Operaciones Black Recon
Desde las Segunda Guerra Mundial han existido las operaciones “Black Recon”, operaciones clandestinas para llevar a cabo misiones de especial relevancia, pero ha sido en los últimos años cuando han cobrado una importancia capital en la estrategia militar de Estados Unidos, hasta el punto de que son el pilar de buena parte de la acción militar exterior.
La característica esencial de las “Black Recon” es su carácter secreto, incluso para las fuerzas militares que no están comprometidas en cada misión. Los objetivos han variado con el paso del tiempo, y ya no sólo son la localización y destrucción de instalaciones e infraestructuras esenciales del enemigo, sus plataformas de misiles, acuartelamientos, sistemas de comunicaciones o abastecimiento, sino que alcanzan con frecuencia objetivos de localización y eliminación de líderes enemigos, captura e interrogatorio, rescate de rehenes y prisioneros de guerra, sabotaje cibernético y tecnológico, y señalización de objetivos para bombardeos posteriores.
Unidades de elite de los Navy Seals, la Delta Force, los Rangers, los Boinas Verdes, los marines, el 160 Regimiento de Aviación y la División de Actividades Especiales, entre otras, se han convertido en el brazo armado imprescindible para ejecutar las “Black Recon” y poner en práctica la estrategia militar de Estados Unidos. Todos ellos son cuerpos altamente especializados, con procesos de selección y entrenamiento muy duros y exigentes, y con grandes recursos tecnológicos y armamentísticos, pero aún así no están dando todo el potencial que tienen, y eso sólo es por una razón: los vaivenes políticos que dejan las órdenes a merced de funcionarios y burócratas que no siempre aciertan con sus decisiones.
Desde hace un tiempo hay un debate en Estados Unidos, en las altas esferas de las fuerzas armadas y la comunidad de inteligencia, en el que tratamos de establecer nuevos protocolos de decisión en situaciones de emergencia y crisis. Es necesario que la capacidad de impartir algunas órdenes quede en manos de militares y analistas que conocen y comprenden bien determinadas situaciones, en vez de en algunos políticos poco familiarizados con las ”Black Recon” y su desarrollo táctico, que están más interesados en sus carreras políticas muchas veces que en preservar los intereses de seguridad nacionales. Las operaciones clandestinas, como ya anticipamos algunos en el sector y como estamos viendo todos los días, van a seguir desempeñando un importante papel en el despliegue de la estrategia militar norteamericana, pero tenemos la responsabilidad de conseguir todo su potencial para alcanzar los objetivos señalados en cada misión. Esto no puede quedar en manos del político o el funcionario de turno que no tiene ni idea de cómo se ejecuta una “Black Recon”, su alcance, consecuencias y necesidades, sino de los hombres profesionales que llevan años trabajando en estas tareas y que saben lo que hay que hacer en cada momento. Por eso importa, y mucho, la cualificación y conocimiento militar de cuantos actúan en la cadena de mando y del Comandante en Jefe. Una cuestión que los votantes deben tener en cuenta a la hora de hacer su elección presidencial.