Ley de patentes
Si hay algo claro a la hora de enfrentar los grandes desafíos actuales en Estados Unidos, es que el consenso bipartidista se hace necesario para impulsar políticas eficaces, más allá de la retórica de partidos y la confrontación. Y aunque pueda parecer imposible, lo cierto es que este consenso se consigue más a menudo de lo que se pueda pensar.
Un ejemplo de ello ha sido la firma, por parte del presidente Obama, de la ley que cambia el sistema de obtención y registro de patentes, aprobada con respaldo bipartidista, tanto de demócratas como republicanos.
Es posiblemente ese tipo de leyes que pasan casi desapercibidas, pero que influyen sustancialmente en la creatividad y el desarrollo de la economía. Con este nuevo sistema, se persigue que los inventores y nuevos productos lleguen más fácilmente al mercado. Se trata, en suma, de potenciar la innovación, que es el camino para el crecimiento económico y el progreso.
Esta Ley de Inventos es el primer cambio importante en la ley de patentes desde 1952 y sin duda fomentará las innovaciones aún más y la creación de empleos, que son dos de los retos actuales más importantes. La ley tiene como objetivo asegurar que la oficina de patentes, que tiene ahora 1,2 millones de solicitudes pendientes, cuente con el dinero suficiente para acelerar el proceso de revisión. Al día de hoy se necesitan más o menos tres años para obtener la aprobación de una patente. Y quedan por revisar alrededor de 700.000 solicitudes.
En cualquiera de ellas, o de las nuevas que se presenten, podrían encontrarse esos productos que revolucionarán el mercado y harán que la economía crezca, transformando una vez más el país y el mundo. Hablamos del próximo hallazgo tecnológico, un fármaco esencial para alguna enfermedad, o cualquier producto que nos hará la vida mejor.
Esta ley es positiva porque puede facilitar y acelerar la transformación de las ideas innovadoras en puestos de trabajo. Estados Unidos siempre ha sido un país de innovación, eso es lo que lo ha diferenciado del resto, y al apostar por este camino, se apuesta por soluciones genuinamente estadounidenses, la facilidad en la innovación, al margen de la burocracia y los impedimentos de todo tipo.
El presidente Obama firmó el proyecto de la ley el pasado 16 de septiembre tras visitar el colegio de enseñanza superior Thomas Jefferson para la Ciencia y la Tecnología, en Alexandria (Virginia), donde pudo comprobar algunas innovaciones tecnológicas sorprendentes.
Esta ley agilizará la tramitación de patentes y reducirá costosas batallas legales y ha sido respaldada por empresas como Google y Apple, así como por la Cámara de Comercio de Estados Unidos. Los pequeños inventores están divididos sobre esta legislación, ya que algunos consideran que da una ventaja a las grandes corporaciones, pero es evidente que se trata de un impulso a un sector decisivo que lo necesitaba desde hace tiempo para superar la parálisis de la burocracia. Sin duda contribuirá a que los dueños de pequeñas empresas pongan sus ideas y productos en el mercado tres veces más rápido de lo que pueden hacerlo hoy. Además, mejorará la calidad de las patentes y ayudará a los emprendedores con la protección y la confianza que necesitan para atraer inversión para hacer crecer sus negocios y contratar más trabajadores.
Entre otras cosas, la oficina de patentes confía abrir sucursales en el país y recibir a unos 2.000 examinadores más de patentes en el próximo año fiscal. También cambiará el sistema actual para adjudicar las patentes a la primera persona que presente la solicitud, no necesariamente el inventor original, y pretende reducir considerablemente los casi tres años que lleva actualmente el sistema para completar la tramitación de patentes, y que en algunos casos pueden llegar hasta 10 años.
Necesitamos recuperar la agilidad de los primeros tiempos; cuando Thomas Edison presentó su patente para el fonógrafo, su solicitud fue aprobada en solo siete semanas. Ése es el camino que hizo grande a Estados Unidos.
Todas ellas son las claves de un crecimiento económico que consolidará a Estados Unidos a la cabeza del liderazgo mundial en innovación.