Libros para mejorar la sociedad
Escribir no es sólo rellenar unas páginas y vender ejemplares como rosquillas. Ni siquiera es hacer presentaciones eruditas, trufadas de referencias bibliográficas y citas más o menos oportunas, no es firmar ejemplares con cara de satisfacción y poner sonrisas tontas a las cámaras, hacerse selfies con seguidores como si los conocieras de toda la vida, ni poner posturitas y soltar frases magníficas en los platós de TV o en las entrevistas por radio. Que sí, que todo eso está muy bien, pero escribir es algo más: es el compromiso del escritor en transformar la sociedad, en convertirse en la voz de la conciencia de la ciudadanía y luchar por unos principios y unos valores, los que sean, pero con dignidad y lealtad, sin componendas ni tejemanejes. Si se pregunta por qué, la respuesta es sencilla: porque la literatura siempre ha sido una herramienta intelectual para cambiar la sociedad, en definitiva, para cambiar el mundo y convertirlo en un lugar mejor para vivir y convivir.
Los libros, con sus mundos, sus personajes, sus mensajes y situaciones, nos ayudan a vivir otras realidades y ponernos en la piel de otras personas, nos hacen crecer y superarnos. Es así cuando los libros se convierten en algo más que entretenimiento, cuando alcanzan ese nivel en el que son un instrumento eficaz para combatir injusticias, denunciar manipulaciones ideológicas o de pensamiento, proponer ideas constructivas y de mejora. Es entonces cuando esos libros trascienden su época y su entorno para llegar más lejos y convertirse en cultura y en referencia literaria, es entonces cuando contribuyen a hacer más libres a las personas que los leen, con menos predisposición a ser manipuladas y a pensar de forma independiente. La cultura nos hace libres, de ahí que a algunos sectores no les interese potenciar la cultura o sólo manipularla en su beneficio y en una única dirección.
Los libros pueden y deben entretener, cierto, pero también ser vehículos de un pensamiento libre que permita a los lectores crear una conciencia social, defender con argumentos unos valores éticos, morales y cívicos, luchar contra los fanatismos y abogar por una mentalidad abierta y razonable. Los libros deben construir cultura y mediante la cultura un mundo más humano y una sociedad integrada por personas mejor formadas, menos egocéntricas, más generosas y solidarias; en suma, más humanas y con valores sólidos, respetuosas de una pluralidad de pensamiento. Los libros enriquecen a quien lee, por eso es tan importante leer de todo y cuanto más mejor. Es así como podemos conseguir que los libros sean importantes en esta sociedad ultra consumista y tan competitiva que olvida verdades eternas. Libros que entretienen, pero que también forman y educan la mente, que hacen personas más libres y humanitarias, aspirando a algo más que un pasajero momento de popularidad. Es una responsabilidad que recae en los escritores y no hay tantos que estén trabajando en esa línea. Más allá de la fama, el dinero y la presencia pública está el compromiso con la cultura y con los libros que crean cultura para hoy y para el futuro, es decir, escribir literatura comprometida con buenas causas que aportan valor a la sociedad y al mundo. Algo que se puede hacer sin dejar de entretener al lector.