Los equilibrios de Trump
El presidente Trump se ha especializado en equilibrismo sin red de seguridad, algo para lo que hay que tener coraje y agallas en la política norteamericana. Los equilibrios presidenciales le están saliendo a cuenta, en tanto que Trump está demostrando una cintura política envidiable. La aprobación a su gestión no deja de crecer cada semana y ya se sitúa en datos del 60% a nivel general, del 85% entre republicanos, del 75% entre independientes y 51% entre la generación millenial, de acuerdo a una encuesta de Zogby. Números que ponen una sonrisa de oreja a oreja al equipo de reelección del presidente.
Sin embargo, no son los equilibrios de cara a la prensa o la opinión pública los que más preocupan al presidente, sino los equilibrios que debe realizar en cuestiones como la inmigración, Irán, Venezuela, China y los riesgos que estos frentes representan para la seguridad nacional. Para hacer frente a los mismos, Trump ha declarado recientemente una emergencia nacional para proteger las redes de telecomunicaciones estadounidenses mediante una orden ejecutiva que entrega competencias al gobierno federal para prohibir a empresas que contraten con proveedores extranjeros. Una forma directa de hacer frente a las incursiones de espionaje de China a través de operadores de telecomunicaciones.
Trump protege así la seguridad nacional y responde a la amenaza que entrañan los adversarios extranjeros a la cadena de suministros de servicios y tecnología de comunicaciones e información de la nación. Un sector clave para la economía y la seguridad de este país.
Pero si hay un tema donde el presidente hace verdaderos equilibrios, ése es el comercio internacional y los aranceles. Metido en harina de la negociación bilateral con China, Japón y la Unión Europea, Trump despliega sus habilidades negociadoras y de equilibrista. Ahora aplicamos aranceles, ahora los levantamos, los subimos o los bajamos. En pocos asuntos disfruta más Trump que con estas negociaciones comerciales en las que su único interés es beneficiar al pueblo estadounidense. Y a fe que lo está consiguiendo. Las tasas de empleo, inflación, competitividad, salarios y crecimiento económico, que viven un boom continuo, los reflejan bien y hablan mejor que nadie de los éxitos de la gestión presidencial. Prueba de esta estrategia ganadora:
El acuerdo comercial USCMA con Canadá y México, que ha permitido la eliminación de los aranceles estadounidenses al acero y el aluminio y a productos agrícolas de USA.
Alguien como Trump, que lo mismo vale para un roto que un descosido, no se puede limitar a unos cuantos temas. Necesita dejar una huella más perdurable. Por eso, la reforma del sistema de inmigración, que lleva 54 años sin tocarse, es una de sus apuestas más ambiciosas. Un plan de reforma y modernización de nuestro proceso de inmigración legal basado en los méritos y las capacidades personales. Por fin, el sistema será justo, transparente y promoverá la igualdad y la oportunidad para todos.
Un plan de inmigración que incluye como objetivos importantes también asegurar la frontera sur con México; reemplazar las tarjetas verdes (“green cards”) existentes con una nueva “Visa Build America”; conceder medio millón de permisos de residencias por razones familiares y medio millón por méritos, capacitación profesional y educativa; dominio del inglés; proteger los salarios estadounidenses; promover los valores estadounidenses; y atraer a los mejores talentos del mundo. En resumen: un nuevo sistema de inmigración legal moderno y eficaz.
En el terreno judicial, Trump se apunta éxitos sin parar. El más reciente al lograr que el Senado confirme a su candiado, Kenneth Lee, para el Noveno Circuito del Tribunal de Apelaciones en sustitución del juez progre Stephen Reinhardt. Kenneth Lee ya es el juez número 40 de los candidatos de Trump confirmados para Tribunales de Apelaciones. Y no será el último.
Equilibrios en la zona de riesgo con Irán. Al despliegue militar de portaaviones, buques de asalto, baterías de misiles y bombarderos, se unen otras operaciones especiales con menos cobertura mediática, pero si cabe más importantes, que están haciendo frente al régimen integrista de Irán. Equilibrios presidenciales para derrotar los intentos bélicos del régimen de los ayatollahs y para no incendiar el Golfo Pérsico con una guerra que Estados Unidos ganaría con holgura.
Equilibrios en Venezuela para lograr una transición a la democracia y sacar del poder a Nicolás Maduro y su dictadura. Trump es el factor determinante que está permitiendo albergar esperanza a los venezolanos. Entre la presión y la negociación, el presidente hace equilibrios para que Venezuela recupere un sistema democrático y sus libertades.
Trump hace equilibrios sin red en el tablero de la política internacional y nacional, con esa seguridad y aplomo de saberse el mejor equilibrista, capaz de reaccionar en segundos para cambiar un pie por otro, alzar los brazos y mantenerse en equilibrio perfecto sobre el alambre mientras otros se desmoronan y caen.