Las Palabras del Papa Benedicto XVI
Como es tradicional, el Papa ofició la Misa del Gallo, en Nochebuena, y lanzó algunos mensajes verdaderamente importantes, que parece poca gente ya es capaz de escuchar con atención. Merece la pena detenerse a analizar sus palabras llenas de contenido.
La misa comenzó con el anuncio del nacimiento del Señor, la lectura del antiguo texto de las “Kalendas”, seguido por un homenaje floral ante la imagen del Niño Jesús, que fue llevado a cabo por seis niños: dos de Italia, dos de Costa de Marfil, uno de Filipinas y otro de Corea. Durante la Misa, se pidió por todos los gobernantes del mundo para que promuevan la justicia y la paz, por los pobres y los que sufren y por todas las familias.
Durante la homilía, Benedicto XVI, uno de los Papas más cultos y preparados intelectualmente que ha tenido la Iglesia Católica, dejó pensamientos como que «el egoísmo, tanto del grupo como el individual, nos tiene prisioneros de nuestros intereses y deseos, que contrastan con la verdad y nos dividen unos de otros (…) El conflicto en el mundo, la imposibilidad de conciliación recíproca, es consecuencia del estar encerrados en nuestros propios intereses y en las opiniones personales, en nuestro minúsculo mundo privado«.
“Dios es realmente un Dios con nosotros y el Nacimiento de Cristo no puede dejar a nadie indiferente”. El Papa ha puesto el dedo en la llaga al recordar que “los pastores fueron hacia el Portal corriendo, ya que el Hijo de David, tan esperado, había venido al mundo en Belén y no había otra cosa que pudiera tener mayor importancia (…) En nuestra vida las cosas no son así. La mayoría de los hombres no considera una prioridad las cosas de Dios, no les acucian de modo inmediato. Y también nosotros, como la inmensa mayoría, estamos bien dispuestos a posponerlas. Se hace ante todo lo que aquí y ahora parece urgente. En la lista de prioridades, Dios se encuentra frecuentemente casi en último lugar”. Una realidad que se extiende y que va eliminando de valores a la sociedad y a los individuos.
Benedicto XVI ha subrayado “que el Evangelio dice que Dios tiene la máxima prioridad y que así, pues, si algo en nuestra vida merece premura sin tardanza, es solamente la causa de Dios«, y ha instado para que “aprendiendo de los pastores, los hombres dejen en un segundo lugar otras ocupaciones, por muy importantes que sean, y se encaminen hacia Dios”. En este punto ha vuelto a constatar una realidad y a tender un puente de fe al constatar que: “la mayor parte de los hombres viven lejos de Jesucristo. Vivimos en filosofías, en negocios y ocupaciones que nos llenan totalmente y desde las cuales el camino hasta el pesebre es muy largo. Dios debe impulsarnos continuamente y de muchos modos, y darnos una mano para que podamos salir del enredo de nuestros pensamientos y de nuestros compromisos, y así encontrar el camino hacia Él”.
El Santo Padre, que es un teólogo de amplia formación y lo demuestra en cada discurso y homilía, predicó la «humildad» que es «la señal de Dios«. «La señal de Dios es que se hace pequeño, se convierte en niño en esta noche en la que, para los católicos, el hijo de Dios, Jesús, nació en un pobre establo de Belén, para pedir nuestro amor”. Una llamada directa al ciudadano actual, más preocupado por la artificialidad de las apariencias sociales que de una humildad de espíritu, de obra, y pensamiento. La humildad es un valor que la sociedad arrincona, y debemos recuperar si queremos recuperar nuestro espíritu y nuestra alma.
“Esa señal invita a la fe y al amor. Nos hacemos semejantes a Dios si nos dejamos marcar con esta señal; si aprendemos nosotros mismos la humildad y, de este modo, la verdadera grandeza, si renunciamos a la violencia y usamos sólo las armas de la verdad y del amor», añadió Benedicto XVI, que enfatizó que los cristianos celebramos el Nacimiento del Niño Dios, recordando que Jesús “vino sin armas a salvar a la humanidad” y que la “Navidad es la victoria del amor sobre la soberbia y la violencia”.
También ha exhortado a los hombres a “despertar para que les llegue el mensaje de Cristo” y ha denunciado que “los conflictos en el mundo y la imposibilidad de conciliación recíproca es consecuencia del estar encerrados en nuestros propios intereses egoístas”.
Mensajes importantes, para reflexionar y para obrar en consecuencia.
La Misa del Gallo, oficiada por el Papa y rodeado por numerosos cardenales, fue pronunciada en latín, la lengua universal de la Iglesia católica, y las lecturas que la acompañaron fueron en italiano, inglés, francés, español, alemán, polaco, y algunas otras oraciones en árabe, portugués, y chino.
Hoy, día de Navidad, Benedicto XVI pronuncia su tradicional mensaje navideño e impartirá la bendición “urbi et orbi”, además de saludar en distintos idiomas.
A estas palabras del Papa, añadiría las que pronunció en la catequesis del miércoles previo a Nochebuena, de acertado mensaje, al decir que: “en Jesús, Dios asumió la condición de pobre y desarmado para vencer con el amor y conducir al hombre a su verdadera identidad”, recordó las palabras de Jesús: «Si no os convertís y no os volvéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos” y concluyó: “Quien no haya entendido el misterio de la Navidad no ha entendido el elemento decisivo de la existencia cristiana; quien no acoge a Jesús con corazón de niño no podrá entrar en el Reino de los Cielos”.
Palabras, sólo son palabras. Para quien quiera entender.