Un escritor políticamente correcto
El panorama actual está tan influenciado por lo políticamente correcto que obliga a plantearse cualquier opinión o postura ideológica antes de soltar alegremente lo que piensa cada uno.
Esto coloca a los escritores, sobre todo, frente a un dilema: como intelectuales, sabemos que nuestra marca personal como autores es la base sobre la que se asienta nuestra reputación profesional y la evolución de nuestra carrera literaria.
La marca personal o voz literaria propia define al escritor y esta imagen pública se refleja en su habilidad y talento para escribir, así como por su pensamiento o ideología.
Demostrar la calidad literaria se consigue mediante las novelas que cada uno escribe. La ideología se transmite mediante opiniones, artículos, tuits y valoraciones públicas. Y aquí chocamos con la madre del cordero. Porque cuando un escritor se posiciona ideológicamente pueden pasar muchas cosas, no siempre populares, lo que actualmente coacciona a muchos autores para expresarse libremente.
Si eres un escritor de ideología progresista, nadie te va a censurar ni a criticar. Es más, serás recibido con alborozo por esa inmensa mayoría de lectores, libreros, editores, autores, etc, de ideología socialista, comunista o como lo quieran llamar ahora. Te lloverán los aplausos, las subvenciones, los chollos, las palmadas en la espalda y se te abrirán las puertas del paraíso.
Si eres un escritor de ideología liberal conservadora, ya puedes prepararte para la censura, las críticas malintencionadas, los ataques, los odios, el sectarismo, y la discriminación en todas sus vertientes. Por supuesto, las puertas del paraíso quedan cerradas a cal y canto. Sobre todo se producirá ese vacío provocado por la mayoría de lectores, libreros, editores, autores, etc, de ideología progresista que se piensan en poder de la verdad absoluta y del lado correcto de la historia. Y que te negarán el pan y la sal. No digamos el bocadillo de chorizo, de lomo o el jamón de pata negra; o los premios y reconocimientos. Olvídateeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.
De hecho, hoy día este tema es casi una epidemia. Cada vez más escritores evitan dar su opinión sobre temas controvertidos por temor al boicot a sus libros y a su persona. Un temor razonable y comprensible porque ese boicot existe y puede acabar con la carrera literaria de cualquiera.
El resultado es que pocos escritores mantenemos el coraje de completar nuestra marca personal o voz literaria con una posición ideológica sólida, en especial si defendemos posturas liberal conservadoras.
Como autor, siempre he sostenido que el escritor tiene una responsabilidad social para demostrar su destreza literaria y también para defender con inteligencia y respeto su pensamiento. Un respeto que debe ser correspondido por la sociedad. Hoy, les puedo asegurar que ese respeto se reduce a pasos agigantados por parte de muchos lectores, compañeros de profesión, editores, libreros, ciertos periodistas culturales, etc. Lo que está provocando un panorama de opiniones light, políticamente correctas, sin sustancia ideológica, sin compromiso de ningún tipo o sólo con lo que es popular y políticamente correcto en cada momento.
Por eso cuando me preguntan si algún día seré un escritor políticamente correcto suelo contestar aquello de: ¡Jamás! Que expresa muy bien y rápidamente mi postura sobre el tema.
Que recibiré boicots por ello es algo que tengo asumido y descontado. De modo que usted va a poder encontrar en mí a un autor que escribe novelas, pero también a un autor que no se corta un pelo en dar su opinión libremente sobre cualquier asunto. Le guste o no. A mí eso, me da lo mismo.