Invitaciones a escritores

Todos lo sabemos. Cuando un escritor tiene éxito y sus libros se venden como rosquillas de las ricas, las que hacen la madre y la abuela, la hermana y la prima, las invitaciones para todo tipo de actos empiezan a llegar como si de facturas se trataran: puntuales, en abundancia y algo inquietantes.
Lo normal es que te inviten a festivales literarios, ferias del libro, presentaciones, programas de televisión, entrevistas en medios de comunicación y premios. Son eventos en los que muchas veces el autor no tiene demasiado que ganar, salvo en términos de promoción o reconocimientos en forma de premios y comentarios más o menos acertados, pero que quitan un montón de tiempo para lo que en realidad debe hacer un escritor, que es escribir.
Estos eventos, que a veces son interesantes y tienen su razón de ser y otras veces son simple y llanamente relaciones públicas o modus vivendi del establishment literario y editorial, consumen enormes cantidades de tiempo, recursos y energía de los autores, a los que desgraciadamente mucha gente sólo van a ver para satisfacer una curiosidad personal, pedir una firma, un selfie y pocas veces a comprar o a escuchar lo que tenga que decir.
El impacto de la asistencia frecuente a este tipo de actos es enorme en el trabajo del escritor, afecta a su rendimiento y a la calidad de lo que escribe. Desconfío y no me gustan esos escritores que se pasan más de la mitad del tiempo en eventos públicos y escatiman esfuerzo y tiempo a su labor literaria.
- GRA163. MADRID, 14/06/2014.- Una multitud discurre por el paseo de coches del Retiro de Madrid donde esta instalada la Feria del Libro que cumple su último fin de semana de esta 73 edición de la muestra. EFE/Alberto Martín
Cuando ser escritor implica pasarse más tiempo de viaje, en un plató de televisión o en una cadena de radio, en una feria del libro o en presentaciones en librerías, entonces es que algo falla en el sistema y ese escritor se ha convertido en otra cosa más parecida a un relaciones públicas.
Como escritor puedo entender que algunos eventos son de inexcusable asistencia, pero no nos engañemos, son muy pocos. Y de ésos, llegan pocas invitaciones (afortunadamente).
En torno a este tema de las invitaciones conviene que el autor de éxito ponga límites o verá perjudicado su trabajo gravemente sin que en realidad ese esfuerzo y esa distracción merezcan la pena. Sobre todo hoy en día en que muchos de esos eventos se han convertido en una competición de egos y a ver quién asiste y quién no, quién es más ingenioso o intelectual, más guapa o sexy, quién congrega más admiradores que lectores reales; en suma, más circo mediático que en foros de auténtico interés literario.