Votaré por Trump otra vez
En este 2020, al igual que en 2016, votaré por Donald J. Trump. Lo haré porque es el único candidato que lucha y defiende de verdad a toda la sociedad, a las clases medias, altas, bajas y al trabajador estadounidense. De nuevo veo el sesgo anti Trump y el desprecio de los medios, la prensa, el establishment político de ambos partidos y la censura de las grandes empresas tecnológicas en internet. Y, de nuevo, votaré por Trump, como harán millones de estadounidenses a los que ha dado voz y representa.
No pediré perdón por ello, ni me disculparé, no me esconderé ni disimularé mi apoyo. Hay sobradas razones para que el candidato republicano se haya ganado nuestro voto y confianza. Quien no quiera verlo está ciego de odio ideológico.
Este año hay una diferencia con respecto a 2016. Durante estos casi cuatro años y durante la campaña electoral, el desprecio de los medios de comunicación se ha tornado en intolerancia radicalizada, de modo que se persigue a Trump de forma implacable y también a sus votantes con un odio furibundo. Da igual porque los “Deplorables”, tal y como nos definió la corrupta Hillary Clinton, hemos crecido y somos más. El movimiento conservador está más fuerte y cohesionado que nunca.
Si en 2016 necesitábamos un cambio de rumbo en las políticas y un nuevo liderazgo, que trajo Trump consigo, en 2020 elegimos entre la prosperidad y las libertades que representa Trump y la miseria y las políticas socialistas de Biden que nos llevarían a la quiebra del país y de la sociedad.
Una de las razones principales para votar otra vez por Trump son sus logros durante estos años. Una larga lista de más de 350 promesas cumplidas que han beneficiado al país y a los ciudadanos. También por todos los ataques injustificados que ha debido soportar desde el Partido Demócrata y la prensa para sabotearlo y destituirlo. Me quedo con Trump sin dudarlo y además con satisfacción.
En la reelección de un presidente hay criterios esenciales a tener en cuenta. Veamos algunos: ¿Ha fomentado la paz y la prosperidad? Sí en ambos casos. De hecho, construyó la mayor economía de la historia de este país y está en camino de volver a hacerlo tras superar la pandemia del virus chino. ¿Ha cumplido sus promesas? Sí, por supuesto. Todas las promesas esenciales han sido cumplidas con éxito. Los ciudadanos que no nos vemos manipulados por los medios, valoramos muchísimo esto porque durante décadas se ha acostumbrado a tolerar los incumplimientos de los políticos, que han hecho de su capa un sayo y burlado a la gente de forma grosera. A diferencia de los políticos de carrera, Trump ha cumplido sus promesas con una voluntad y compromiso encomiables.
Se propuso ser un presidente creador de empleos y lo consiguió. Sus políticas favorecieron a los trabajadores de todas las razas y niveles de ingresos. Sus tasas de empleo han sido históricas y las mejores desde hace cinco décadas. Su compromiso con el empleo quedó patente en el último debate con Biden. El demócrata se centró en subir impuestos y abandonar sectores productivos clave como el petróleo y el gas, mientras Trump los consideró importantes parta seguir creando empleo y riqueza.
¿Qué más razones tenemos para votar por Trump? Hay muchas, pero las más destacadas son que seguirá incidiendo en políticas para reducir los impuestos y las regulaciones, controlar la inmigración ilegal, nominar jueces cualificados y conservadores para el Tribunal Supremo y otros tribunales, impulsar la elección de escuela, defender la Segunda Enmienda, apoyar la cultura de la vida frente al aborto, potenciar una educación patriótica de calidad, establecer mejores acuerdos comerciales exteriores, proteger y honrar a los veteranos y fortalecer las Fuerzas Armadas. Son temas importantes que Trump defiende y en los que Biden haría lo contrario.
Los éxitos de Trump alcanzan la política exterior también. El presidente ha cumplido su palabra de poner fin a las guerras más largas y mantener a Estados Unidos fuera de nuevos conflictos mientras fortalecía el ejército, que había sido gravemente erosionado por la Administración Obama / Biden. Asimismo, está logrando una paz histórica entre Israel y los estados árabes al tiempo que ha puesto contra las cuerdas al régimen iraní, luchando con éxito contra sus ambiciones nucleares y sus conexiones terroristas.
