Trump y su plan para destruir la influencia del Partido Comunista Chino en Estados Unidos
Sin prisa pero sin pausa, Donald Trump va desgranando sus propuestas electorales. La tercera gran promesa de cara a 2024 consiste en un nuevo plan para destruir la influencia del Partido Comunista Chino (PCCh) en Estados Unidos. La intención de Trump es prohibir totalmente la compra de tierras de cultivo, tecnología, recursos naturales e infraestructura crítica de Estados Unidos.
Como siempre, sus palabras no dejan lugar a dudas: “Cuando sea presidente, me aseguraré de que el futuro de Estados Unidos permanezca firmemente en manos estadounidenses, no en China. Necesitamos promulgar nuevas restricciones agresivas sobre la propiedad china de cualquier infraestructura vital en los Estados Unidos, incluida la energía, tecnología, telecomunicaciones, tierras de cultivo, recursos naturales, suministros médicos y otros activos nacionales estratégicos”.
Hoy por hoy, el Partido Comunista Chino es la mayor amenaza para Estados Unidos. Sus prácticas comerciales depredadoras, el robo de propiedad intelectual y los abusos de los derechos humanos han causado un daño inconmensurable a la seguridad nacional, económica e industrial de este país. De momento, ya poseen y controlan casi 200.000 acres de tierras agrícolas en los Estados Unidos, además de infinidad de empresas en sectores estratégicos.
Donald Trump fue el primer presidente en ejercicio que dijo que China era una amenaza para Estados Unidos y que había que hacer algo al respecto. Ahora, vuelve a fijar el foco en la influencia del gobierno chino y pone el dedo en la llaga cuando denuncia que: “Biden no sólo se negó a enfrentarse a China, sino que ayudó activamente a nuestro adversario”. Entre otras cosas, su Administración vendió casi 6 millones de barriles de petróleo de nuestra Reserva Estratégica de Petróleo a China.
Las declaraciones de Trump al anunciar su nuevo plan no pueden estar más acertadas: “China está comprando nuestra tecnología. Están comprando suministros de alimentos. Están comprando nuestras tierras de cultivo. Están comprando nuestros minerales y recursos naturales. Están comprando nuestros puertos y terminales de envío”. Esta es la verdadera amenaza sobre este país y no lo que sucede en Ucrania.
El plan de Trump para combatir la influencia del gobierno chino incluye una amplia batería de medidas para reforzar la prohibición de que ciudadanos chinos no puedan comprar tierras agrícolas o ser dueños de empresas de telecomunicaciones, energía, tecnología y suministros médicos, que son áreas vitales para nuestra economía y nuestro tejido empresarial y tecnológico.
Para Trump, las actividades y la influencia económica china en Estados Unidos es un asunto de seguridad nacional y “deberíamos detener todas las futuras compras chinas en estas industrias esenciales. Y deberíamos comenzar el proceso de obligar a los chinos a vender cualquier posesión actual que ponga en riesgo nuestra seguridad nacional. Si no hacemos esto, Estados Unidos será propiedad de China. Cuando sea presidente, me aseguraré de que el futuro de Estados Unidos permanezca firmemente en manos estadounidenses, tal como lo hice cuando era presidente”.
De nuevo, la visión audaz de Trump al enfrentarse al Partido Comunista Chino contrasta y de qué manera con la actitud de la familia Biden, cuyos turbios negocios con China los ha comprometido gravemente. Es una realidad incontestable que China intenta comprar los pilares de la industria energética estadounidense con la ayuda de traficantes de influencias corruptos como la familia Biden, entre otros.
Para Trump es una prioridad proteger nuestra soberanía y nos recuerda con énfasis que: “China no permite que las empresas estadounidenses se hagan cargo de sus infraestructuras críticas y Estados Unidos no debería permitir que China se haga cargo de nuestras infraestructuras críticas. Para proteger a nuestro país, necesitamos promulgar nuevas y agresivas restricciones a la propiedad china de cualquier infraestructura vital en Estados Unidos, incluyendo energía, tecnología, telecomunicaciones, tierras de cultivo, recursos naturales, suministros médicos y otros activos nacionales estratégicos».
Es evidente que necesitamos a Trump en la Casa Blanca para volver a atar en corto a China y evitar que siga creciendo su amenaza y control sobre Estados Unidos.