La necesidad de conservar el medio ambiente no es sólo una corriente de moda, que también lo es, sino una tendencia natural y razonable a proteger los ecosistemas en los que basamos buena parte de nuestra riqueza. Sin un planeta saludable, estamos condenándonos a una existencia degradada, de ahí que las iniciativas se multipliquen para aumentar los métodos ecológicamente sostenibles.
Los economistas, poco dados ellos a contemplar otras cuestiones que no sean números, cifras, estadísticas y resultados económicos, también están viendo la necesidad imperiosa de proteger el medio ambiente de una forma verdaderamente comprometida. Por eso cada vez encontramos a más economistas ecológicos que lideran movimientos para proteger la naturaleza y corregir hábitos de producción industrial excesivamente lesivos y contaminantes.

Estos economistas concienciados con el tema medioambiental ofrecen algunas propuestas ecológicas que es preciso recordar:
1. La economía no es la única ni la más importante motivación de los seres humanos.
2. Otras dimensiones de la vida humana, sobre todo las de carácter social, político y ecológico están muy vinculadas con lo económico, por tanto, han de estar presentes en su análisis.
3. No siempre ni necesariamente la elección económica es racional, sino que está infuenciada por hábitos inconscientes que hay que encauzar debidamente.
4. Existe estrecha relación entre los recursos y la energía, que están muy determinados por la biosfera, los flujos de radiación solar y las leyes de la termodinámica. Eso implica restricciones importantes de crecimiento del PNB de cada país y de la expansión del bienestar por la vía del consumo.
5. Tanto el mercado como el Estado, la familia y la sociedad civil son, al mismo tiempo, potenciales creadores y destructores de riqueza.
Necesitamos ser más sensatos y tener muy presentes estas ideas ecológicas ahora, cuando aún estamos a tiempo de evitar males mayores de los que ya sufrimos o catástrofes que nos hagan retroceder. Aplicar criterios de austeridad, sentido común y racionalidad en la producción y el consumo nos sería muy beneficioso a todos en general y un factor decisivo para proteger los ecosistemas que aún nos quedan. La riqueza de la naturaleza no es ilimitada como se creía antes, y la responsabilidad humana en su preservación es esencial.