Trump rescatará la industria del automóvil en Estados Unidos
De cara a 2024, Donald Trump tiene un completo programa de propuestas para conseguir que Estados Unidos recupere la prosperidad. Entre ellas destaca su plan para salvar a la industria automotriz de las políticas radicales y desastrosas del Green New Deal de Joe Biden, que están destruyendo miles de empleos. En palabras del propio Trump: “Joe Biden está librando una guerra contra la industria automotriz de EE. UU. con una serie de mandatos paralizantes diseñados para obligar a los estadounidenses a usar automóviles eléctricos costosos, incluso cuando miles de automóviles eléctricos se están acumulando en lotes sin vender (…) Esta ridícula cruzada del Green New Deal está provocando que los precios de los automóviles se disparen mientras prepara el escenario para la destrucción de la producción de automóviles estadounidense”.
Lo cierto es que el ataque de la Administración Biden a la industria automotriz estadounidense es el origen de los problemas y de que se encuentre en una grave crisis. En cambio, Donad Trump luchó en su primer mandato por los trabajadores del automóvil como nunca se hizo antes, canceló el TPP, que era un acuerdo comercial desastroso para EE. UU, puse fin también al TLCAN, que fue un acuerdo comercial muy mal negociado (respaldado por Biden y que le costó el empleo a aproximadamente 305.000 trabajadores automotrices estadounidenses, casi un tercio de toda la industria automotriz estadounidense) y renegoció el horrendo acuerdo comercial con Corea de Obama, que le habría costado a los Estados Unidos 80.000 empleos al inundar nuestro mercado con camionetas extranjeras. En cambio, Trump hizo una gran oferta a partir de la horrible oferta que había planteada y aseguró el arancel del 25% en camiones ligeros y duplicó la cantidad de exportaciones de automóviles americanos. a Corea. Trump salvó a la industria automotriz estadounidense una vez y la salvará de nuevo en su segundo mandato presidencial y protegerá a los trabajadores de este sector. Para ello, desde el primer día, Trump revertirá todas las políticas de Biden que están perjudicando a los trabajadores del automóvil y cancelará sus nocivas regulaciones de emisiones de abril de 2023 para vehículos livianos, medianos y pesados, que se prevé que eliminarán 117.000 empleos en la fabricación de automóviles; también pondrá fin a los insensatos estándares de economía de combustible de Biden, que le costarán a la industria automotriz más de 2.000 millones de dólares y aumentarán el coste promedio de los vehículos en más de 1.000 dólares, de acuerdo a las propias estimaciones de la Administración Biden, y eso en un momento en el que el precio promedio de un automóvil nuevo es ya de 49.500 dólares.
Trump prevé asegurar las protecciones del USMCA para los trabajadores automotrices estadounidenses contra el ataque globalista a este sector productivo. En enero de este año, los burócratas internacionales en el Panel de USMCA, bajo la dirección de Canadá y México y sin la oposición de Joe Biden, cambiaron los términos de USMCA para reducir la cantidad de contenido de autopartes regionales en los automóviles de América del Norte hasta en un 33%, beneficiando así directamente a China y a otros productores extranjeros. Bajo las condiciones negociadas por Trump en su momento, se proyectaba que USMCA produciría 34.000 millones de dólares en nuevas inversiones en la fabricación de automóviles en los Estados Unidos, 23.000 millones en nuevas compras anuales de repuestos para automóviles fabricados en los Estados Unidos. y 76.000 empleos en la industria automotriz del país, con requisitos estrictos que garantizaban que más automóviles fueran fabricados en fábricas estadounidenses por trabajadores estadounidenses.
Trump comunicará a Canadá y México que el cumplimiento pleno de los términos del T-MEC no es opcional y trabajará para detener el flujo de millones de dólares de los impuestos estadounidenses que subsidian a las empresas chinas de baterías para vehículos eléctricos a través de la llamada Ley de Reducción de la Inflación de Joe Biden.
