El liderazgo hispano
Es indudable que uno de los grandes desafíos que afronta Estados Unidos es el impulso de un liderazgo hispano a nivel nacional. Los hispanos representarán el 30% de la población del país en el año 2050 y son ya una de las comunidades más dinámicas e influyentes a todos los niveles. Sin embargo, la falta de líderes hispanos, de una masa social que tenga mayores niveles de educación, la falta de progreso y de empleos para hispanos, son algunos de los factores que seguirán creando barreras y poniendo obstáculos.
Por ello, hay un puñado de objetivos esenciales e irrenunciables para nuestra comunidad, que pasan por concentrar mayores esfuerzos en la educación, que debe empezar en el seno de las familias, inculcando valores como la tolerancia, la libertad y el esfuerzo personal. También potenciando una educación que impulse a auténticos líderes hispanos que puedan servir como referentes, mentores y modelos de conducta a seguir. Este liderazgo nos permitirá construir infraestructuras sociales y políticas que hagan posible brindar oportunidades a nuestras comunidades por todo el país.
Es una realidad que actualmente los institutos de enseñanza superior, universidades y empresas no tienen los medios que permitan construir relaciones que tengan un alcance para seleccionar y educar adecuadamente a los hispanos para el progreso y el liderazgo. Es evidente que la escasez de profesores y líderes hispanos destacados en las empresas, las noticias o en los centros de enseñanza, hace que los jóvenes hispanos experimenten una crisis de identidad. Por eso, si en 2050 el 30% de la población se encuentra en crisis, esto podría impedir el crecimiento del país de forma homogénea y como es deseable. La falta de liderazgo debilitará nuestra capacidad como nación para inspirar a las nuevas generaciones, para motivar innovaciones de toda clase, apoyar la diversidad y competir en el mercado mundial.
Hay una vertiente económica cuyo peso será trascendental para el devenir del país en su conjunto. Así, se estima que el poder de consumo de los hispanos alcanzará los 1,3 billones de dólares en el año 2014. Con el fin de captar en gran medida ese mercado de consumo hispano, que además está creciendo rápidamente, las empresas deben enfocar sus objetivos en la potenciación de líderes hispanos en las empresas, de forma que se establezcan contactos comunitarios más fluidos y enriquecedores. De acuerdo a esta estrategia, para competir en el mercado hispano, los productos y servicios deben ser diseñados, presentados y vendidos por dirigentes hispanos que tengan esa capacidad de comprender de forma inherente la cultura hispana, tan rica y variada en sus múltiples orígenes.
De esta forma, el liderazgo hispano y el desarrollo de su mercado son tareas paralelas que se retroalimentan mutuamente. Para crecer en influencia, las marcas que figuran en la lista Fortune 500 deben ser culturalmente más sensibles respecto a sus esfuerzos para vender al consumidor hispano, que cada vez es más sofisticado, selectivo e inteligente. Así, no tendrán éxito esas estrategias basadas únicamente en comunicaciones bilingües y publicidad de alto coste que no establezcan realmente un lazo cultural con los consumidores. Las empresas necesitan ganarse la simpatía y lealtad del consumidor hispano, algo que comienza con el desarrollo de líderes hispanos sólidos.
En estos tiempos de incertidumbre y crisis, la economía estadounidense necesita más que nunca de la mentalidad y el espíritu de trabajo del inmigrante clásico para fortalecer este país.
Ahora que la economía es impredecible, los negocios se han acelerado y modifican hábitos sociales y las personas han cambiado, éstas necesitan sentir que sus acciones en el mercado producen un impacto y que están haciendo una diferencia. En suma, quieren un liderazgo que los convierta en ciudadanos más influyentes.
Los hispanos tienen esas características naturales para el liderazgo y para impulsar con éxito esa influencia positiva en la economía y el país. Es el liderazgo que señala en una dirección de más conectividad, participación, confianza, transparencia, movilidad e innovación para aumentar el peso de la comunidad hispana de forma positiva para todos. Un liderazgo que requiere ser activado.
Hay datos significativos que indican la necesidad de potenciar este liderazgo hispano. Por ejemplo, el 74% de las personas no sabe o no cree que haya un dirigente hispano importante en los Estados Unidos. Y esto es porque desaprovechamos la ventaja estratégica que representan las raíces culturales, que no deben ser abandonadas y sí integradas con más inteligencia en la sociedad estadounidense. El reto para los hispanos es ganarse la autenticidad cultural que permita ser hispanos con raíces culturales vivas y al mismo tiempo estadounidense de una forma natural e íntegra.
Es la hora de que los buenos profesionales hispanos asuman roles de liderazgo en la economía actual, que es muy competitiva, y esto hará indudablemente que el país pueda prosperar aún más a nivel social y económico.