Paraísos Naturales en Peligro de Extinción – II
El fenómeno del turismo mundial, que ha pasado en las últimas cinco décadas de mover 25 millones a alrededor de 700 millones de viajeros, ha provocado un impacto ambiental considerable que hay que frenar e intentar revertir.
La sobreexplotación turística se ha cargado destinos que eran un tesoro natural, con un estado de degradación lamentable y vergonzoso, que además ha perjudicado seriamente a las especies autóctonas. Por ejemplo, en las Islas Galápagos, los miles
de turistas que las visitan han sido los responsables de las complicaciones que sufren las especies marinas de la zona, ya que las tortugas, leones marinos e iguanas no son inmunes a los gérmenes que portan los turistas.
La actividad industrial y la contaminación, unido a los efectos de los cambios climáticos, están poniendo en riesgo los arrecifes de coral de Australia, que han perdido color; alrededor de 2.800 colonias de coral han pasado de su rojo característico al blanco.
La explotación turística a que se ha sometido la Gran Barrera de coral durante años, ha contribuido a este proceso degenerativo. Aún hoy se permite bucear junto al coral o realizar cruceros sobre la Barrera en embarcaciones o sumergibles. El capricho de personas adineradas que pueden permitirse este tipo de turismo, está contribuyendo a la degradación de los arrecifes coralinos y pueden acelerar su extinción.
Los planes inmobiliarios y de infraestructuras en el Tíbet amenazan otro enclave natural privilegiado, con una afluencia adicional de millones de turistas, y miles de millas de territorio afectadas por los planes de construcción. Además, la gran planicie tibetana, la más elevada del mundo, a unos 5.000 metros de altura, está sufriendo una erosión que jamás ha existido. La fusión de los glaciares podría desembocar en grandes inundaciones de toda la zona.
El Kilimanjaro, en Tanzania, es otro de los paraísos naturales amenazados por la contaminación, la deforestación, el turismo masivo, y los efectos de los cambios climáticos. La capa de hielo ya es casi inexistente y el lago Chad una pequeña mancha azul.
La Isla del Coco, en Costa Rica, es otro de esos hábitats privilegiados, con especies marinas y terrestres únicas en el mundo, y ruta de especies en peligro de extinción, que pueden verse afectados por la afluencia masiva de turistas. También se ve amenazada por especies animales y vegetales invasivas. El café, el pasto de guinea y los árboles frutales están afectando ya al bosque primario de la isla. Y la pesca ilegal emerge como otra grave amenaza
Papúa Nueva Guinea, una auténtica reserva de la biodiversidad, con uno de los cuatro bosques más importantes del planeta, se ve amenazada por las prácticas industriales incontroladas y la deforestación. El turismo podría destrozar uno de los últimos pulmones de la Tierra, aún inexplorado y virgen en muchos rincones.
Los bosques tropicales del Congo y Gabón, de enorme valor y gran riqueza biológica, siguen amenazados por la guerra, la caza ilegal, la tala, la deforestación, y el turismo que se abre camino.
Incluso lugares históricos como la zona arqueológica de Chan Chan, en Perú, han sufrido los abusos de un turismo salvaje y una red de infraestructuras que no respetan el entorno; así, esta ciudadela precolombina, que ha soportado durante siglos la intensa exposición al sol y las inclemencias meteorológicas, ha visto cómo se deterioraba en unos pocos años de explotración turística gran parte de la infaestructura de adobe.
Esta tendencia de destrucción aún es reversible, pero es preciso tomar medidas contundentes, apostar por políticas preventivas y de protección de estos paraísos naturales. Dos de las medidas sería alejar todo lo posible la construcción de hoteles y áreas recreativas de los enclaves más valiosos, y un control selectivo de los turistas a los que se les permita el paso.
Pero ante todo deberíamos buscar un cambio de mentalidad y actitud en los propios turistas, y en el modelo de gestión turístico, enfocado al mantenimiento de los recursos naturales y sus hábitats, y no exclusivamente al beneficio económico o la satisfacción del turista a cualquier precio.
Sólo así podremos salvar los últimos paraísos naturales.
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