Para Trump será una prioridad poner fin a la guerra de la Administración Biden contra la energía estadounidense, algo que está elevando el precio del gas y de los combustibles. Dentro de este plan, Trump logrará una vez más la independencia energética estadounidense y el dominio energético mundial, lo cual reducirá rápidamente el precio de la energía a través de una mayor producción nacional.
Es objetivo también poner fin a los retrasos de la Administración Biden en los permisos y arrendamientos federales de perforación que se necesitan para desencadenar una mayor producción estadounidense de petróleo y gas natural. Joe Biden aumentó el coste de los arrendamientos de petróleo y gas en un 50% y redujo la superficie disponible para perforar en un 80 %. Todo esto será revertido a la mayor brevedad.
El plan de Trump contempla abandonar una vez más los injustos Acuerdos Climáticos de París y se opondrá a todos los esfuerzos de la izquierda radical por un Green New Deal que está diseñado para detener el desarrollo de los recursos energéticos de Estados Unidos que superan los de cualquier país del mundo, incluidos Rusia y Arabia Saudita. Para ello, Trump creará un equipo especial de abogados que identificarán todas las regulaciones federales innecesarias que obstaculizan la industria automotriz estadounidense y se procederá a eliminarlas de inmediato.
Asimismo, Trump restaurará la Reserva Estratégica de Petróleo (SPR) de EE. UU. que Joe Biden drenó inútilmente a su nivel más bajo en 40 años y en lugar de aumentar los impuestos a los productores estadounidenses, como propone Biden, impondrá aranceles a los productores extranjeros a través de un sistema de aranceles básicos universales en la mayoría de los bienes importados, algo que detendrá la exportación de riqueza y empleos estadounidenses. Los aranceles del presidente Trump sobre China protegieron en su momento a la industria automotriz estadounidense, disminuyendo las importaciones de autopartes chinas en un 50%, aumentando la producción estadounidense y manteniendo a Ford, GM, Volvo y otras plantas de fabricación de automóviles en los Estado Unidos. De esta manera, estos aranceles de referencia universales crearán millones de nuevos empleos, aumentarán los ingresos reales de los hogares, impulsarán el PIB, aumentarán la producción manufacturera nacional y generarán cientos de miles de millones de dólares en nuevos ingresos gubernamentales. A medida que aumenten los aranceles a países extranjeros, los impuestos sobre los trabajadores, las familias y las empresas estadounidenses podrán bajar. Esta política de aumentar los aranceles a los productores extranjeros mientras se reducen los impuestos a los productores nacionales, ayudará considerablemente a generar empleos y riqueza dentro de los Estados Unidos. Además, estos aranceles restaurarán la igualdad de condiciones para las empresas estadounidenses en todo el mundo y reducirán drásticamente el déficit comercial.
Con el objetivo de defender aún más a la industria automotriz estadounidense del ataque extranjero, Trump aprobará la Ley de Comercio Recíproco. En virtud de esta Ley, si cualquier país extranjero impone un arancel a los productos fabricados en Estados Unidos, como automóviles o repuestos de automóviles, que sea más alto que el arancel impuesto por los EE. UU. para los mismos productos, Trump tendrá la autoridad para imponer un arancel recíproco del mismo monto a los productos de ese país extranjero. Para garantizar la equidad, la Ley de comercio recíproco facultará al presidente Trump para negociar la reducción de aranceles sobre productos automotrices extranjeros si los países extranjeros acuerdan reducir sus aranceles sobre los mismos productos estadounidenses. La Ley de Comercio Recíproco está respaldada por las opiniones del 91% de los conservadores e incluso del 75% de los demócratas, que apoyan la imposición de aranceles recíprocos a las importaciones extranjeras para proteger a los trabajadores estadounidenses. Una política arancelaria nacional pondrá América en primer lugar y continuará con las exitosas políticas comerciales del primer mandato del presidente Trump, que redujeron el déficit comercial de Estados Unidos, aumentaron los salarios y crearon 500.000 nuevos empleos en la industria.
