Terrorismo en Navidad
Una vez más Al Qaeda ha intentado sembrar de muerte y destrucción los Estados Unidos, y eligió un día simbólico para ello: en Navidad.
Umar Farouk Abdulmutallab, un nigeriano de 23 años, intentó hacer estallar un avión de Northwest Airlines, operado por Delta Airlines, al aterrizar en el aeropuerto de Detroit (Michigan), que transportaba a 278 pasajeros.
Este incidente ha vuelto a poner de relieve la amenaza terrorista islamista y el peligro que aún representa Al Qaeda.
Ahora que la opinión pública vuelve a reclamar por qué no se detectan a tiempo a los terroristas, convendría recordar que los programas de recopilación de información puestos en marcha por la Administración Bush, altamente eficaces, han sido cuestionados por esa misma opinión pública, que no termina de enterarse del todo de la gravedad de la amenaza que pesa sobre todos nosotros. También por la Administración Obama, que ha jugado a menudo con este tema, cargando las tintas contra aquellas políticas de Bush o bien desmantelándolas.
No obstante, conviene recalcar que Umar Farouk Abdulmutallab estaba en la Base de Datos de Seguimiento de Terroristas (TSDB), que contiene alrededor de 500.000 sospechosos, y que gestiona la Inteligencia norteamericana, aunque no se tenía información suficiente como para incluirlo en la lista restringida de los “excluidos para volar”, en la que hay unos 4.000 nombres. Sólo estaba en otra subdivisión compuesta por 18.000 personas, en bajo seguimiento. Es la razón de que pudiera eludir los controles de seguridad; eso y que pasó por magnetómetros que detectan metales, pero no explosivos, y en cambio no pasó por los nuevos tomógrafos de imagen de cuerpo completo, que sí hubieran detectado el explosivo que llevaba pegado al cuerpo.
El riesgo de no hacer todo lo posible en los controles de seguridad o para reunir la información necesaria sobre los sospechosos de terroristas, desemboca en la alta probabilidad de ataques imprevistos en cualquier parte. Esto se evitó durante la Administración Bush gracias a una política estricta de seguridad nacional, que con la Administración Obama ha sufrido cambios y permite estos agujeros. Desde hace meses algunos asesores venimos avisando, en público y en privado, de estos riesgos y amenazas que pueden derivar en nuevos ataques terroristas en suelo americano. O se hace todo lo posible para monitorizar adecuadamente los riesgos y amenazas y evitarlas a tiempo, o los ataques llegarán tarde o temprano. Porque Al Qaeda sigue intentándolo de todas las formas posibles, una y otra vez.
Que Umar Farouk Abdulmutallab pasara los controles de seguridad sin problemas, en toda la ruta de Accra (Ghana)-Lagos (Nigeria)-Ámsterdam-Detroit, debe preocuparnos y alertarnos de los procedimientos que se están siguiendo en todas partes, así como de su correcto seguimiento. Es grave que su visado de ingreso en Estados Unidos, con caducidad en 2010, fuera escaneado por el Sistema Avanzado de Información de Pasajeros (APIS) sin que se produjera ningún aviso, o que después pasara sin problemas por los controles del arco de detección de metales y la máquina de rayos X de inspección de equipajes, y por la puerta de embarque, donde pasó nuevamente los controles de seguridad, pero no los que hubieran detectado el explosivo, sin que todo ello provocara la menor alerta.
Sólo los errores en el detonador del explosivo, compuesto por unos 80 gramos de PETN, tetranitrato de pentaeritritol, y del terrorista al hacerlo detonar, evitó el desastre final, que lo hubiera sido con seguridad, ya que su ubicación en la fila 19, encima de los tanques de combustible, hubieran asegurado una enorme explosión. El PETN fue muy utilizado en los explosivos plásticos que emplearon los terroristas para detonar aviones en las décadas de los setenta y los ochenta. Es estable y seguro de manejar, pero requiere un explosivo primario para detonarlo. Ahí es donde se atascó y fracasó el terrorista.
El explosivo fue preparado en Yemen, donde Umar Farouk Abdulmutallab recibió entrenamiento de Al Qaeda, y pone en el punto de mira público al país arábigo, donde Estados Unidos lleva realizando operaciones especiales y de Inteligencia desde hace años, que se han incrementado en los últimos doce meses y a raíz de la conexión terrorista de Nidal Malik-Hassan, el psiquiatra que causó la masacre de Fort Hood, con Anwar al-Awlaki, el imán radical islamista que permanece en Yemen, y con el que Umar Farouk Abdulmutallab también ha tenido contactos.
Si alguien tenía dudas sobre las razones que asisten a Estados Unidos para implicarse en las operaciones en Yemen, cuyos objetivos son destruir las bases de Al Qaeda en el país y eliminar a sus terroristas, ha tenido argumentos de sobra el día de Navidad.
Estados Unidos necesita reforzar, y urgentemente, los protocolos y procedimientos de seguridad, al mismo tiempo que se intensifican las operaciones de Inteligencia y operaciones especiales encaminadas a eliminar las células de Al Qaeda allí donde se encuentren. Sin manipulaciones de información en los mass media, politiqueos ideológicos ni discursos de buenas intenciones y nulas acciones.
La Administración Obama no debe descuidar este aspecto esencial, como ha hecho en alguna medida hasta ahora, o un día se encontrará con un ataque terrorista que dañará gravemente la seguridad de este país y, por descontado, las esperanzas de los Demócratas de salir reelegidos en 2012.
No podemos dejarlo todo a la suerte o a los “chapuzas” de los terroristas para salir indemnes. Porque eso tarde o temprano se acaba, como descubrimos trágicamente el 11/S. Al Qaeda puede teñir de sangre cualquier rincón del mundo con sólo activar a una de sus células repartidas por todas partes. Y tiene centenares. Lo ha demostrado con este nuevo intento, organizado desde Yemen. Células terroristas de alto nivel educativo, como Umar Farouk Abdulmutallab, con un potencial de peligro aún mayor.
Así de grave es el tema. Hace falta que la Administración Obama, primero, y las del resto del mundo, después, tomen conciencia real de ello y adopten las medidas necesarias.