El punch de Clinton
Lo ha conseguido, tras semanas de intensa campaña, duras, extenuantes, agotadoras, Hillary Clinton lo ha vuelto a hacer. Ella, inigualable, ha vuelto a dinamitar la enorme ventaja que tenía en Pennsylvania en las encuestas hace apenas un par de meses, y ha ganado por un 55% a 45% frente a Obama, que ya descontaba la derrota, pero que con ese margen, le sabe a menos derrota.
Sí, Clinton continúa en la carrera electoral. Lo cierto es que tiene razones de peso para hacerlo, e incluso podría llevarse la nominación, porque nada está aún decidido en estas primarias Demócratas, que están poniendo a prueba la democracia americana hasta el extremo. Serán los Súperdelegados quienes decidan el nominado en la Convención de Denver.
Se hacen muchos análisis sobre Hillary y Obama, sus estrategias, resultados por población y perspectivas, pero lo que quiero destacar hoy, es la férrea voluntad de ella en continuar en competición. Lo admito. Lo confieso. Me ganan las personas que no se rinden, que luchan hasta el final, que nunca son inasequibles al desaliento por mal que vayan las cosas. Y mira que van mal para Clinton en tantos aspectos.
Por eso le concedo a Hillary el mérito que tiene en esta carrera electoral, su empeño en seguir luchando me encanta, aunque lo tenga crudo y haya cometido tantos errores de estrategia y comunicación, aunque su personalidad fría no me llegue al corazón ni al de millones de americanos, aunque use con descaro los temas que aborreció en el pasado y manipule en el mejor estilo clintoniano. Pero es igual, cual Rocky renacida, golpeando a Obama con su mejor punch, Hillary ha subido los escalones de Philadelphia a trompicones para alzarse victoriosa en este Estado orgulloso, que alberga la Campana de la Libertad y fue cuna de la Independencia americana.
Por su coraje y porque está ganando puntos en algunos aspectos en estas primarias, mejorando ante las dificultades, no voy a arremeter contra los muchos excesos que ha cometido Hillary en esta campaña, ni sus ataques despiadados y traicioneros contra Obama, ni contra sus tics personales ni sus muchas opiniones censurables políticamente. Por eso, hoy me quedo con Hillary la campeona, la luchadora que se faja en el combate cuerpo a cuerpo, que baja a las calles y se ensucia las manos para hablar con los electores, que pelea cada voto, que no se rinde, y continúa en la lucha. Porque ese espíritu de victoria es digno de Pennsylvania y de elogio. Es digno de una americana.
No, Hillary no tiene ganada esta nominación ni mucho menos. Ni contra Obama, y mucho menos contra McCain, que espera cual león al acecho. Pero se ha ganado unas semanas más de vida electoral que nos harán seguir disfrutando de nuevos mítines, discursos, spots televisivos, y de campaña genuinamente americana; la auténtica fiesta mundial de la democracia.
Nos esperan las primarias de Indiana, Carolina del Norte, West Virginia, Kentucky, Puerto Rico, Oregón, Montana y South Dakota. Las últimas contiendas antes de las Convenciones, antes de la auténtica recta final de estas elecciones presidenciales.
Y, entretanto, John McCain espera a su adversario velando armas y seleccionando entre la larga lista de candidatos a Vicepresidente; esperando su gran día, esperando ser Presidente del país por el que siempre luchó.