Es evidente que las políticas comerciales injustas y desequilibradas han perjudicado a las empresas estadounidenses, incluso en la industria automotriz. El resultado ha sido una disminución de la demanda de producción nacional, lo que ha provocado la pérdida de puestos de trabajo en la fabricación y salarios más bajos. Esto se refleja en la reciente huelga en el sector que ha paralizado Detroit.
Desde el momento en que asumió el cargo, vía fraude electoral, las políticas comerciales globalistas de Joe Biden han provocado que el déficit comercial anual se dispare a 1 billón de dólares, su punto más alto en la historia. Quien no quiera ver cuán perjudiciales son, es que está ciego o es un fanático socialista descerebrado sin remedio.
Los salarios reales han disminuido drásticamente durante 28 meses bajo las débiles políticas comerciales de Biden, que inundan el mercado estadounidense con productos extranjeros baratos producidos por mano de obra extranjera barata. Así, los 4 billones de dólares en importaciones extranjeras en 2022 bajo la Administración Biden fueron los más altos que ha habido nunca.
Ahora, el fanatismo de la Administración Biden y de los demócratas de izquierda radical sobre el calentamiento climático está condenando a la industria automotriz de Estados Unidos y está provocando la pérdida de miles de empleos. El índice de gerentes de compras (PMI) ISM de Estados Unidos, que mide los aumentos en la producción manufacturera estadounidense, alcanzó sus niveles más bajos desde la pandemia del coronavirus con los trabajadores manuales de manufactura perdiendo sus trabajos.
Durante 36 años en el Senado, Joe Biden se sentó sin hacer nada mientras esta industria era devastada por una avalancha de importaciones extranjeras baratas de Japón y Corea, que destruyeron pueblos y ciudades enteras en el corazón de los Estados Unidos. Los trabajadores automotrices pidieron protección y Washington los ignoró.
En el momento actual, la creación de empleo bajo Biden está a millones de empleos por debajo de los niveles de creación de empleo del presidente Trump antes de la pandemia. La fabricación de automóviles representa más de 1 billón de dólares (casi el 6% del PIB total de Estados Unidos y aproximadamente el 11,4 % de la producción manufacturera del país. Los mayores contribuyentes al déficit comercial de casi 1 billón de dólares de Biden son los automóviles y las piezas de automóviles de Europa, Japón, México, Canadá y Corea. En 2022, la industria automotriz registró su peor año de ventas en más de una década. Como resultado de la economía inflacionaria de Biden, los precios de los automóviles nuevos aumentaron un 11,1 % a un promedio de 49 500 dólares y los precios de los automóviles usados se dispararon hasta un 31,4 % a finales de 2021. Como resultado, Estados Unidos ha pasado de ser el mayor fabricante de automóviles a producir sólo la mitad de lo que produce China. Es un hecho que los mandatos medioambientales de Biden devastarán aún más la industria automotriz estadounidense. En abril de 2023, la EPA de izquierda radical de Joe Biden propuso nuevas regulaciones de emisiones tan estrictas que es físicamente imposible que los automóviles a gasolina las cumplan. Como resultado, las regulaciones exigirían que las ventas de vehículos eléctricos (EV) aumentaran del 6 % al 67 % de todas las ventas de automóviles en Estados Unidos para 2032. Se proyecta que las nuevas regulaciones de emisiones de Biden eliminen al menos los ya citados antes 117.000 empleos en la fabricación de automóviles en todo Estados Unidos.
El corazón de Estados Unidos, que produce más de las dos quintas partes de los vehículos fabricados y las tres quintas partes de las transmisiones fabricadas en el país serán los más afectados, y se estima que Michigan perderá unos 25.000 puestos de trabajo, Indiana perderá 16.000 y Ohio perderá 14.000. La fabricación de automóviles también sufriría seriamente en el Sur, Tennessee perdería 7.000 puestos de trabajo, Carolina del Sur perdería 5.600 y Alabama perdería 5.200. Este es el negro panorama que espera si continúan Biden y los demócratas en la Casa Blanca.
