A menudo los análisis de la situación en el sector editorial se centran en el problema de la piratería, ya que es una de las causas principales de la crisis de ventas, pero es importante que también centremos la atención en uno de los aspectos que da esperanza para todos cuantos nos movemos en este mundillo de los libros, para los escritores, los editores, los distribuidores y los libreros.
En un entorno en el que las bajadas de ventas ponen en serios aprietos a las editoriales, muchas de ellas con las cuentas de resultados en pérdidas, a las librerías, que deben cerrar sus puertas ante la escasez o nulas ventas, y a los escritores, que deben asumir una mayor pérdida de sus ya escasos beneficios, colocándolos en la disyuntiva de si merece seguir escribiendo y publicando o mejor se dedican a otras actividades más lucrativas, todavía hay un factor decisivo que puede cambiarlo todo. Los lectores que compran libros. Sí, lo sé, esa especie en extinción que se caracteriza por su lealtad y fidelidad a los autores, que pasan por caja y mantienen viva la esperanza de un sector que vive una transformación brutal.

Los lectores son, en verdad, el gran baluarte de defensa de los libros junto con los escritores que aguantan en la brecha, contra viento y marea, publicando en condiciones cada vez más exigentes y con menos beneficios. Los lectores que compran libros con generosidad, que aún los hay, son quienes hacen posible los pequeños milagros que se producen aún en el sector. Como que quien suscribe estas letras haya podido publicar en el tradicional soporte en papel cinco novelas y vaya a por la sexta. O que gracias a su interés, “Lobo gris” vaya a tener una nueva edición. O que Sniper Books, una pequeña editorial independiente, sin ayudas de ningún tipo, subvenciones o influencias, haya logrado prosperar y competir en el mercado.
Los lectores fieles son nuestros mejores aliados para seguir manteniendo vivo un mundo de palabras impresas, de mundos por descubrir y aventuras que vivir. Son los amantes de una buena lectura, aquellos que pagan gustosos el precio de un libro que desean leer, los que salvarán el sector y permitirán que un puñado de escritores podamos seguir escribiendo y publicando. Son nuestros aliados en una lucha desigual en la que afrontamos la piratería y el desprecio mayoritario a la lectura como algo trivial y que incluso debe ser gratuito.

Como escritor, me siento sumamente agradecido a esos lectores que se mantienen fieles y a los que deciden pagar por mis libros y por los de otros compañeros, consciente de que son ellos quienes mantienen viva la llama de la pasión por la lectura y los libros. Muy a menudo se concede el protagonismo a quienes piratean libros o leen gratis, pero para mí los verdaderos héroes son esos lectores generosos con los que los escritores mantenernos un vínculo de lealtad mutua, invisible pero real y constante en el tiempo.