Trump en modo electoral
El mejor Donald Trump ha vuelto al escenario electoral. Su reciente mitin celebrado el 15 de enero en Florence, Arizona, ha dado el pistoletazo de salida a las elecciones midterm de 2022 y las presidenciales de 2024. Su discurso fue duro, directo, ofreciendo verdades como puños y llegando a los corazones y las mentes de los votantes. No importa si eres republicano, demócrata o independiente, hombre o mujer, blanco, negro, hispano o asiático, sus palabras convencen a los estadounidenses tal y como lo hiciera en la primera campaña electoral en 2016 y en la de 2020. De hecho, entre los 40.000 asistentes al rally de Arizona había ciudadanos de distinta ideología aunados por las verdades y la esperanza que representa Trump. No serán las últimas que se incorporen al gran proyecto conservador MAGA. El próximo 29 de enero Trump celebrará un rally electoral más en Conroe, Texas, al norte de Houston. Será otro acierto porque en un mes habrá primarias y su respaldo a los candidatos que defienden su agenda política está siendo decisivo.
Uno de los mensajes lanzados por el presidente legítimo en Arizona con ese desparpajo suyo que noquea a los contrincantes no deja lugar a dudas sobre sus planes: “En 2024, vamos a recuperar la Casa Blanca». Con un discurso vibrante que entusiasmó a los asistentes y a los analistas de los medios que lo cubrieron en directo, Trump apuntó repetidamente a Biden, a quien llamó «incompetente» y lo criticó en una amplia gama de temas, incluida la pandemia de coronavirus, la economía, la política exterior y la ola de crimen y delincuencia que asola muchas grandes ciudades.
Sin perder de vista 2024, Trump se centró en las elecciones de mitad de período de este año, y predijo que: «va a comenzar una gran ola roja aquí mismo en Arizona» y prometió uno de sus principales objetivos: «este es el año en que recuperamos la Cámara de Representantes, este es el año en que recuperamos el Senado».
Trump quiere hacer justicia sobre el fraude electoral con el que los demócratas robaron las elecciones y usurparon la Casa Blanca en 2020, de ahí que repita constantemente que las elecciones fueron amañadas, porque lo fueron, y que ganó las dos veces que se presentó, porque realmente ganó las dos veces, pero su mirada ya está puesta en el futuro para seguir avanzando.
La estrategia de Trump, que está en modo electoral, acertó de pleno al elegir Arizona como el primer estado donde realizar su primer mitin de campaña del nuevo año. Además de ser un campo de batalla clave en las elecciones midterm de noviembre, con enfrentamientos de alto perfil para el Senado y el Gobernador, también es uno de la media docena de estados donde Biden cometió un colosal fraude electoral para superar por poco a Trump en 2020. Las reformas electorales en esos estados urgen como el comer y el respirar.
Los planes de Trump, tal y como lo ha manifestado a sus asesores más cercanos, es realizar aproximadamente dos mítines por mes en el futuro, sobre todo cuando coincida con primarias republicanas y conforme se acerque noviembre de 2022 y 2024.
Esto proyectará su presencia en la actualidad informativa y en las preferencias de voto de los ciudadanos de una forma en la que sólo Trump sabe sacar todo el provecho posible. Su popularidad sigue al alza y ya lleva más de cinco puntos de ventaja sobre Biden en el índice de favorabilidad de los ciudadanos y aún mayor en el caso de la impopular Kamala (mira que es mala) Harris. Gracias a Trump, la preferencia de partido político de los estadounidenses durante 2021 cambió de demócrata a republicano en el movimiento más grande desde que Gallup comenzó a medir regularmente la identificación y la inclinación del partido en 1991. Es una tendencia que continúa en este 2022. Los ciudadanos huyen del Partido Demócrata como del coronavirus y se acercan y prefieren votar al Partido Republicano.
De acuerdo a las encuestas que maneja el equipo de Trump, una amplia mayoría de conservadores, en torno al 85%, e incluso entre votantes de toda tendencia política (entre el 69% y el 80%) desea que se presente a la presidencia de nuevo en 2024.
El pésimo trabajo de la Administración Biden / Harris ha disparado esos porcentajes y hay unanimidad en las opiniones de la gente al desaprobar con un 67% la gestión general demócrata.
Trump dijo en Arizona que: “Con Biden hemos tenido más problemas y más destrucción que con cinco presidentes juntos en el último año”, y señaló como ejemplos de ellos la mala gestión de la seguridad en la frontera sur, la pandemia del coronavirus, la retirada desastrosa de Afganistán y la inflación récord.
Sus palabras sintonizaron perfectamente con lo que piensa el ciudadano medio: “Estas decisiones que están tomando (la Administración Biden) están arruinando y devastando la vida de las personas, despidiendo a estadounidenses de sus trabajos, obligando a niños inocentes a crecer con mascarillas”.
Con los mítines previstos en el futuro, asistiremos al reinicio de Trump como el candidato más sólido y solvente. El nuevo enfoque que ya ha empezado a aplicarse conlleva mucho trabajo duro, pero logrará hacer realidad el regreso del siglo. Donald Trump podría lograr una victoria arrolladora en 2024 que ni siquiera un previsible fraude de los demócratas conseguirá frenar. Para ello, Trump está combinando los mejores elementos de su exitosa campaña de 2016 con una visión descriptiva de la nueva realidad devastadora de Estados Unidos bajo el régimen socialista de Biden y Harris.
