Trump y la Marcha por la Vida
El Presidente Trump ha hecho historia en el mes de enero, y no sólo por haber superado un año en la Casa Blanca atacado sin piedad por la mayoría de los medios de comunicación en guerra con él por ser un conservador coherente. Ha sido el primer presidente en hablar a los participantes de la Marcha por la Vida que congregó en Washington D.C. a miles de personas de todo el país. Su discurso, valiente hasta el límite en estos tiempos de cobardía política y social, ha sido una prueba más de su determinación para defender la cultura de la vida frente al crimen del aborto.
Sus palabras han venido a corroborar su compromiso firme con el sí a la vida y las medidas que ha apoyado en este primer año de presidencia para defender a las mujeres que desean tener sus bebés y a los no nacidos. Trump se ha convertido así también en el protector y en la voz de los que aún no han nacido. Los bebés que otras pretenden abortar tienen en este presidente al más firme defensor.
Pocos como Trump ha dado muestras reales de franca simpatía por el movimiento pro vida: «Me siento honrado y orgulloso de ser el primer presidente que está con vosotros, aquí en la Casa Blanca, para dirigirse a la 45ª Marcha por la Vida, un grupo realmente admirable (…). El Presidente recuerda a todos la razón esencial de apoyar a los no nacidos: «Estáis aquí por una causa hermosa: construir una sociedad donde la vida sea celebrada, protegida y cuidada (…) La Marcha por la Vida es un movimiento que nace del amor: amáis a vuestras familias, amáis a vuestros vecinos, amáis a nuestra nación y amáis a todos los niños, nacidos y no nacidos, porque creéis que toda vida es sagrada y que todo niño es un precioso don de Dios».
Ni el Papa Francisco ha sido tan firme y valiente en defender la vida como Trump, que ha adoptado medidas contundentes para que los fondos federales no financien los abortos, para cambiar la legislación abortista y agradece y apoya a las instituciones y personas que ayudan a las madres en riesgo de abortar: «Que se aseguran de que los padres tienen la atención y el apoyo que necesitan para elegir la vida. Gracias a vosotros, decenas de miles de estadounidenses han nacido y alcanzado todo el potencial que Dios les dio». Trump resume todo en una frase magistral: «El amor salva vidas».
Trump, el Presidente combativo que no claudica ante la miseria intelectual de la izquierda y el progresismo, retrata la realidad con hechos: “La sentencia Roe vs Wade, que legalizó el aborto en Estados Unidos en 1973, ha dado lugar a las leyes más permisivas con el aborto en todo el mundo. Estados Unidos es uno de los únicos siete países en el mundo que permiten el aborto tardío bajo demanda, junto con China, Corea del Norte y otros. Actualmente, en numerosos estados, las leyes permiten que un niño sea arrancado del vientre de su madre en el noveno mes. Eso está mal. Eso tiene que cambiar».
Cuando medios y sectores sociales permanecen callados ante esta monstruosidad cometida diariamente contra bebés indefensos, Trump habla alto y claro y se compromete con la cultura de la vida frente a la muerte que representa el aborto. Lo hace sin medias tintas, como todo lo que afronta este Presidente, apoyando la ley de la Cámara de Representantes que prohíbe el aborto con dolor y a término en todo el país: «Pido al Senado que apruebe esta importante ley y la remita a mi mesa para firmarla». Sin esquivar su responsabilidad y con coraje.
Mientras los medios silencian al movimiento pro vida y dan altavoz a feministas radicales que destruyen la sociedad, Trump se coloca al lado de las mujeres valientes que defienden la vida y el rol de la maternidad, y recordó que los norteamericanos son cada vez más pro vida y que solo el 12% aprueba el aborto bajo demanda y en cualquier momento del embarazo. «Mi Administración defenderá siempre el auténtico primer derecho de la Declaración de Independencia, el derecho a la vida». Y eso ha sido así durante este primer año y lo seguirá siendo el resto de su presidencia. Trump ha adoptado sin vacilar algunas de las medidas necesarias para revertir las políticas abortistas de Barack Obama. Por ejemplo, la supresión de la financiación de programas abortistas en el exterior, la revocación de la obligación de los estados de financiar a la multinacional abortista Planned Parenthood, el nombramiento de un juez pro vida (Neil Gorsuch) para el Tribunal Supremo o la suspensión de la orden gubernamental de contratar seguros a los empleados que cubran el aborto.
Además, ahora Trump ha reforzado los derechos de los no nacidos con nuevas medidas y normas que preservan el cumplimiento de las leyes federales de protección de conciencia y de religión, lo que impide que médicos y personal sanitario con objeciones morales y religiosas puedan negarse a participar en abortos. Esto es importante porque ayuda a defender mejor el movimiento pro vida, que es uno de los movimientos sociales más compasivos. Ayudan a las mujeres que han pasado por el dolor del aborto, ayudan a las madres solteras al proporcionarle recursos a través de miles de centros de embarazo y con decenas de acciones de apoyo. Este es el movimiento pro vida compuesto por personas de excepcional valor, como Mariana Donario, de Greeborough, Carolina del Norte, que ayudó a crear «room at the end”, una casa de maternidad para cuidar de las mujeres sin techo que quedan embarazadas, que en los últimos 15 años ha dado alojamiento, cuidados neonatales, ayuda, educación y capacitación laboral a más de 400 mujeres.
En esencia, una sociedad sociedad puede ser juzgada por cómo se enfrenta a los más vulnerables: los ancianos, los enfermos, los discapacitados y los no nacidos. La América de Trump está a favor de defender a estos colectivos, incluidos los que no tienen voz, los no nacidos. Los que otros condenan de antemano a morir.
Trump ha hecho una encendida defensa del movimiento pro vida basada en hechos y medidas concretas de su Administración, y expresa y agradece de forma sencilla y honesta lo que comparte con millones de estadounidenses en este tema: “La esperanza es el verdadero regalo de este movimiento que está hoy con nosotros. El regalo de la amistad, del acompañamiento, de la valentía, el amor y el apoyo. Estas son palabras maravillosas y regalos maravilllosos. Lo más importante de todo es el regalo de la vida misma. El don de la vida es por lo que nos manifestamos, por lo que rezamos, por lo que proclamamos que el futuro de Estados Unidos estará lleno de bien, paz, alegría, dignidad y vida para todos los hijos de Dios. Gracias a la Marcha por la Vida, gente muy especial. Estamos con vosotros en todo este camino. Dios os bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos. Gracias».
Y el que tenga oídos que oiga.