La revancha de Donald Trump
Donald Trump es el primer ex presidente desde Grover Cleveland en la década de 1890 que aspira a regresar al cargo después de haber sido víctima de un fraude electoral y ser reelegido para un segundo mandato. Los caucus de Iowa y las primarias de New Hampshire han sido las primeras victorias aplastantes con unos resultados récord. No serán los últimos. El resurgimiento de Trump tiene algunos paralelismos con la sorpresiva victoria de Ronald Reagan en 1980.
Es difícil igualar el desprecio con el que Reagan fue tratado en su momento, tan generalizado como la animadversión y el odio hacia Trump en 2016, 2020 y 2024. Pese a ello, Trump está por delante en todos los estados indecisos clave para ganar las elecciones presidenciales, y cada vez más encuestas lo sitúan por delante de Biden y de cualquier demócrata. Si volvemos la vista atrás brevemente, podremos comprobar que Reagan concluyó la nominación presidencial republicana de 1980 luchando contra el establishment republicano en New Hampshire en 1980, y luego selló su candidatura en Carolina del Sur. Así será con Trump este año. A medida que su ventaja se amplía, los fiscales de izquierda financiados por multimillonarios como George Soros, entre otros, y elegidos por políticos demócratas, intensifican la persecución legal contra Trump con numerosos casos civiles y penales para intentar obstaculizar su campaña presidencial. Es algo que vemos todos. Así, los fiscales de Nueva York, Washington, Florida y Georgia, confían en jueces y jurados parciales socialistas y tienen la esperanza de erosionar a Trump y descabalgarlo de las elecciones. Sin embargo, de nada les servirá, incluso si Trump es declarado culpable de algo, ganará la apelación en los tribunales y se fortalecerá de cara a los votantes. Los casos en su contra se han convertido en un espectáculo para los medios y en una venganza política de los demócratas que los ciudadanos vemos con asombro.
Entretanto, Trump está muy activo y ganando impulso y apoyos en temas cruciales. Sus ideas de que el país está en grave riesgo y si queremos hacer que Estados Unidos vuelva a recuperarse, votar por él podría ser nuestra última oportunidad para conseguirlo. A medida que la gente asimila lo mal que están las cosas, lo que está sucediendo en la frontera sur, la inflación descontrolada y la economía en caída libre, las guerras en Ucrania, Gaza, Irán, el Mar Rojo y las tensiones entre Taiwán y China, el enojo y el enfado ciudadano contra la Administración Biden y las políticas de los demócratas siguen subiendo y ganando respaldos para Trump, que ha sabido poner el foco en la alarmante incapacidad de Biden, tanto física como política y mental.
Por todo ello, no extraña que las próximas elecciones presidenciales de este año pueden reflejar en cierta manera las elecciones de 1980, cuando Jimmy Carter sufrió una derrota aplastante a manos de Ronald Reagan. Donald Trump está transitando el mismo camino hacia un landslide histórico.
Se hace difícil recordar el veneno que se vertía en aquel entonces contra Ronald Reagan allá por 1979 y 1980. Hoy en día, Reagan es admirado y respetado por sus logros y su capacidad política, su elocuencia y sus victorias. Ganó la Guerra Fría y dio inicio a un milagro económico que reconstruyó la nación y recuperó el orgullo estadounidense.
Pero al igual que Trump, fue duramente criticado como un idiota, un simple actor secundario que llevaría al país a la guerra, y cuyas opiniones harían retroceder décadas las causas progresistas y cuyo analfabetismo económico llevaría al país a la bancarrota. Todo eso y mucho más, se vierte contra Trump todos los días y desde todas partes.
Así, contra Trump se han desplegado acusaciones de todo tipo, una persecución legal en toda regla como ningún ex presidente ha sido objeto, una propaganda mediática y una oposición bestial regada con millones de dólares. Además, para poner la guinda del pastel, cuenta con el desprecio de las élites en general: millonarios izquierdistas o que sólo se preocupan de su capital, jueces, periodistas, académicos y think tanks, así como de la clase política y el establishment en Washington, D.C. Aun así, sus enemigos apenas le han hecho mella porque Trump es de otra pasta y jamás se rinde ni lo pueden comprar de modo alguno.
La fuerza con la que avanza en las primarias es la señal más fuerte de que los votantes quieren a Trump en la Casa Banca. Los llamamientos de Trump a la unidad del Partido Republicano y del país, han sido acertados y oportunos: «Ya sea republicano o demócrata, liberal o conservador, sería muy bueno si pudiéramos unirnos».
Las cómodas victorias de Trump hasta ahora reflejan la lealtad que inspira entre los votantes republicanos, a pesar de estar bajo cuatro acusaciones penales injustas, y la atracción del votante en general, sobre todo los independientes, que ya se están decantando por él. Trump ya ha dicho que estas elecciones no serán tanto una venganza como una revancha de los ciudadanos contra los que amañaron las elecciones de 2020 y perjudicaren la democracia estadounidense, y que él se enfocará en trabajar por Estados Unidos y el pueblo americano. Es la mejor estrategia ganadora.