La victoria de la selección de fútbol de Estados Unidos ante España en la Copa Confederaciones, ha sorprendido a todos los aficionados y, sobre todo, a los españoles.
Sin embargo, se explica fácilmente. Es el triunfo de la ilusión y la fe en las posibilidades de uno mismo, en este caso en la propia selección norteamericana; la victoria del trabajo disciplinado, la humildad,
el respeto al contrario, y las inmensas ganas de jugar y derrotarlo en el campo.
España ha adolecido en esta ocasión de prepotencia al considerar inferior a su rival y dar por ganado el partido antes de jugarlo.
Nadie duda de los méritos futbolísticos de los españoles ni de su capacidad y buen momento actual. Pero hay un aspecto que sí es mejorable: la actitud fuera y dentro del campo hacia todos los rivales, aunque éstos se llamen Estados Unidos y sean modestos en nivel de juego, así como la mentalización para luchar al cien por cien en cada partido. Porque lo que puede suceder, cuando uno se piensa que ya ha ganado sin jugar y se infravalora al contrario, es que pierda dolorosamente, como ha perdido la selección española.

Sin duda, es un buen toque de atención de cara al Mundial de 2010. En el fútbol los partidos se ganan en el campo y hay que jugarlos con mentalidad ganadora, pero honesta y respetuosa con el rival.
La victoria de Estados Unidos trasciende lo deportivo y tiene muchas lecturas. Una de ellas es que el espíritu americano también juega al fútbol, y en espíritu luchador y ganador los norteamericanos son insuperables.

Por eso ganó Estados Unidos y está en la final, con justicia. Por luchadores y por poner coraje y estrategia en el campo. Lo que pusieron los españoles en la Eurocopa, pero que faltó en esta Copa Condefederaciones. Hoy se habla de hazaña en Estados Unidos, y no es para menos.
Pase lo que pase en la gran final, el fútbol norteamericano ha dado un gran paso ganando a la mejor selección actual, la de España, que deberá tomar nota de esta enorme lección de humildad.