La Navidad del Presidente Trump
Las grandes ocasiones llevan implícitas grandes discursos. El Presidente Trump es un improvisador nato de discursos, que gusta de conectar con la gente con un lenguaje llano y simple que todos entiendan. Pero también es capaz de ofrecer discursos brillantes, plenos de contenido y que quedan para la historia. Ya lleva unos cuantos en esa línea, y el discurso que ofreció con motivo del encendido del árbol de Navidad en la Casa Blanca es una muestra de esos mensajes profundos y excelentes que los medios progresistas y manipuladores se empeñan en ocultar para que la gente no vea la auténtica dimensión moral y política del Comandante en Jefe.
En este discurso, que hoy recupero ante la inminente celebración de la Navidad, Trump construyó un mensaje netamente cristiano y se centró en la razón central por la que celebramos esta fiesta: el nacimiento de Jesús de Nazareth, el hombre que cambió la historia y creó el cristianismo como una de las corrientes de fe, humanidad, espiritualidad y progreso más poderosas de la historia de la humanidad.
Mientras una gran mayoría de los medios de comunicación y una parte de la sociedad se pierden en actos de consumismo y fiestas sin sentido, Trump nos recuerda la razón y la esencia misma de la Navidad: “Cualesquiera que sean nuestras creencias, sabemos que el nacimiento de Jesucristo y la historia de esta increíble vida cambiaron para siempre el curso de la historia humana. Difícilmente hay un aspecto de nuestras vidas hoy en día que su vida no haya tocado: el arte, la música, la cultura, el derecho y nuestro respeto por la sagrada dignidad de cada persona, en todo el mundo.”
Si estas palabras las hubiera pronunciado el Papa Francisco, serían portada mundial y objeto de alabanza y adoración. Sin embargo, las ha dicho Trump y es ninguneado de forma vergonzosa. Lo importante es que están ahí para quien quiera escuchar de verdad el mensaje. Quien tenga oídos, que oiga. Navidad no son regalos masivos, ni compras, ni cenas suntuosas, ni viajes de vacaciones, ni fiestas sin fin. Navidad es la figura de Jesús de Nazareth y el significado profundo del cristianismo, que es objeto de ataques pese a que es la religión que ha permitido construir la civilización más avanzada del mundo.
Trump no sólo está desarrollando una presidencia que cumple promesas y hace prosperar al pueblo estadounidense, sino que enfrenta la degeneración de esa sociedad acomodaticia y sin rumbo que pretende abrazar lo políticamente correcto y los postulados progresistas, feministas y de la ideología de género, que son enormemente negativos y destructivos. Y lo hace desde posturas judeocristianas, las raíces culturales y religiosas de Estados Unidos. Al recordarnos el motivo de la celebración de la Navidad, cumple perfectamente con su papel de Presidente de la nación al defender la razón de ser y el espíritu de la Navidad. No se trata sólo de recuperar y decir “Feliz Navidad”, que también, sino de traer a nuestras vidas el sentido auténtico de esta fiesta religiosa. Sí, es una fiesta religiosa, no lo olvidemos en este mundo consumido por el consumismo, lo banal, la ignorancia y lo artificial.
Trump señala que: “Desde los primeros días de nuestra nación, los estadounidenses han conocido la Navidad como un tiempo de oración y adoración, de gratitud y buena voluntad, de paz y renovación (…) Para los cristianos, ésta es una época santa: la celebración del nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La historia de la Navidad comienza hace 2000 años con una madre, un padre, su hijo pequeño y el regalo más extraordinario de todos: el regalo del amor de Dios para toda la humanidad”.
Palabras que expresan de forma clara, sencilla y emotiva el significado de esta fecha que ahora celebramos. Somos cristianos y celebramos este día con el orgullo de ver nacer a nuestro Salvador en tantos sentidos.
