Libros, lectores y cultura
Es habitual que al hablar o escribir de cultura se debata sobre qué medidas serían buenas para incentivar este sector. Desde luego hay muchas que son imprescindibles, como medidas fiscales, económicas y de campañas de divulgación, pero la más importante de todas probablemente sea la de potenciar y hacer posible que haya muchos lectores y libros. Esto es lo esencial para que una cultura sea vibrante y activa, para que la cultura se convierta en un recurso importante para el éxito de un país. Esto es así en Estados Unidos, donde se potencia al máximo la cultura popular y ésta forma parte del éxito internacional del país, que la convierten en un referente en todo el mundo.
De igual forma, España tiene en la cultura una herramienta poderosa para crear riqueza y aumentar el éxito y la competitividad del país, y dentro de la cultura se encuentra el sector editorial en español, que es una potencia mundial incuestionable, pero sometida ahora a una crisis brutal que amenaza su supervivencia y a una transformación también apasionante de la que se debe sacar el mayor rendimiento.
Las editoriales que editan en español tienen en sus manos la capacidad de crear empleo y riqueza basada en los libros, de reforzar la competitividad y la denominada “marca España” con una proyección que refleja la calidad de libros bien editados.
Uno de los grandes retos para el sector editorial es adaptarse al mundo de los ebooks, sin perder las señas de identidad de los libros impresos en papel, que van a continuar con nosotros, y aprovechar un nuevo mercado de consumo cultural que también debe ser ordenado para evitar que caiga en la piratería pura y dura y se pierdan las oportunidades de desarrollo que conlleva.
Los libros, los lectores que compran libros y la cultura que se construye desde los cimientos con calidad y diversidad garantizan un sector sano y competitivo. Estados Unidos lleva una gran ventaja en este sentido, que redunda en un consumo ordenado y espectacular de cultura que aporta así un peso importante en la economía nacional. Para España es una asignatura pendiente que depende de los lectores, de los editores y también de los responsables políticos y económicos. Sólo así el sector cultural podrá crecer saludable y seguir aportando pluralidad de valores y contenidos de calidad.