Dieta sana
Consumir una dieta sana, formada por verduras, frutas, cereales integrales, productos bajos en grasa, pollo y pescado, es una garantía de vida saludable y relativamente libre de enfermedades graves, incluso puede reducir el riesgo de mortalidad en personas mayores, según numerosos estudios científicos, como el último realizado por la Universidad de Maryland, publicado en el Journal of the American Dietetic Association, en enero de 2011.
A pesar de ello, millones de personas siguen alimentándose con dietas perjudiciales para la salud y que terminan costándole miles de millones a las arcas del estado y las compañías aseguradoras para tratar distintas enfermedades.
Los investigadores de la Universidad de Maryland, liderados por Amy L. Anderson, del Departamento de Nutrición y Ciencias Alimentarias, analizaron los patrones de alimentación de unos 2.500 adultos entre los 70 y los 79 años de edad durante un periodo de 10 años. El objetivo era estudiar la asociación entre los distintos tipos de dietas y la supervivencia de los sujetos del estudio, además de evaluar la calidad de vida de los participantes.
El método que emplearon fue determinar el consumo frecuente que realizaban de 108 alimentos, para lo que crearon seis grupos distintos, según los alimentos que más incluía cada uno en sus menús: el grupo de los consumidores de comida saludable (374); productos bajos en grasa (332); carne, fritos y alcohol (693); cereales de desayuno (386); cereales refinados (458), y postres (339).
El grupo de consumidores de comida saludable presentó una ingesta relativamente alta de productos bajos en grasa, fruta, cereales integrales, pollo, pescado y verdura, frente a un bajo consumo de carne, fritos, dulces, bebidas con muchas calorías y grasas añadidas.
Mientras tanto, el grupo que consumía productos lácteos grasos presentó un elevado consumo de helados, queso, leche entera y yogur, además de una baja ingesta de pollo, lácteos bajos en grasas, arroz y pasta.
Tras controlar variables como el género, la edad, la raza, la educación, la actividad física, si eran o no fumadores y la ingesta total de calorías, el equipo que consumía lácteos grasos presentó un 40 por ciento más de riesgo de mortalidad que en grupo de los menús saludables.
El riesgo de mortalidad de quienes consumían dulces y postres fue un 37 por ciento mayor. No hubo diferencias significativas en el riesgo de mortalidad entre los participantes que tomaban cereales de desayuno o grano refinado.
El resultado de este estudio sugiere que los mayores que siguen una dieta acorde con las recomendaciones de las guías, consumiendo cantidades relativamente altas de verdura, fruta, cereales integrales, productos bajos en grasa, pollo y pescado, podrían tener un menor riesgo de mortalidad. Dado que un importante porcentaje de mayores participantes en este estudio seguían una dieta saludable, adoptar este tipo de dieta puede mejorar la supervivencia y la calidad de vida en la población de mayores. Algo a tener muy en cuenta si pensamos que en 2030 alrededor de 973 millones de personas en el mundo tendrán 65 años o más.
Una dieta sana y equilibrada es garantía para una vida más saludable, por eso su difusión y la concienciación ciudadana resulta fundamental.
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