Otoño electoral caliente
Este otoño electoral en Estados Unidos viene caliente. El presidente Trump afronta la recta final hacia las elecciones del 3 de noviembre con tres frentes abiertos: los debates televisivos, la lucha por la confirmación en el Senado de su juez nominada Amy Coney Barrett para el Tribunal Supremo y los rallies electorales en estados en disputa y decisivos para ganar las elecciones en el Colegio Electoral.
Esta semana, el martes 29 de septiembre, tendrá lugar el primer debate en la Universidad Case Western Reserve en Cleveland, Ohio, moderado en la cadena Fox News por Chris Wallace. Los temas que se debatirán son: los expedientes de logros de Trump y Biden; el Tribunal Supremo, el COVID-19; la economía; raza y violencia en nuestras ciudades y la integridad de las elecciones. Todos ellos han centrado la atención de los ciudadanos en los últimos meses. El formato del debate constará de seis segmentos de 15 minutos de duración cada uno dedicado a estos temas específicos.
Será el primer asalto de los debates presidenciales, en los que Trump puede machacar al candidato demócrata. Hay un chiste que corre por Estados Unidos y que dice que si Biden aguanta la primera media hora sin dormirse, los medios y la prensa, que lo apoyan masivamente, dirán que ha ganado. En realidad, todo el mundo sabe que Trump lo va a liquidar y a desplumar.
Los siguientes debates serán el 15 de octubre en Miami, Florida, moderado por Steve Scully de CSPAN; y el 22 de octubre en Belmont, Tennessee, moderado por Kristin Welker, de NBC News. Mike Pence, por su parte, debatirá con Kamala Harris en el debate de candidatos a vicepresidente el 7 de octubre en Salt Lake City, Utah, moderados por Susan Page de USA Today.
La lucha por confirmar a la juez Amy Coney Barrett para el Tribunal Supremo ocupará las próximas semanas y será uno de los ejes centrales de la campaña electoral. Ya se ha creado una “Sala de Guerra”, a iniciativa del senador Tom Cotton, para ayudar a los republicanos a defender y aprobar en el Senado a la nominada por Trump, que está siendo atacada por la izquierda y los medios sin piedad. Esta “Sala de Guerra” tiene como objetivo rastrear los ataques contra Amy Coney Barrett y brindar respuestas rápidas y efectivas. Esto ayudará al presidente Trump para lograr una rápida confirmación en el Senado, lo que sería un éxito importante de cara a las elecciones. Sabemos que los demócratas van a usar todos los trucos para difamar a la juez Barrett, desde atacar su religión católica a su filosofía judicial. Nada de ello quedará sin respuesta. La confirmación por el Senado y lograr que la nominada por Trump alcance el Tribunal Supremo es decisivo porque durante demasiado tiempo los demócratas han utilizado los tribunales para eludir nuestra democracia y forzar políticas inconstitucionales de extrema izquierda sobre el pueblo estadounidense. En 2016, los ciudadanos dijeron basta a esas políticas y eligieron a Trump, una de cuyas misiones más importantes como presidente es nominar jueces para los tribunales y, en particular, para el Tribunal Supremo. Los esfuerzos del presidente en estos años para cubrir las vacantes en nuestros tribunales con jueces que aplican la Constitución y el estado de derecho, y que no legislan desde el tribunal, ha sido una prioridad. Ahora, el objetivo es asegurar la confirmación de la juez Barrett para el Tribunal Supremo. Amy será la juez más joven en el Tribunal, con 48 años, la quinta mujer que ocupa un asiento en el mismo, y la tercera nominada por el presidente Trump después de los jueces Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh.
La “Sala de Guerra” organizada para defender a la juez Amy Coney Barrett insta a los estadounidenses a unirse en este esfuerzo y proporciona antecedentes sobre la larga y sórdida historia de ataques demócratas contra candidatos judiciales conservadores, algo esencial para destapar el sectarismo demócrata.
El tercer eje de este otoño electoral caliente son los rallies que ha retomado el presidente Trump con intensidad y energía para movilizar a su electorado en estados en disputa como Michigan, Pennsylvania, Florida, Minnesota, Ohio, North Carolina, Texas, Arizona, Nevada…
Trump celebrará mítines decisivos en Ohio y en otros estados, cuyos votos electorales son decisivos para ganar, con los inspiradores lemas de «Fighting for the American Worker» (“Luchando por el trabajador americano”) y “Great American Comeback” (“El Gran Regreso Americano”), entre otros. Son significativos porque conectan con los votantes trabajadores de clase media que cimentan la base electoral del presidente.
Este próximo 30 de septiembre, Trump celebrará un mitin electoral en Duluth, Minnesota, un estado que también podría ganar en noviembre. Fue el único estado que no ganó Reagan en su histórica victoria de 1984, y podría hacer historia.
Los rallies que hará Trump en estas próximas semanas serán determinantes porque está demostrado que conecta y moviliza a los ciudadanos mejor que nadie. Fueron decisivos en la victoria en 2016 y volverán a serlo en 2020.
Por supuesto, no son los únicos ases en la manga de la estrategia electoral de Trump. A medida que avancemos en el mes de octubre se desvelarán algunos más.
En suma, estas elecciones serán ganadas desde el sentido común de los ciudadanos, que cada día ven a Trump como el candidato más solvente, eficaz y con capacidad de liderazgo.