La agenda America First ha cosechado éxitos importantes para Estados Unidos. Es un hecho incuestionable. Su confrontación con China, a cuenta de acuerdos comerciales desequilibrados y su agresión regional, también ha supuesto una victoria para Trump. Ningún otro presidente intentó siquiera combatir al régimen comunista de China. Trump sí y lo ha empezado a derrotar. Es cierto que necesitaremos cuatro años más para revertir las décadas en las que China utilizó subterfugios, triquiñuelas y robos diversos para construir su economía a expensas de los empleos estadounidenses.
Incluso en la crisis del coronavirus, Trump ha destacado por una gestión rápida y acertada. El presidente ordenó una enorme movilización de recursos gubernamentales y de la industria privada y los distribuyó rápidamente a los estados. Tomó decisiones decisivas de forma temprana que han salvado millones de vidas, como el cierre de fronteras y la realización de pruebas masivas. El rápido progreso en el desarrollo de vacunas no tiene precedentes y es un éxito que debemos al liderazgo de Trump en este tema.
Es triste ver cómo gestiones pésimas de la crisis por parte de Gobernadores demócratas de Nueva York, New Jersey y otros estados, que provocaron miles de muertes con fallos terribles de gestión, se achaquen al presidente, cuando nada ha podido hacer en esos casos. Las políticas que defiende Trump de apertura de las economías contrastan por sus éxitos con los cierres que defienden los demócratas en los estados donde gobiernan, que permanecen bajo estrictos cierres y tienen tasas de desempleo casi el doble que los estados donde los Gobernadores republicanos se movieron más rápido para reabrir escuelas y negocios, siguiendo las directrices de Trump.
A pesar de los éxitos del presidente Trump, o precisamente debido a ellos, las fuerzas desplegadas en su contra en 2016 se han seguido negando a aceptar su presidencia. Hicieron todo lo que pudieron para ponerle fin con un impeachment basado en falsedades y fallido. Ese acoso brutal por parte del establishment, los medios, la prensa y el Partido Demócrata en manos de izquierdistas radicales, es otro motivo de peso para seguir al lado de Trump y votarlo. Esos llorones que no aceptan la presidencia de Trump, se merecen otros cuatro años de trumpismo a tope, con el presidente dando caña desde la Casa Blanca. Simplemente no podemos recompensarlos con una victoria por su continuo sabotaje para destituir a un presidente que fue debidamente elegido por casi 64 millones de ciudadanos libres de pensamiento y acción, no rehenes de las mentiras de los medios.
Todo en torno a la injerencia de Rusia fue una estafa urdida por los demócratas que arruinó vidas y puso una nube de sospechas sobre la Casa Blanca durante casi tres años. La secuela fue un juicio político partidista y corrupto, un torpe intento de golpe de estado orquestado por Nancy Pelosi y los que odian a Trump en el Congreso, el Estado Profundo y los medios de comunicación. Fracasaron, se cayeron y todavía les escuece el culo. El sesgo anti Trump de la prensa en 2016 se ha transformado en un partidismo total a diario en los medios impresos, digitales, de televisión y de radio. Facebook, Twitter y otras plataformas sociales usan abiertamente su poder para censurar noticias y opiniones pro-Trump mientras promueven cualquier noticia falsa o manipulada que haga quedar mal al presidente. No se trata de los algoritmos, sino de la gente sectaria que hay detrás de ellos que no quieren que usted piense por sí mismo y vea que Trump es un gran presidente. La decisión de estas redes sociales de bloquear las informaciones en primicia del New York Post sobre los acuerdos comerciales corruptos de Hunter Biden y la participación de Joe Biden para enriquecerse usando su cargo de vicepresidente debería asustar y escandalizar a cualquiera que valore la Primera Enmienda y respete de verdad la Casa Blanca.
Los anti Trump, que son los haters más enloquecidos que he visto en años, se han embarcado en un frenesí de odio para destruir a Trump y todo lo que representa. Es una guerra cultural que se extiende por las calles con violencia de la mano de los fanáticos izquierdistas de Antifa y BLM, amparados y apoyados por los demócratas.
