A menudo me preguntan cómo veo la situación editorial en España y el por qué de la caída de ventas generalizada, que ya acumula un descenso profundo por sexto año consecutivo, desde el 2008. En 2012 se facturaron 2.471 millones de euros en el mercado interior español, lo que implica una caída de las ventas de un 10,9% con respecto a 2011. En 2013 el tema ha ido de mal en peor. Una caída de ventas del 15% respecto a 2012 y pérdidas que superan los 300 millones de euros.
Profesionales inmersos en el sector editorial argumentan con frecuencia que las razones son la crisis económica, los precios, la piratería y el recorte de ayudas públicas y subvenciones. En mi opinión, esto únicamente explica una parte del problema. Hay otra razón de peso por la que las ventas descienden en picado, y es la falta de interés por la cultura en general y por la lectura en particular de buena parte de la población. A diferencia de Estados Unidos, donde los hábitos de lectura están muy arraigados y la cultura y los libros ocupan un lugar importante en la vida de las personas, en España en general esto no es así, salvo para unos pocos miles de personas. Hay un sector de la población que lee, por supuesto, pero comparativamente es pequeño y además tiende a uniformizar sus gustos e incluso a caer en la piratería de los ebooks o en las prácticas masivas de intercambio de libros, que terminan restando ventas a las editoriales y a los autores.

Otra de las razones que escucho con cierta frecuencia son los precios de los libros, pero la realidad es que hoy en España estos precios son asequibles y hay para todos los bolsillos. Si hubiera interés por la lectura, por supuesto, un interés que está desapareciendo a pasos agigantados, en contraste con otros hábitos puramente consumistas que están marginando la lectura. Leer no es consumir, hay que poner las neuronas a trabajar y parece que una gran parte de la sociedad española actual no tiene muchas ganas de hacer esto. Se gasta dinero en muchas cosas: copas, cenas, viajes, fútbol, discotecas, tapas, etc, pero no queda dinero para libros por una razón simple: no hay gran interés en leer en gran parte de la población. Esto es grave porque los libros siempre han sido la clave para una sociedad avanzada y que sabe pensar por sí misma. Uno de los fallos está en el sistema educativo español en todas sus etapas, que durante años no ha sabido inculcar este interés por la lectura, y el otro lo encontramos en las familias españolas, que tampoco están potenciando la cultura y la lectura en su seno. Al menos no como potencian otras historias.

La solución pasa por adoptar muchas medidas, entre ellas algunas de las más importantes son, sin duda, volver a recuperar el valor del libro y de la lectura en casa, en la escuela y la universidad, reordenar todo el sector editorial para eliminar la piratería mediante una oferta de libros con precios ajustados y competitivos, hacer labor pedagógica para que los lectores entiendan que la cultura tiene un coste o se destruirá o será de poca calidad, y que no es posible leer y tener todo gratis.
Me preocupa menos ese sector de la población que lee con frecuencia, ya sea pagando o pirateando contenidos, pero sí un hecho preocupante que está en la base para que no haya más lectores en España. De acuerdo a un informe de la OCDE, la población adulta española tiene serios problemas de comprensión lectora, tanto de libros, cuyos argumentos no son capaces de seguir, como de una mera factura de la luz. Entre los 16 y los 65 años un 66,6% de la población adulta española presenta serios problemas de comprensión lectora. He aquí el gran problema del poco interés por la lectura en España. El informe Pisa para adultos también apunta otra de las claves: el bajo consumo per cápita de libros respecto a otros países. Si a esto le añade esos lectores habituales que se pasan a leer ebooks pirateados, y la incapacidad de la industria editorial para cambiar viejos vicios y estructuras obsoletas, ya tiene el esquema de la tormenta o crisis que está viviendo el sector editorial.