Cuando se trata de expandir la educación, toda iniciativa merece la pena probarse. Una de las alternativas educativas que encontramos en Estados Unidos son las escuelas públicas «charter» o independientes, que arrancaron en los noventa, concretamente con una escuela en Minenesota, y tienen la ventaja de desarrollar su propia filosofía educativa.
Durante décadas, los padres con menos recursos económicos no han tenido más alternativa que enviar a sus hijos a la escuela pública, que muy a menudo se ven asoladas por problemas de drogas, marginación, pandillas juveniles, embarazos no deseados, violencia, etc. Sin embargo, actualmente pueden enviarlos a estas escuelas públicas “charter”, que actúan independientemente de los sistemas escolares, con financiación pública basada en el número de estudiantes que pueden atraer, y cuyas ventajas son la atención personal a los estudiantes, la disciplina, y el enfoque del estudio a los resultados académicos. Son creadas y dirigidas por padres, educadores, empresarios de educación, y líderes comunitarios, entre otros, y funcionan con una “carta constitutiva” (charter), concedida por una agencia pública local o estatal, por ejemplo el Departamento de Educación Estatal, o bien por una institución de educación superior o una municipalidad. 

Uno de los requisitos es que deben cumplir globalmente con los criterios académicos establecidos en su respectiva carta constitutiva para los alumnos y para la escuela; de no ser así, la agencia que concedió el “charter” de autorización, puede clausurar la escuela. Las agencias autorizadas por el estado para otorgar las cartas constitutivas o contratos, según se establezca en las leyes estatales correspondientes, tienen la responsabilidad de garantizar que las escuelas “charter” cumplan con las disposiciones de responsabilidad y evaluación por exámenes anuales dispuestas en la ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás (NCLB), que designa este tipo de escuelas como opción en la libre elección de escuela para los alumnos que necesitan mejoramiento, acción correctiva o reestructuración.
Este tipo de escuelas son especialmente positivas para grupos étnicos como los hispanos y los afroamericanos, que tienden a recibir poca atención en el sistema educativo tradicional. Además, la presencia de las escuelas “charter” impulsa una sana competencia con el resto de escuelas de los distritos escolares.

Entre los retos para las escuelas independientes, encontramos la necesidad de extender la educación a secundaria, a los grados del 9 al 12, donde la necesidad de ampliar las alternativas de educación son más urgentes, aumentar el espacio disponible para estudiantes, de manera que se pueda acabar con las listas de espera, y disponer de más consejeros especializados que ayuden a los estudiantes en la toma de sus decisiones.
La progresión de las escuelas públicas independientes es acelerada en los últimos años, que se ha convertido en un movimiento en continuo crecimiento. En 2008, aproximadamente el 1 por ciento de los 2.6 millones de estudiantes de escuelas públicas de Nueva York ya asistieron a escuelas independientes, según refiere el Center for Education, que es la misma proporción obtenida en Illinois. En Masachusetts alcanzó el 2 por ciento, en Minnesota el 3 por ciento y en California el 5 por ciento. Actualmente, hay más de 4.600 escuelas “charter” en el país y educan a un millón de estudiantes.
Las escuelas “charter” se constituyen así en una opción muy interesante para la libre elección de escuela por los alumnos que necesitan mejorar su nivel académico o su rendimiento, ya que son una alternativa viable a las escuelas públicas del sistema educativo convencional, que afronta graves problemas y a menudo no puede dar soluciones a los estudiantes.

La iniciativa privada y ciudadana puede y debe tener un papel activo en la educación de las futuras generaciones de norteamericanos, expandiendo las oportunidades al mayor número posible de personas, sin importar los medios o el nivel socioeconómico. Las escuelas “charter” potencian la superación y la concentración del estudiante, valores básicos para alcanzar el éxito académico, y que demuestran buenos resultados entre las minorías hispanas y afroamericanas, manteniéndolos lejos de los barrios marginales y los problemas de las calles
Durante este curso académico son numerosas las escuelas que han empezado a operar bajo el sistema “charter”, como la Fernando Pullum, al sur de Los Ángeles (California) en la que estudian 140 jóvenes, y en la que se hace hincapié en las artes, la música y la danza, o la Academy Charter School y la Evergreen Charter School, con clara vocación medioambiental, en Hempstead, Long Island (Nueva York), que ya atienden a 265 alumnos. Son el signo de que las escuelas independientes empiezan a salir de las grandes ciudades para afrontar el desafío de núcleos más pequeños. Ambas escuelas se unen a la Roosevelt Children’s Academy Charter School, al sur de Hempstead, abierta en el año 2000 y que cuenta con una de las más altas puntuaciones de las escuelas “charter” en el Estado de Nueva York, que ya cuenta con 142 escuelas de este tipo.

Las escuelas públicas independientes son una respuesta a los problemas actuales, están ahí para contribuir al éxito de los estudiantes con mayores problemas, y son una eficaz forma de incentivar la excelencia en la educación, ampliando los horizontes de progreso para millones de niños y niñas.