Un discurso de la talla del que ofreció Trump merece reflexión. Por eso lo transcribo íntegro. Léalo y olvídese de las mentiras de los medios. Simplemente asimile este mensaje de Navidad, cristiano y profundamente humanista:
Muchas gracias a todos, éste es un gran honor y es algo muy especial. También quiero agradecerle por hacer un trabajo fantástico a la primera secretaria Zinke, muchas gracias, secretaria. Hoy es un día que he estado esperando mucho durante todo el año, es algo que hemos escuchado y de lo que hablamos y soñamos, y ahora, como presidente de los Estados Unidos, es mi gran honor finalmente desear a América y al mundo una muy Feliz Navidad.
Quiero agradecer a todos los que se han reunido aquí, frente a la Casa Blanca, a esa bella y hermosa Casa Blanca, y a todos los que lo están viendo desde casa para ver la iluminación de este increíble árbol nacional de Navidad. Durante casi un siglo, a través de los buenos tiempos, en efecto, todos los presidentes han participado en esta maravillosa tradición, iniciada por primera vez por el presidente Coolidge, pero esta noche me informaron que el clima que tenemos es el mejor en 25 años. De hecho, dije que siempre es así, que la secretaria dijo que no ha sido así durante mucho tiempo, así que tenemos mucha suerte. Finalmente, en 1870, el presidente Ulises S. Grant firmó una legislación que convertía la Navidad en una fiesta federal, y creo que lo estamos haciendo otra vez, eso es lo que está sucediendo.
Desde los primeros días de nuestra nación, los americanos han sabido que la Navidad es un tiempo para la oración y el culto, para la gratitud y la buena voluntad, para la paz y la renovación. Melania y yo estamos llenos de alegría al comienzo de este muy bendito tiempo, estamos encantados de pensar en la gente de todo el país, y en todos los continentes, cuyos espíritus se levantan por el milagro de la Navidad.
Para los cristianos, este es un tiempo sagrado: la celebración del nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La historia de Navidad comienza hace 2.000 años con una madre, un padre, su hijo pequeño y el don más extraordinario de todos: el regalo del amor de Dios para toda la humanidad. Cualesquiera que sean nuestras creencias, sabemos que el nacimiento de Jesucristo y la historia de esta increíble vida cambiaron para siempre el curso de la historia humana. Difícilmente hay un aspecto de nuestras vidas hoy en día que su vida no haya tocado: el arte, la música, la cultura, el derecho y nuestro respeto por la dignidad sagrada de cada persona, en todo el mundo.
Todos y cada año, en Navidad, reconocemos que el verdadero espíritu de la Navidad no es lo que tenemos, se trata de lo que somos: cada uno de nosotros es un hijo de Dios. Esa es la verdadera fuente de alegría en esta época del año. Eso es lo que hace que cada Navidad sea feliz, y eso es lo que recordamos de la hermosa ceremonia de hoy: que estamos llamados a servirnos unos a otros, a amarnos unos a otros y a buscar la paz en nuestros corazones y en todo el mundo.
Y esta noche agradezco a los millones de estadounidenses que iluminan nuestras vidas y alegran nuestras maravillosas comunidades. Agradezco a aquellos que están sirviendo a los necesitados durante esta temporada y durante todo el año. Agradezco a nuestros hombres y mujeres militares que están estacionados en todo el mundo manteniéndonos a salvo. Agradezco a nuestros agentes del orden público que protegen nuestras calles y aseguran nuestra patria. Agradezco a los maestros, pastores y todos aquellos religiosos y personas de Estados Unidos que nos han enseñado tanto con su liderazgo en nuestras comunidades y nuestra sociedad.
Y especialmente esta noche doy las gracias a las familias de los Estados Unidos. En Navidad se nos recuerda más que nunca que la familia es la base de la vida estadounidense.
Y entonces, esta Navidad pedimos las bendiciones de Dios para nuestra familia, para nuestra nación. Y rezamos para que nuestro país sea un lugar donde cada niño conozca un hogar lleno de amor, una comunidad rica en esperanza y una nación bendecida con fe.
En nombre de Melania, yo, Barron, todos mis hijos, todos mis nietos, están aquí con nosotros esta noche. Quiero daros las gracias, que Dios os bendiga y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América. Muchas gracias, feliz Navidad a todos. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo! ¡Gracias!