Léxico sexista
Hay una batalla invisible que está teniendo lugar en el idioma español y cuyo resultado definirá si se hablará y se escribirá bien, sin tonterías políticamente correctas, o se caerá en lo absurdo y en la idiotez más absoluta. Mucha gente ya ha caído. Y el asunto va a más.
La batalla en cuestión se produce todos los días en el campo de batalla del léxico. Los contendientes somos todos aquellos que nos gusta usar correctamente el lenguaje, por una parte, y por otra, los lobbies feministas, los medios de comunicación que actúan a su dictado y la población que se deja embaucar por la tontería del uso de lo que este personal denomina léxico sexista.
Les pongo en antecedentes en un plis plas antes de que se vayan a dormir: se trata del uso de expresiones como “todos y todas”, “miembros y miembras”, “azafatas y azafatos” (pueden reírse un rato, la historia tiene su gracia), “Quijotes y Quijotas” (aquí la carcajada es de órdago), “ciudadanos y ciudadanas”, “españoles y españolas”, «americanos y americanas»… y así un largo etcétera.
Se está llegando a un extremo de idiotez supremo en el uso del léxico para evitar ofender a cualquiera (mujeres, minorías, extranjeros, minusválidos, etc). La tontería es tan grande que se deja al margen las normas asentadas en los usos del lenguaje y aceptadas por los lingüistas para dar cabida a esta pléyade de expresiones políticamente correctas, pero mal empleadas, que hacen farragoso y largo el uso del lenguaje y, en ocasiones, disparatado e inadmisible.
Como ya sabemos todos, si hay algo en lo que se pueda empeorar y hacer las cosas mal, ahí están los españoles para hacerlo los primeros, faltaría más. Se apuntan ciudadanos de toda clase y condición y hasta universidades, colegios, comunidades autónomas, sindicatos, ayuntamientos, Fundaciones, la vecina y otras instituciones. ¡Viva la incoherencia! Se publican guías de lenguaje no sexista sin participación de lingüistas ni escritores. ¡Toma ya! Cualquier día nos levantamos y vemos que “la idioma española” ha nacido para regocijo de feministas y feministos (ya saben que esta especie también prolifera y me divierte mucho…).
En esta batalla, los ciudadanos que utilizan el lenguaje español tienen la clave para salvar el idioma y dejarlo fuera del alcance de las garras de estos colectivos que destrozan el léxico un día sí y otro también. La resistencia a este asalto al lenguaje bien hablado y escrito, debe empezar y terminar en los ciudadanos.
Las extremistas, porque casi siempre son los colectivos feministas y sus adláteres quienes impulsan este uso incorrecto del léxico, empujan al extremismo el lenguaje verbal y escrito al imponer el uso generalizado del masculino y el femenino.
El sentido común y los usos tradicionales y correctos del lenguaje, admitidos por los lingüistas y los profesionales del empleo del léxico, son los que deben orientar el uso adecuado de las palabras. Y nunca las directrices ideológicas de las fanáticas del feminismo y sus palmeros.
Tonterías, las justas para echar unas risas. No más.