Comentarios de lecturas
Los comentarios de los libros que leemos deberían ser tan habituales en las conversaciones de la gente como los comentarios sobre el fútbol y el tiempo. O sea, diarios y hechos con entusiasmo. Se echa en falta en todas partes una campaña intensa para potenciar la lectura y los comentarios de los lectores en sus conversaciones.
Sí, es cierto que las redes sociales de lectores crecen bastante, pero no nos engañemos, participan los mismos lectores de siempre, ésos que están mediatizados por la ideología y sus prejuicios literarios. No se ve una gran pluralidad en esas redes sociales. Algún lector díscolo que se atreve con todo y sorprende con sus comentarios agudos, pero son una minoría entre los lectores cortados por el mismo patrón lector.
La sociedad moderna ha perdido en gran medida a esos comentaristas entusiastas de libros que te comían la oreja sobre las bondades o maldades de una novela, que despertaban tus ganas de leer ésta o de salir corriendo a por otra distinta. Fuera de los clubes de lectura, que están bien pero son demasiado cerrados y en los que prima lo políticamente correcto (¡y ay del que se salga, que es marginado y dilapidado socialmente!), está desapareciendo el verdadero boca a oreja, el tú a tú personal en el que alguien te comenta su última lectura con entusiasmo y te hace partícipe, desatando ese irrefrenable deseo de leer también.
Compartir lecturas, comentarios, debatir sobre libros se ha convertido en algo no demasiado frecuente fuera de las redes sociales especializadas en libros, que en cierta manera son como guetos. Las recomendaciones literarias y los comentarios sobre libros deberían extenderse por la sociedad libremente si queremos que más gente lea y se culturice. Tal vez ése es el quid de la cuestión. Ni muchos gobiernos ni los que manejan el tinglado en tantas partes desean una sociedad leída y culta para poder seguir manipulando sus vidas.
Las redes sociales de lectores están bien, es indudable, pero adolecen de fallos. Necesitamos recuperar la interacción personal para comentar libros. Ésas sí que son conversaciones productivas, descubrir nuevas lecturas y autores, debatir cuestiones interesantes o simplemente explayarse ante la brillantez de cierta novela o reírse con la torpeza de otra. Se pierden horas hablando de si entró el gol o no, si hubo penalti, quién es el mejor quarterback, los encestes más espectaculares, si fulana se ha acostado con mengano y hay rollito, si zutano se la tiene jurada a fulana y le pone la zancadilla a hurtadillas, si hemos comido o bebido esto y aquello… Y qué poquito se pasa el tiempo hablando de libros, de historias, de autores, de novelas que nos entusiasman o que hay que leer sí o sí.
El potencial de prescripción de lector a lector todavía no ha explotado en países como España, algo más en Estados Unidos, donde es frecuente hablar de libros sin miedo a que te tachen de ratón de biblioteca o tarado literario. Recuperar las redes sociales en persona, ya sea en casa, en la oficina, en el trabajo, o donde sea, para comentar libros es el auténtico reto de la sociedad moderna, que cada vez está más idiotizada por unos medios de comunicación torpes y mediocres.