la Reserva Federal para conseguir acuerdos que beneficien al conjunto de la sociedad estadounidense. Y todo ello superando la ineficacia y el torpedeo habitual de que es objeto por parte del líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, o la lentitud de reacción del presidente de la Reserva Federal, Jay Powell. A todos, los ha puesto a trabajar Trump con diligencia para aprobar medidas contundentes, como el pago de cheques para los ciudadanos, rebajas fiscales y ayudas económicas a las empresas. La coordinación que está efectuando el presidente con líderes empresariales, científicos y políticos de todos los estados, ha derivado en una respuesta nacional de enorme envergadura para afrontar los efectos del coronavirus a todos los niveles.
De tal forma, que el presidente Trump ha articulado la mayor reacción del gobierno federal y gobiernos estatales en décadas, probablemente desde la Segunda Guerra Mundial no se haya visto un despliegue similar de la efectividad del gobierno para lograr un objetivo común: vencer al coronavirus y sus consecuencias económicas y sociales.
De forma adicional, Trump vuelve a poner en evidencia la manipulación brutal que realizan los medios de comunicación y determinada prensa progresista para atacarlo una y otra vez, haga lo que haga, incluso utilizando propaganda comunista de China y Rusia. El presidente no sólo está derrotando al coronavirus con una gestión razonablemente buena, aprobada por la mayoría de los estadounidenses, según todas las encuestas, sino que está derrotando por tercera vez (tras el Rusiagate y el impeachment) a los medios manipuladores.
Trump no sólo limpió el “pantano de corrupción” en estos años, ahora también está devolviendo la esperanza al pueblo estadounidense en un gobierno federal que garantiza la seguridad sanitaria y económica con las medidas que hagan falta, con transparencia, sin duda con algunos errores, como en toda acción humana, pero con una alta eficacia y honestidad.
Algunos pretendían derrotar a Trump con el coronavirus, pero el presidente está dando otra lección de buen gobierno, de valentía política y de cercanía a los ciudadanos en esta gran pandemia mundial.
Trump y los Estados Unidos saldrán de esta crisis reforzados y la superarán en un plazo de tiempo breve. Al final, tener a un presidente como Trump, que busca resultados, ha sido la garantía para salvar al gobierno federal y recuperar su prestigio histórico y su papel determinante en grandes crisis.
Es otra lección que se estudiará en el futuro.