Uno de los espectáculos más bellos es el que se produce cada primavera en las Montañas Rocosas, coincidiendo con la floración. Este año se ha podido constatar un adelanto de un mes, muy probablemente provocado por los cambios climáticos que está ocasionando la contaminación. Las combinaciones de especies que florecen juntas están cambiando también, lo que implica impactos potenciales sobre los insectos y las aves. Es un fenómeno que se está produciendo en muchas otras partes del mundo y pone de relieve los deterioros que la actividad humana está provocando en el medio ambiente y el clima mundial.
Precisamente un estudio que ha durado casi 40 años sobre la floración de la flora silvestre en las Montañas Rocosas en Colorado, demuestra que más de las dos terceras partes de las flores alpinas han cambiado su patrón de floración como respuesta natural a estos cambios climáticos. Además, no sólo la mitad de las flores empieza a florecer unas semanas antes, sino que más de un tercio de ellas está llegando a su momento cumbre de floración antes y otras están produciendo sus últimas floraciones más tarde en el año. Los cambios ya son más que evidentes.

Así, la temporada de floración, que acostumbra a producirse desde finales de mayo hasta principios de septiembre, ahora dura desde finales de abril hasta finales de septiembre, según los registros de flores silvestres realizados por David Inouye, profesor de Biología de la Universidad de Maryland. Tales registros son algunos de los más exhaustivos, con más de dos millones de flores, que muestran que la floración de las plantas en respuesta a los cambios climáticos es más compleja de lo que se creía inicialmente, con diferentes especies respondiendo de maneras inesperadas.
Los estudios que se centran sólo en la fecha de la primera floración subestiman estos cambios, según explica el profesor Inouye, que es el autor principal de esta nueva investigación, y cuyos resultados ha publicado ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ en su edición de marzo.  La fenología, el estudio de la sincronización de los factores climáticos y los seres vivos, es crucial para entender cómo los cambios climáticos están afectando a las plantas, los animales y las relaciones que los unen a las comunidades naturales. Para responder a estas preguntas, los fenologistas están recopilando datos actuales y estudiando detenidamente tanto registros antiguos como cuadernos con anotaciones de naturalistas aficionados.

David Inouye no pensaba en los efectos del calentamiento del clima o la contaminación en 1974, cuando comenzó a contabilizar las flores de una ladera de la montaña en el Laboratorio Biológico de las Montañas Rocosas en Crested Butte, Colorado, que argumenta que la mayoría de los estudios se basan en las primeras fechas de eventos como la floración o la migración, debido a que utilizan conjuntos de datos históricos que no fueron concebidos como estudios científicos, tal y como sucede ahora. En sus recuentos de las floraciones de 30 plantas cada dos días, hasta cinco meses al año, durante cuatro décadas, llegó a acumular un conjunto de datos de más de 2 millones de flores contabilizadas.
El estudiante de doctorado Paul CaraDonna, de la Universidad de Arizona, y la investigadora asociada postdoctoral Amy Iler, de la Universidad de Maryland, ayudaron a Inouye a analizar los datos de las 60 especies más comunes y hallaron que los tiempos de floración están cambiando rápidamente. La fecha en la que aparece la primera flor de la primavera se ha adelantado más de 6 días por década durante el transcurso del estudio; el pico de la primavera, cuando las masas de flores silvestres están en su máximo apogeo de floración, se ha ampliado hasta cinco días por década y la caída de la última flor se produce unos 3 días más tarde cada década.

David Inouye destaca que la época de floración es de aproximadamente un mes más de lo que solía ser, lo que representa un gran cambio para un ecosistema de montaña con una corta estación de crecimiento. De todas las especies que han cambiado sus tiempos de floración, de alguna manera, sólo el 17 por ciento adelantó su ciclo de floración mientras el resto mostró cambios más complicados. Paul CaraDonna sostiene que han demostrado que la primera floración no siempre es el mejor indicador de todos los cambios que encontramos y señala la importancia de analizar más detalladamente todas las formas en las que los cambios climáticos afectan a estas comunidades de flores silvestres.
Cada vez es más evidente que los cambios pueden tener un fuerte impacto, para bien o para mal (ésa es otra cuestión), en los insectos polinizadores y las aves migratorias. Por ejemplo, según Inouye, los colibríes anidan en verano en las Montañas Rocosas para que sus huevos eclosionen en el pico de floración, cuando hay abundancia de néctar de las flores para sus polluelos, pero, a medida que la temporada de floración se alarga, las plantas no producen más flores, sino que el mismo número de flores dura más días, por lo que en el momento álgido de floración puede haber menos flores y afectar a los colibríes, entre otros.
Es sólo un ejemplo de lo que estos cambios están provocando en un ecosistema único y excepcional como las Montañas Rocosas, y que no va a salirle gratis tampoco al ser humano si no toma medidas urgentes para cambiar el rumbo.