La jubilación de los derechos de autor
Desde luego en pocos países se produce tanta tontería junta y sin rendimiento ni beneficio como en España. No sé si es la gente, la tierra o sólo la idiotez de algunos de sus gobernantes y personas en puestos de decisión.
Porque a ver, ¿a quién se le ocurre incompatibilizar el cobro de derechos de autor con la jubilación? Que viene a ser algo así como certificar de antemano la muerte de la creación literaria de los más veteranos.
Como en otros temas, la sociedad española parece curada de espanto y ya no se sorprende de las barbaridades que se producen a diario, ya sean procedentes de una parte ideológica o de otra, lo mismo da que sea desde los progresistas, los liberales o los conservadores. El pollo está montado y garantizado. Para reír a carcajadas si no fuera porque es para llorar.
La polémica surgió hace meses en España al conocerse la incompatibilidad de la jubilación con el cobro de más de 9.000 euros procedentes de derechos de autor. Así, como suena, como si 9.000 euros o poco más fueran el maná que va a enriquecer a los autores. Ya le digo, pronto los veremos con cochazos de alta gama para ellos y visones para ellas.
Lo triste del asunto es que no es ninguna broma y ya está afectando a algunos escritores españoles que reclaman su pensión y a los que someten a inspecciones por parte de la Seguridad Social y Hacienda. Así, como si fueran medio criminales que intentan burlar al fisco. ¡Por Dios bendito! Si la mayoría no genera más que unos pocos euros para ir tirando. Y los que generan más, a ésos, Hacienda y la Seguridad Social les importa bien poco el tema porque ya tienen garantizada su pensión mediante otros planes privados.
El tema no es menor ni para los autores ni para los lectores. Los primeros porque se arriesgan a la retirada de la pensión o a multas elevadas. Y los segundos porque se pueden quedar sin las nuevas obras de sus escritores favoritos si optan éstos por dejar de escribir.
La solución, como tantas otras veces, es simple y nace del sentido común: impulsar una ley que compatibilice el cobro de la pensión de jubilación con cualquier actividad creativa que genere derechos de autor. Se trata de una actividad excepcional, con ingresos excepcionales (la mayoría de las veces por lo escasos no por lo cuantiosos) y que debe ser tratada como excepcional.
Es un problema que no sólo afecta a escritores, sino también a músicos, fotógrafos, ilustradores, creadores de software y otros artistas.
Las autoridades públicas españolas deben entender, estén quienes estén en el gobierno, que la creación cultural es una fuente de riqueza en todos los sentidos, pero se debe mimar y cuidar con leyes específicas o se terminará por dilapidar para siempre.
Se debe intentar que las pensiones y los impuestos no sean otro clavo más en el ataúd de la cultura. Y no valen discursos vacíos sobre la lucha contra el fraude y el que todos somos iguales ante la ley. Porque ya sabemos que hay formas de eludir estas injusticias que a los únicos a los que perjudican es a los creadores más modestos.
Si un artista sigue generando derechos de autor y trabajando cuando tiene setenta años, el estado (un estado racional no inmerso en gastos que no puede mantener) no es nadie para impedirle que cobre su dinero bien ganado y su pensión, mejor ganada.
Si esta persecución continúa, sólo se conseguirá que los artistas busquen mejores pastos para descansar sus ingresos y deslocalizar la cultura.
En la mayoría de los países avanzados el cobro de una pensión de jubilación es totalmente compatible con la actividad creadora y con cualquier actividad profesional.
Esto que se lo apunten los responsables de estas historias y lo escriban cien veces. O Mil. A ver si lo aprenden.