Negocio y literatura
No hay nada de malo en hacer negocio de la literatura, siempre que se haga en términos honestos de calidad y para ofertar un producto digno de ser leído, bien con el objetivo de entretener, de hacer pensar o incrementar conocimientos.
El panorama actual obliga al escritor a contemplar la literatura como un negocio también si no quiere quedar marginado y formar parte de los autores irrelevantes. La irrupción de las redes sociales ha colocado en nuestras manos una potente herramienta para impulsar las ventas de nuestros libros. La habilidad o torpeza con que nos movemos en el entorno de internet marca muchas veces, aunque no siempre, el éxito o el fracaso de un libro o un escritor.
El negocio es el negocio, y tanto editoriales como lectores reclaman la participación del escritor en las redes sociales, que son los nuevos escaparates mundiales en los que todos necesitamos estar con nuestras mejores galas y palabras.
Esta exposición pública, que a veces se vuelve frenética y exagerada, si no se controla bien, potencia el espectáculo literario y editorial a mayor gloria de los beneficios y del negocio. Es una rueda que gira y gira. Más exposición, más posibilidades de negocio y ventas.
Pero que todo esto, que está muy bien para quien se beneficia, ya sean autores, librerías, editoriales y distribuidoras, no nos haga perder la perspectiva real de las cosas. La literatura puede ser un negocio, y de hecho lo es, pero también un arte literario que transita por otros caminos que nada tienen que ver con las ventas o la popularidad. Libros de buena literatura que contribuyen a una cultura de más calidad.
En estos tiempos revueltos, en los que cualquier patán, presentador o youtuber publica un pedazo de mierda y el mercado y la gente aplauden con las orejas, conviene no perder de vista los mejores referentes culturales y literarios de calidad. Porque perderlos es caminar hacia la mediocridad y la pobreza intelectual.
Tener presencia en las redes sociales no es un estigma ni pone un sello de mejor o peor escritor, son los contenidos de los libros los que deben marcar la diferencia. Por eso, negocio y literatura, éxito y discreción, exposición pública y vida privada, deben coexistir con un equilibrio natural que contemple cercanía, educación y opinión sincera. Entretenimiento y calidad pueden convivir perfectamente. También negocio y literatura. Redes sociales y gestión literaria.
Se trata de aprovechar el potencial del nuevo entorno de internet sin que nadie quede excluido, como una puerta abierta para que los lectores conozcan más escritores y libros.