La destrucción de obras de arte que celebran los logros de personajes como Cristóbal Colón, George Washington, Abraham Lincoln y otros abolicionistas blancos y negros revela la determinación de esos radicales sin cerebro de borrar los ideales bajo los que se fundó Estados Unidos y reemplazar la libertad individual con políticas radicales socialistas y marxistas. Biden, que lleva en la vida pública durante casi 50 años sin haber conseguido nada frente a los 47 meses de Trump llenos de logros, se alinea con el ala radical de su partido al insistir en que el «racismo sistémico» mancha a la nación, especialmente a las fuerzas del orden. Una gran mentira que difunden sus medios amigos y el Hollywood más idiotizado en manos de izquierdistas.
Frente a la propagación de la violencia de Antifa y la negativa de Biden y los demócratas en condenar los incendios, destrucción y saqueos anarquistas, encontramos a Trump firme del lado de la ley y el orden y dispuesto a dar la batalla de las ideas, la guerra cultural y poner el culo morado a los criminales fanáticos de izquierda. Una bendición.
El escandaloso respaldo de los medios de comunicación a la corrupción del Partido Demócrata, que utilizó, bajo la Administración Obama / Biden, a las fuerzas del orden y agencias de inteligencia federales para espiar a Trump con fines partidistas, es también razón suficiente para votar por Trump. Una gran mayoría de los medios y la prensa se han convertido en herramientas de propaganda activista contra Trump y es algo que debemos derrotar también al votar por Trump otra vez. Votar por él es votar por América y sus libertades y contra aquellos que quieren destruir nuestro sistema de valores para conducirnos a un socialismo destructivo.
Hoy, los argumentos para votar por Trump se mantienen intactos, se han fortalecido y son más persuasivos que nunca. Destaquemos y resumamos estos cinco grandes bloques:
La educación. Si cree en la igualdad de oportunidades, quiere que todos los jóvenes reciban una educación decente. En muchas ciudades lideradas por demócratas, los niños hispanos y afroamericanos no reciben una. Las reformas planteadas por Trump son necesarias para dejar de seguir condenando a millones de niños negros e hispanos al estatus de segunda clase. Veamos un ejemplo: la ciudad de Nueva York gasta $ 28.808 por alumno de escuela pública, pero en 2019 sólo el 28% de los niños negros dominaban las matemáticas y el 35% logró el corte en inglés. Eso en un estado gobernado por los demócratas, que se vanaglorian de ayudar a las minorías. Falso. Eso es inaceptable, pero el candidato Biden respondería entregando aún más fondos a sus compañeros de sindicatos y apoyando el status quo sin cambiar nada. ¿Por qué? Porque necesita dinero de la Asociación Nacional de Educación y la Federación Estadounidense de Maestros, dos de los donantes políticos más grandes de nuestra nación.
Sólo el año pasado, esos dos sindicatos gastaron 25 millones de dólares en campañas políticas, el 94% para los demócratas. Eso no incluye la invaluable contribución en especie de millones de maestros que son enviados de puerta en puerta para inscribir a los votantes demócratas y llevarlos a las urnas.
El presidente Trump ha defendido la elección de escuelas, que es abrumadoramente popular en todo el país. Una encuesta reciente de RealClear Opinion Research mostró que el 77% de los votantes aprueba que se permita a las familias usar el dinero de sus impuestos para una escuela que les funcione, incluido el 69% de los encuestados negros. En pocas palabras: si los políticos realmente se preocupan por mejorar la suerte y las oportunidades de los negros y los hispanos, deben respaldar la elección de la escuela. Sólo Trump puede cumplir con este tema esencial.
