Al dominio estadounidense en el deporte mundial, se han incorporado ahora los recientes éxitos en motocross y ciclismo, lo que refleja un protagonismo sustancial de los deportistas de Estados Unidos en la escena internacional, ya sea en baloncesto, atletismo o natación, por poner algunos ejemplos.
La gran fábrica de talento deportivo estadounidense se enriquece en estos semanas con nuevos éxitos. Ahí tenemos al deslumbrante ciclista de Boulder (Colorado), Taylor Phinney, que ha completado una temporada de lujo con el título de campeón del mundo en contrarreloj sub’23 en Melbourne (Australia), y que incluye su segundo campeonato mundial consecutivo de persecución en pista, en categoría absoluta. El año pasado se proclamó también ganador de la París-Roubaix para menores de 23 años.
A este éxito se suma la victoria de Estados Unidos en el Motocross de las Naciones, celebrado en Denver (Colorado), con una impresionante actuación de Ryan Dungey y un Andrew Short que hizo los deberes cuando debía, y que ha dejado claro que Estados Unidos no tiene rival en esta especialidad, logrando el sexto triunfo consecutivo.

Estados Unidos también se ha proclamado campeón en el Mundial de rugby en Silla de Ruedas, celebrado en Richmond (Canadá) y parte como favorita para lograr el oro paralímpico en Londres 2012. Es la cuarta victoria en estos mundiales de los cinco que se han celebrado hasta ahora. Sin duda, una lección humana de las cualidades de quienes se esfuerzan en el límite de la capacidad física para brillar y sobreponerse a las dificultades.
Este viernes entrará en escena la Ryder Cup, de golf, otra oportunidad para competir al más alto nivel por la supremacía en el deporte mundial. Una competición que está abierta en el campeonato mundial de baloncesto femenino, en el que Estados Unidos puede y debe darnos otra alegría, y en el campeonato mundial de voleibol masculino.
En suma, citas que van jalonando un camino en el que compite el deporte estadounidense, muy a menudo con gran brillantez.