Ser como niños
Una de las llamadas de Jesús nos invita a ser como niños para entrar en el reino de Dios. Porque la esencia de ser como niños ante Dios implica depender de Él. Jesús nos recuerda que nadie tiene el derecho de exigir entrar a su reino sino que sólo entrarán los que reciban ese privilegio como un regalo. Esto hay que entenderlo bien porque no es lo mismo ser como niños que tener una conducta infantil. Debemos evitar ser caprichosos y pensar que tenemos derecho a todo, alejarnos de la irritación por no conseguir lo que queremos, que son síntomas de infantilismo. En cambio ser como un niño auténtico es reconocer que no se puede exigir nada a Dios, es confiar y tener fe en que Él proporcionará lo que se necesite, y no pensar que se ha de ganar el favor de Dios porque se entiende que el Señor ha entregado libremente a su Hijo para que nos redima de los pecados y nos lleve por el buen camino que lleva a la presencia del Padre.
Este concepto es difícil de asumir especialmente en los tiempos actuales, en los que prima y se exaltan las conquistas personales y la autosuficiencia, ya que depender de Dios puede resultar difícil de aceptar o comprender. La pregunta se plantea enseguida: ¿por qué volver a ser niños pequeños tras superar obstáculos sin otra ayuda que la capacidad de uno? La respuesta está en entender el amor de Dios, que mandó a Jesús a rescatarnos, como la oveja perdida que somos, para llevarnos de regreso al Padre. Si conseguimos entender ese amor podremos confiar en Dios, podemos entregarnos en manos de Dios, como el niño en brazos de su padre o de su madre, como una reacción natural ante quien nos merece confianza plena. Lo vemos en situaciones de peligro extremo, cuando las personas se entregan y se encomiendan a Dios, en ese último instante en que necesitan creer y confiar en algo más. En Dios.
Jesús nos enseña a acercarnos a Dios mediante la oración y la meditación de su Palabra, que permite que crezca nuestro amor al Señor y nuestra confianza en Él como niños. Por eso Jesús es nuestro Pastor y Salvador, sale a nuestro encuentro y nos halla extraviados por la vida, y nos conduce a Dios mediante la confianza y la fe.
Música litúrgica para el Miércoles Santo según lo que indica el Graduale Romanum:
O Redemptor