Hurón de pies negros
Es uno de los animales más amenazados de Norteamérica, en vías de extinción, que poco a poco empieza a recuperarse. El hurón de pies negros (Mustela nigripes) o turón patinegro americano tiene poblaciones muy pequeñas, con menos de 250 adultos nacidos en estado salvaje (no reintroducidos por los programas de repoblación); y distribuidos dentro de las poblaciones de ejemplares reintroducidos. Actualmente, de los 18 lugares donde esta especie está reintroducida, sólo tres tienen poblaciones que sean viables, o sea, con un número suficiente de ejemplares como para salir adelante.
Su situación era realmente extrema. En 1987 esta especie estaba extinta en estado salvaje por lo que las poblaciones libres actuales son el resultado de los esfuerzos para recuperar a la especie con ejemplares criados con éxito en cautividad y reintroducidos a su medio natural. Todavía hoy tan sólo contamos con unos pocos cientos de hurones.
La primera población se reintrodujo en Shirley Basin, Wyoming, en 1991. Desde 1987, unos 6000 hurones han nacido en cautividad y desde 1991 unos 2000 se han liberado. Todas las poblaciones son controladas y se hacen recuentos dos veces al año como parte del protocolo de control y gestión.
El hurón de pies negros pertenece a la familia de las comadrejas, nutrias y tejones, y como muchos de los miembros de su familia, tienen un cuerpo alargado con patas cortas. Las hembras pesan entre 645 y 850 gramos, y los machos entre 915 y 1,125 kilogramos. Su pelaje es de color marrón amarillento con la parte de la barriga más pálida. La frente, boca y garganta son de color blanco, y sus pies son de color negro. También tiene una máscara de color negro alrededor de los ojos.
Se trata de un pequeño mamífero carnívoro que tiene una dieta que se compone en un 90% de perritos de la pradera, y el resto de ratas, ratones, pájaros, ardillas, conejos, reptiles e insectos. Morfológicamente es muy parecido al hurón doméstico, por lo que muchas veces se le confunde con él.
La longitud de su cuerpo es de 35 a 50 cm, con una cola de espeso pelaje de 15 cm, y pueden llegar a pesar 1 kg, y los machos son un 10% más grandes que las hembras.
Sus hábitos son nocturnos y pasan la mayor parte del tiempo en sus madrigueras bajo tierra. No hibernan, pero en las épocas de frío disminuye su actividad. Son sexualmente maduros al año, y su periodo de gestación es de 43 días. Desde que se produce el apareamiento hasta que el óvulo se implanta para desarrollarse pasa un tiempo y se desarrolla cuando las condiciones son adecuadas. La época de celo va de Marzo a Abril, y tienen de 1 a 6 crías que permanecen 42 días en la madriguera antes de salir por primera vez. Durante los meses de verano, entre Julio y Agosto, las hembras y sus crías están juntos, y en el otoño los jóvenes se independizan.
Son animales solitarios, excepto durante los meses de cría, y los machos no colaboran en el cuidado de las crías, algo que dejan a las mamás huronas. Son territoriales y defienden sus zonas activamente ante competidores del mismo sexo. Siempre están alertas, son ágiles, curiosos, y tienen un gran olfato, vista y oído. