Objetivo: Afganistán
Se veía venir desde hace meses y los últimos acontecimientos sobre el terreno, han venido a confirmar algo que muchos analistas ya veníamos apuntando desde hace tiempo. El terrorismo yihadista está trasladando su centro de operaciones y objetivos desde Iraq a Afganistán. Sólo este año han muerto aquí más de 4.400 personas, víctimas de la violencia.
Una vez que el surge, la exitosa estrategia implementada por Bush y el general Petreaus en Iraq, con el incremento de tropas, ha logrado estabilizar la antigua Mesopotamia y reducir los ataques terroristas de forma más que notable, y poner a Al Qaeda en fuga, ya derrotada, los yihadistas están trasladando sus actividades a Afganistán, con un incremento de los ataques terroristas aquí.
El atentado contra la embajada de la India en Kabul, en julio pasado, marcó un punto de inflexión importante. India ha tenido un papel importante en la reconstrucción del país y es uno de los principales donantes de alimentos y fondos para la educación, la salud y las telecomunicaciones. Desde entonces han sido constantes los desplazamientos de efectivos de Al Qaeda desde Iraq hacia la frontera afgano-paquistaní y el reclutamiento de nuevos Taliban, con el aumento de ataques a tropas norteamericanas y los efectivos militares de de la NATO (OTAN), agrupados en la Fuerza de Asistencia Internacional a la Seguridad (ISAF). El domingo 16 de noviembre se contabilizó, por ejemplo, otro ataque con coche bomba a una patrulla estadounidense en Herat, al oeste de Afganistán, con el resultado de tres soldados heridos.
Desde octubre de 2001, cuando se inició la intervención, hasta la fecha, 555 militares norteamericanos han perdido la vida en Afganistán, y se mantiene una presencia de 36.000 soldados, más los efectivos internacionales de ISAF, alrededor de 50.000. El último norteamericano caído en combate pertenecía a una columna que cruzaba un mercado en una localidad cercana a Jalalabad, en el distrito de Bati Kot, en la provincia de Nangarhar.
Las tropas españolas, empotradas en la misión ISAF de la OTAN con un total de 788 soldados, también han sufrido el golpe de los terroristas, la última vez este mes de noviembre, cuando un convoy de BMRs fue atacado en la provincia de Herat, provocando la muerte de dos soldados y cuatro heridos.
Los ataques alrededor de Jalalabad no son extraños, al estar en la ruta estratégica que une Afganistán con Paquistán, vital para el abastecimiento de la población civil y de las fuerzas militares internacionales. Al igual que la zona tribal al sur del país, donde recientemente perdieron la vida otros dos soldados británicos, en Helmand, y las regiones al este y el oeste del país, que han visto un incremento de la actividad Talibán y de Al Qaeda.
El secuestro de un diplomático iraní en Peshawar, ciudad estratégica en la frontera afgano-paquistaní, pone el acento sobre la gravedad de la situación, que va a más.
¿Por qué este incremento de la actividad bélica en Afganistán? Las razones son la derrota de Al Qaeda en Iraq, desde donde llegan los yihadistas que escapan de allí; la incapacidad de las fuerzas de la ISAF/OTAN para imponer orden, una mayor coordinación entre las autoridades al mando de esta operación, la tibieza con que actúan esas fuerzas militares internacionales, en un afán de ocultar a sus opiniones públicas que aquí se está librando una guerra, no una misión de paz. Esto provoca una falta de voluntad a la hora de combatir a los Talibán y a Al Qaeda que hace que la población local desconfíe de la OTAN y que las guerrillas y los terroristas islamistas penetren hasta reductos estratégicos vitales en numerosas zonas del país, por ejemplo en el norte, con la ayuda de los narcotraficantes.
Una situación que deja a las tropas norteamericanas como las únicas que combaten realmente y hacen frente a los Talibán. Y para eso van a ser necesarias más tropas de combate.
Esto hay que decirlo claro para que los gobiernos de los países de la OTAN que aportan soldados, como España o Gran Bretaña, entre los 37 que cooperan, asuman que se les pedirá el aumento de tropas en Afganistán. Veremos entonces cuán grande es su compromiso con la libertad y la seguridad. De algunos, ya lo sabemos.
De momento, el presidente George W. Bush ha sabido mantener en el objetivo a Afganistán, con aumentos de efectivos militares en los momentos decisivos. El presidente electo Barack Obama ya ha manifestado que considera el país asiático como un punto esencial en su política exterior, donde prevé desplazar alrededor de 7.000 soldados e incluso aumentar las operaciones militares en Paquistán, que hasta ahora han sido limitadas y clandestinas, autorizadas por órdenes ejecutivas puntuales. Por lo visto sobre el terreno, también se hace necesario aumentar el número de vehículos blindados y helicópteros.
La nueva estrategia militar, que ya está siendo impulsada por el general Petreaus, incluye una mayor cooperación y reconciliación con la población local dispuesta a negociar con los norteamericanos, como ya se hizo con éxito en la provincia iraquí de Al Anbar con los líderes tribales sunitas, el aumento de patrullas, de nuevas bases en lugares estratégicos en los valles cerca de la frontera con Paquistán, mayores medios técnicos para vigilar la frontera mediante aviones no tripulados y sensores ocultos en las rutas montañosas, y ataques selectivos para eliminar terroristas de alto nivel de Al Qaeda, como Rashid Rauf y Abu Zubair al-Masri, alcanzados en un bombardeo estadounidense en Waziristán Norte, ampliamente buscados e implicados en tramas terroristas para atacar objetivos en Occidente.
Nos encontramos a finales de 2008 y las perspectivas son que las hostilidades sigan en aumento. Es preciso actuar con decisión y transparencia. Es bueno que personas que hasta hace poco negaban la guerra contra el terrorismo, ahora, en cargos de responsabilidad, asuman y declaren que Afganistán es uno de esos teatros de operaciones en los que nos jugamos la libertad de todos, como lo ha sido y aún lo es Iraq. EE.UU lo viene diciendo desde el 2001. Algunos se han enterado ahora. Mejor tarde que nunca. Estas posiciones cínicas y manipuladoras, que vemos con claridad meridiana en España, son de verdadera vergüenza. La opinión pública debería tomar nota.
Es bueno que esas autoridades conversas al realismo reconozcan el papel de los soldados en Afganistán, pero también lo es que asuman y reconozcan que son los soldados norteamericanos quienes más están luchando y muriendo por esa libertad y seguridad de todos. Un reconocimiento que se ningunea y se manipula con talante claramente partidista.
El camino correcto es hacer frente a la situación en Afganistán, conscientes de que debemos combatir aquí hasta acabar con la amenaza Talibán y los últimos reductos de Al Qaeda en el país. Algo que incluiría la captura o eliminación de Osama bin Laden y los principales líderes de la organización terrorista. Un objetivo irrenunciable.
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