Nuevas naves tripuladas estadounidenses
Una de las noticias más esperadas se produjo hace unas semanas. La adjudicación por parte de la NASA de los contratos para desarrollar las nuevas lanzaderas espaciales encargadas de transportar a los astronautas estadounidenses. La Administración de Obama ha elegido a las compañías Boeing y SpaceX para la tarea de transportar a los astronautas con vehículos y tecnología estadounidense. Algo que veníamos reclamando desde numerosos sectores con insistencia. No era lógico ni razonable depender por largo tiempo de las naves rusas Soyuz tras el cese de actividad de los transbordadores espaciales.
Boeing recibirá 4.200 millones de dólares y SpaceX 2.600 millones de dólares. Los lanzamientos de las cápsulas espaciales CST-100 (Boeing) y Dragon (SpaceX) se realizarán desde el tradicional centro de Cabo Cañaveral (Florida). Se trata de un hito histórico y un cambio sustancial en la estrategia de exploración espacial, ya que implica construir las primeras naves privadas tripuladas.
Estados Unidos retomará así los vuelos tripulados al espacio a partir de 2017 y se abrirá un nuevo capítulo en la historia de la NASA y de la expansión espacial mediante la navegación tripulada. Con esta medida el país recupera las riendas de su programa espacial para enviar astronautas al espacio y permite de nuevo que el país más importante y decisivo del mundo no dependa de terceros países en sus planes espaciales.
En los últimos años Estados Unidos ya concentró sus esfuerzos en los lanzamientos de vuelos con suministros para la Estación Espacial Internacional (ISS) en cooperación con empresas privadas, con el objetivo de expandir esas operaciones a los vuelos tripulados, una medida que ahora por fin llega. Las empresas adjudicatarias ya trabajan con la NASA en la actualidad, y tendrán el encargo de realizar en principio entre dos y seis vuelos cada una con las naves que ya están en desarrollo: la de de Boeing se llama «CST-100» y la de SpaceX «Dragon».
Desde el punto de vista del diseño, estos cohetes se parecen más a las cápsulas de las misiones Apolo de las décadas de 1960 y 1970 que a los transbordadores espaciales de los ’80 y ’90.
La intención de la NASA es subcontratar con empresas privadas el transporte de astronautas a la órbita baja terrestre, y continuar desarrollando su propio cohete espacial de largo alcance.
De hecho, desde el retiro de la flota de transbordadores, la NASA ha continuado el programa de desarrollo de la próxima generación de naves espaciales Orion para los viajes más largos, con la mirada puesta en un posible viaje a Marte.
El futuro más brillante de los vuelos espaciales tripulados vuelve a manos estadounidenses, como siempre ha sido.