ObamaCare. Los demócratas han puesto este programa de seguros fallido en la papeleta electoral, y debería serlo. Si bien Biden intenta asustar a la gente diciendo que la Casa Blanca de Trump eliminará las protecciones para las personas con afecciones preexistentes, lo cual no es cierto, se olvidan de mencionar que el coste de las primas de seguro bajo ObamaCare para las personas que reciben subsidios se duplicó entre 2013 y 2017, por lo que resulta inasequible para millones de personas. Como consecuencia, el número de personas sin seguro en el país aumentó. A partir de 2019, sólo 11,4 millones de estadounidenses estaban inscritos en los intercambios de atención médica exigidos por la ACA. El Centro de Servicios de Medicare y Medicaid da este ejemplo: “una pareja de 60 años en Grand Island, Nebraska, que gana $ 70.000 al año, que es demasiado para calificar para el subsidio de prima de Obamacare, se enfrenta a pagar $ 38.000, más de la mitad de su ingreso anual, para comprar un plan plata con un límite máximo anual de desembolso personal de $ 11.100”. Los números simplemente no funcionan. La Administración Trump quiere aumentar la cantidad de personas cubiertas permitiendo planes privados a corto plazo menos costosos y permitiendo que los grupos formen sus propios Planes de Salud de la Asociación. El presidente también está combatiendo el aumento de los costes de la atención médica mediante la emisión de una orden ejecutiva que exige la transparencia de los precios, a lo que se opone la comunidad médica. ObamaCare tal vez ayudó a algunas personas, pero también tuvo serios defectos. Debe arreglarse y aumentarse con opciones privadas, que es la propuesta de Trump. Alguien debería preguntarle a Biden: si la ACA es tan fantástica, ¿por qué tantos demócratas quieren reemplazarla con “Medicare para todos”?
La economía. A medida que salimos de esta recesión temporal por el coronavirus, la adopción continua de Trump de impuestos más bajos y una baja regulación, y la insistencia en mejores acuerdos comerciales para los trabajadores estadounidenses, inspirará la inversión y expansión empresarial, y fomentará la creación de más empleos. Algo que ya está sucediendo de nuevo. Eso es lo que pasó en 2016. En el momento en que se eligió al presidente, el optimismo empresarial y del consumidor se disparó, lo que llevó a nuestra entonces economía depresiva a crecer a toda máquina. El resultado fue una ola de contrataciones que elevó los salarios al ritmo más rápido en una década y permitió a las personas progresar con nuevas oportunidades. El año pasado, los ingresos aumentaron un 6,8% como resultado de un salario más alto, pero también porque, como muestran los informes de JOLTS, la gente tenía la confianza para renunciar y aceptar trabajos mejor pagados. Esto volverá a suceder. La actividad se ha recuperado más rápido en los últimos meses de lo que esperaban los economistas, incluso cuando gran parte del país se ha bloqueado y la perspectiva es de un mayor crecimiento en 2021. Los más de 11 millones de empleos creados en sólo cinco meses es un ejemplo de ello.
La prescripción de Biden de impuestos más altos, especialmente para la clase inversora, revertiría este impulso. Al igual que su prometida reentrada en el Acuerdo Climático de París y la promesa de eliminar los combustibles fósiles. Estas políticas descabelladas frenarán el crecimiento y deberían ser rechazadas de plano.
La insatisfacción con el gobierno. Los estadounidenses no quieren un gobierno federal más grande, sino más pequeño. Esto no ha cambiado desde los tiempos de Reagan. Sigue siendo así. En 2016, Gallup preguntó: «En general, ¿cree que hay demasiada, muy poca o la cantidad adecuada de regulación gubernamental de las empresas y la industria?» En ese momento, el 47% respondió «demasiado», el 22% dijo muy poco y el 27% dijo «la cantidad correcta». Hoy, gracias a los esfuerzos de Trump para reducir la carga regulatoria sobre los propietarios de pequeñas empresas y las personas, sólo el 36% dice que estamos sobrerregulados y el 36% cree que tenemos la «cantidad adecuada de supervisión». Esto sí es progreso.
El Tribunal Supremo. Es determinante para definir el voto. Aquellos que creemos en los mercados libres y el gobierno limitado necesitamos apoyar a un presidente dedicado a nombrar jueces para el Tribunal Supremo y jueces para otros tribunales que protejan nuestra Constitución y la interpreten en su sentido original.
Trump ha superado las expectativas con creces en este tema. La nominación de Amy Coney Barrett al Tribunal Supremo, su tercera nominación, será otro baluarte contra el activismo judicial y el aumento del poder federal.
Son cinco grandes áreas que determinan el voto para Trump y siguen siendo críticas en 2020. Otros logros del presidente, como traer rehenes a casa, acuerdos comerciales revisados, enfrentarse a China, reconstruir el ejército, endurecer nuestras fronteras, la exitosa iniciativa de paz en Oriente Medio y que la izquierda esté desquiciada, facilita aún más la elección por Trump.