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Hispanounidenses

Uno de los grandes recursos culturales de los hispanos en Estados Unidos es el idioma, el español, que une a más de cuarenta millones de personas procedentes de diferentes lugares
No importa que se venga de España, México, Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala, Uruguay, Cuba, etc. El español es la seña de identidad más poderosa con la que contamos todos, el nexo de unión fundamental que establece una identidad cultural colectiva basada en el idioma de origen.
Al igual que Estados Unidos ha sido y es propicio para el crecimiento y desarrollo de nuevos conceptos culturales y movimientos sociales, también en cuestiones de idioma el español es especialmente creativo. Una de las nuevas palabras con más proyección surgió en el seno de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), fundada en 1973, y que es una de las veintidós academias existentes de nuestro idioma en todo el mundo. Una organización sin fines de lucro, que tiene como misión fomentar e impulsar el uso correcto de la lengua española en los Estados Unidos. Una de las tareas con mejor horizonte en el panorama de la lengua española.


La palabra en cuestión es “hispanounidense”, un neologismo que describe a las personas de origen hispano, hablen o no español, que residen en Estados Unidos. Para muchos es un vocablo que define más acertadamente a los latinos, más que los usados hasta ahora: hispano, hispanic, latino, etc. Este nuevo vocablo conecta con la necesidad de crear una nueva palabra que defina mejor algo ya existente. El fenómeno de los hispanos en Estados Unidos es ahora cuando se ha convertido en una fuerza decisiva, y por eso la necesidad de adoptar una nueva palabra más adecuada, se ha hecho más urgente.
Como sucede siempre con el idioma, será la gente quien lo adopte y lo haga crecer en importancia o quien lo deseche. En esta ocasión es un vocablo que nace de la Academia pero con vocación de uso popular, que si arraiga en el hablar cotidiano será porque encaja perfectamente con el idioma español, sin resultar altisonante. Algo que, por ejemplo, sucede también a menudo con muchas otras palabras y voces que se usan en Estados Unidos, considerados anglicismos inaceptables en su momento, pero que el uso popular y reiterado durante años los ha convertido en parte legítima y aceptable de la lengua española.
No obstante, conviene marcar distancia entre este vocablo, “hispanounidense”, con otros fenómenos de la lengua en Estados Unidos, el denominado espanglish, que es otra realidad del idioma en este país, una característica natural y propia, producto de la influencia del inglés sobre el español. Como habla popular de la calle, el espanglish es una realidad a la que no podemos dar la espalda, pero no es excusa ni justificación para dejar de hablar el español correctamente, ni tampoco para no aprender inglés. Espanglish es un fenómeno cultural propio, hay que aceptarlo y puede resultar útil en las calles, pero impulsando prioritariamente los idiomas español e inglés, que son los caminos seguros al éxito profesional y personal.

En medio de este panorama lingüístico apasionante, por lo vivo y dinámico que resulta, y en un país culturalmente activo, la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), realiza un trabajo más que meritorio, heroico. Con escasos fondos económicos, poco apoyo gubernamental (ni de España ni de Estados Unidos), la Academia avanza en la defensa del español y en las iniciativas que permitan su uso correcto. Por ejemplo, ANLE ha suscrito un convenio con GobiernoUSA, una agencia del gobierno estadounidense que informa y presta ayuda a los hispanos a través de sus páginas web. ANLE asesora a esta agencia para que el español que utiliza esta agencia sea lo más correcto posible. Además, ha publicado el libro “Hablando bien se entiende la gente” (Ed. Santillana USA), que incluye más de 300 consejos idiomáticos, que también son transmitidos todas las semanas por la cadena de TV Univisión.
ANLE es la máxima autoridad sobre el idioma español en Estados Unidos, un reconocimiento que le ha otorgado el gobierno federal. Desde esa posición, defiende el mejor uso posible del idioma español, tanto hablado como escrito. Y lo hace con el propósito de que las nuevas generaciones de hispanounidenses no olviden su lengua nativa, su propia cultura y su origen. Lograr esto es un desafío que pasa porque esos jóvenes no abandonen las escuelas ni la Universidad, porque una clase media educada es la garantía de mantener el idioma español y conservar su uso correcto. La educación permite así no sólo conservar el idioma lo mejor posible sino que fomenta una mayor conciencia cultural y orgullo lingüístico. Las razones son elementales: el español te conecta con tus raíces culturales latinas, con una lengua universal que hablan más de 400 millones de personas en todo el mundo, y con una cultura genuina, diversa, tolerante y muy rica, que es un motor de desarrollo en sí mismo, una oportunidad de progreso que se apoya en el bilingüismo, y un canal de comunicación que permite abrir las puertas a una cultura latina que enriquece a los Estados Unidos de una forma integral, haciéndolo más vibrante, diverso y con mayor potencial.
La clase media hispanounidense en Estados Unidos cada vez tiene más fuerza, presencia social, influencia, y está mejor educada. La gran oportunidad que se desprende de ello es que es una educación bilingüe, una biculturalidad que se integra con naturalidad, sin traumas, con la cultura mayoritaria estadounidense. Esto, y no amplios programas gubernamentales, es lo que permitirá que el español crezca y mantenga un uso correcto en Estados Unidos, en equilibrio y respeto con el inglés.




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