De nuevo, Trump se enfrenta a un establishment y unos medios de comunicación abiertamente hostiles y mentirosos, pero no hay nadie tan peleón e inasequible al desaliento como este hombre, capaz de desarmarlos una vez más con ingentes cantidades de liderazgo, verdades absolutas y carisma. Millones de ciudadanos estadounidenses votarán de nuevo por Trump porque es la mejor esperanza para Estados Unidos y porque su victoria significará que los estantes de los supermercados se reabastecerán, la gasolina costará menos de 2 dólares por galón, que el crimen y la delincuencia no asolen las ciudades, que los niños estén de vuelta en sus clases para quedarse, que la frontera permanecerá segura, que recuperaremos la independencia energética, que la pandemia del coronavirus será mejor gestionada y no será objeto de excusa para aplicar restricciones absurdas o mandatos inconstitucionales, que nuestros veteranos y nuestro ejército serán cuidados, que tendremos una economía pujante y que de nuevo el país será respetado internacionalmente.
¿Cuál es el panorama actual? En este 2022 nuestra nación está dividida y rota. Aquellos que se han pasado la vida creyendo que Estados Unidos era una democracia impecable, están descubriendo que el Congreso, en manos demócratas, ahora es más corrupto que nunca. Los demócratas de Biden, Harris y su banda de socialistas han convertido al FBI en una fuerza tiránica que monitorea a los padres en las reuniones de las juntas escolares y participa en falsas protestas para lanzar la idea de que hay conspiraciones terroristas internas de los conservadores, cuando es absolutamente falso. Tenemos un país bajo una tiranía socialista que ha impulsado una Camarilla de idiotas multimillonarios amanerados que se creen con el derecho a marcar el rumbo del país y del mundo.
Trump ha agarrado esta nueva realidad cierta y real, inquietante y peligrosa, y la ha metido en el centro de sus mensajes electorales. Es una estrategia acertada porque todo el mundo ve lo mal que van las cosas y que la alternativa sólo la representa Trump y su más estrechos aliados y asesores, los únicos con pelotas y coraje para decir lo que hay que decir sin arrodillarse ante nadie.
Mientras que la ciudadanía se enfrenta a la escasez generalizada de productos, la alta inflación, la incertidumbre económica, el crimen vertiginoso, las variantes interminables de COVID y un futuro incierto, ignoran en su mayor parte al régimen de Biden y Harris, al que hacen directos responsables y del que es sabido que no aportan soluciones y sí una agenda extremista de izquierdas que no aborda ninguna de las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos.
Trump y cuantos le apoyamos, afrontamos desafíos formidables por delante: habrá que derrotar al establihsment republicano y demócrata, abiertamente hostiles; a la Camarilla responsable del fraude electoral; a la censura descarada de las Big Tech y de unos medios de comunicación tremendamente deshonestos y corruptos, además de la extraña habilidad de la izquierda «progresista» para hacer llover dinero (multimillonario) sobre sus candidatos y causas. Trump también tiene que cohesionar a sus bases y sellar discrepancias en torno a las vacunas, que es de los pocos temas en los que hay opiniones variadas.
Para tener éxito en esta campaña para las midterms y para las presidenciales de 2024, Trump deberá ofrecer soluciones para arreglar las crisis y el desorden general del régimen de Biden; conectar de nuevo con la base de votantes que están cabreados con el liderazgo del Partido Republicano por su deriva; concentrarse en desarrollar una red nacional de activistas entusiastas y eliminar a los parásitos que no hacen nada para promover su agenda MAGA y sólo quieren medrar; deberá potenciar su nueva red Truth Social, que es de hecho la única ventana para eludir efectivamente a las grandes tecnológicas. Su consolidación significará que los seguidores de Trump tendrán un lugar libre para expresarse lejos de la censura izquierdista que impera en Facebook, Twitter, Instagram, Youtube, etc.
El imperio mediático de Trump, que está al nacer, allanará el camino para una candidatura exitosa donde casi todos los demás medios han demostrado ser hostiles, y lo serán nuevamente, no les quepa duda. Un imperio de pensamiento y opinión libre que incluirá red social, televisión, radio y publicación de libros.
Trump sabe que necesita concentrarse en unos pocos temas cruciales e importantes para los ciudadanos, y será implacable a la hora de ponerlos en el foco de la actualidad. En 2022, estos temas incluyen la escasez generalizada de alimentos, los niveles inquietantes de inflación que hacen que la supervivencia de la clase media sea cada vez más improbable, el aumento de la delincuencia, las preocupaciones sobre el Covid, la inestabilidad en Ucrania, el enfrentamiento con Rusia y China, y el colapso total en nuestras fronteras. Serán temas decisivos en las elecciones de mitad de mandato de este año. De cara a 2024 es poco probable que muchos de ellos se resuelvan para entonces, dada la lamentable gestión del régimen de Biden, por lo que seguirán de actualidad en mayor o menor grado.
En suma, con un régimen de Biden profundamente impopular y en una constante caída en picado en apoyo ciudadano, el ambiente político favorece el regreso de Trump a la Casa Blanca y de los conservadores al Congreso. Esto no implica que el regreso sea fácil y esté hecho. Se necesitará luchar y trabajar mucho y muy duro cada día, denunciar constantemente los escándalos y crisis de los demócratas, y aplicar un nuevo enfoque para hacer realidad lo que millones de votantes desean: el regreso de Trump a la presidencia y recuperar la legitimidad de la misma y del proceso electoral.
De momento, la prioridad número uno de Trump y los republicanos es arrebatarle el control de la Cámara de Representantes y el Senado a la mayoría demócrata, compuesta por personas radicalizadas de izquierda que odian Estados Unidos. El camino es largo, pero ya ha empezado. La próxima parada del MAGA Train de Trump será Texas, que siempre juega un papel trascendental en la historia de esta nación.