Las pérdidas de empleos como resultado de los mandatos de EV de Biden ya han comenzado con GM anunciando el fin de 14.000 empleos y cinco plantas de ensamblaje; Ford anunció el despido de 3.000 empleos en su cambio a EV, y Stellantis (propietario de Chrysler) anunció el despido de 3.500 empleados a medida que avanza hacia EV. Debido a que los EV cuestan en promedio el doble que los vehículos a gasolina, tardan más en cargarse por completo y tienen rangos más cortos, casi dos tercios de los estadounidenses prefieren que su próxima compra de automóvil sea un vehículo a gasolina, casi la mitad de todos los concesionarios de automóviles nunca venderían un EV, y aproximadamente la mitad de los propietarios actuales de EV planean cambiar nuevamente a un automóvil a gasolina. Debido a que China posee casi los monopolios sobre los minerales necesarios para fabricar baterías EV, las emisiones previstas de Biden y sus mandamientos harán que la industria automotriz estadounidense dependa totalmente de China. En 2022, la Administración Biden eliminó las licencias de minería de la industria minera de Estados Unidos en el Medio Oeste, lo que impidió la producción nacional de minerales utilizados para fabricar vehículos eléctricos, lo que obligó a Estados Unidos a depender de China para más de la mitad de sus necesidades de suministro de baterías para vehículos eléctricos. Los vehículos eléctricos dependen de la antigua red eléctrica de Estados Unidos que ha experimentado apagones en el verano, así que adaptarse a los aumentos obligatorios de vehículos eléctricos le costará al país decenas de miles de millones de dólares en modificaciones de la red eléctrica.
Las pésimas políticas de Biden condenan a la fabricación de automóviles y amenazan no sólo al millón de trabajadores de la fabricación de automóviles en todo el país, sino también a los 10 millones de trabajadores cuyos trabajos dependen de los automóviles y las piezas de automóviles, incluidos los concesionarios, los mecánicos y los proveedores de piezas de automóviles.
Durante su primer mandato, el presidente Trump tomó medidas ejecutivas para abordar la dependencia excesiva de los minerales chinos para la producción de vehículos eléctricos, lo que provocó un aumento en la extracción de minerales de tierras raras. Algo que volverá a impulsar. No olvidemos tampoco que mientras que Obama y Biden destruyeron 500 fábricas de automóviles y autopartes, el presidente Trump hizo posible con sus políticas la creación de más de 200 nuevas plantas de automóviles y autopartes en sólo cuatro años. Ford y General Motors invirtieron colectivamente más de 2.000 millones de dólares en la fabricación de automóviles nacionales en plantas de Michigan, creando aproximadamente más de 4.000 nuevos puestos de trabajo. En agosto de 2017, Toyota y Mazda anunciaron su plan para construir una planta de ensamblaje de 1.600 millones en Huntsville, Alabama, creando 4.000 puestos de trabajo. En marzo de 2019, Ford invirtió 850 millones adicionales en Flat Rock, creando 900 puestos de trabajo. GM anunció expansiones como parte de una inversión de más de 3.000 millones de dólares en marzo de 2020 para fabricar el Chevrolet Traverse, el Buick Enclave y el Cadillac CT4 y CT5 en sus plantas de Lansing, creando aproximadamente 1.200 puestos de trabajo. Cerca de 750 millones de la inversión de GM se destinaron a Wayne, Michigan, donde se prevé la creación de 2.700 puestos de trabajo en los próximos años.
Donald Trump salvó la industria automotriz de Estados Unidos y tiene un plan excelente que volverá a salvar el sector si es elegido presidente otra vez. Cada votante en Michigan, Ohio, Indiana, Georgia, Carolina del Sur y Carolina del Norte necesita saber que si quiere tener una industria automotriz, debe derrotar al corrupto Joe Biden y reelegir a Donald Trump.