Las elecciones legislativas del 2 de noviembre van a demostrar que muchas cosas están cambiando en Estados Unidos. Pero no el cambio fraudulento que prometió el presidente Obama sino un cambio que barre todo el país para retomar los orígenes ideológicos liberal- conservadores que fundaron esta nación y la hicieron líder mundial.
Es un cambio que se ha fraguado estos dos años y que tiene una base social diversa, aglutinado en torno al Tea Party, y que es imparable. Ni siquiera las mentiras y manipulaciones de la prensa y los medios de comunicación afines a los Demócratas van a conseguir frenar el empuje de la sociedad civil estadounidense, que busca una refundación nacional con claras bases conservadoras, recuperando los valores genuinamente norteamericanos.
Este cambio dará la vuelta al Congreso y lo llenará de candidatos que buscan soluciones a los problemas con sentido común y fieles a los principios. El cambio también está por llegar a los candidatos hispanos del Partido Republicano, cuya presencia será cada vez mayor a partir de ahora. Tres ejemplos ilustran este crecimiento. En Florida, el candidato republicano al Senado federal, Marco Rubio, cuenta con una ventaja holgada sobre el independiente Charlie Crist y el congresista Kendrick Meek, del Partido Demócrata. Es, sin duda, una de las grandes revelaciones con una gran proyección nacional y un valor de futuro seguro.

En Nuevo México, la fiscal del Condado de Doña Ana, la republicana Susana Martínez, aventaja entre 6 y 9 puntos a la vicegobernadora, Diane Denish, en la contienda por el cargo de Gobernador del estado, con una estimación de voto favorable del 47%. En Nevada, el candidato republicano, Brian Sandoval, le está dando un buen revolcón al demócrata Rory Reid en la lucha por ser el nuevo gobernador, a quien aventaja en 14 puntos de acuerdo a los datos de RealClearPolitics. A su padre, Harry Reid, no es que le vaya mucho mejor en la contienda para renovar el escaño en el Senado.
Con la previsible victoria de estos candidatos, el Partido Republicano puede colocar a tres hispanos destacados en cargos muy importantes y de gran perfil nacional. Esto es un cambio importante, no sólo para el GOP, que incrementa líderes latinos propios, sino para la comunidad hispana, que se verá más y mejor representada, y para el panorama político nacional, que se enriquecerá con nuevas caras y con el ideario de conservadores consistentes. Una renovación muy necesaria para afrontar los tiempos que vendrán.
En estas elecciones, como en otras, el voto hispano previsiblemente volverá a ser en su mayoría para los demócratas, pero los vientos de cambio que han nacido de la sociedad civil estadounidense, en base a una mayor información y conocimiento de las políticas que se aplican y de compromiso cívico, y que soplan por todo el país, nos traen nuevas noticias. El voto latino empieza a apoyar con más fuerza los valores que precisamente los latinos representan en su mayoría, valores conservadores, y de su mano seguirán apareciendo en la escena política candidatos que cambiarán el perfil político de este país para hacer políticas que representen mejor las ideas de los ciudadanos.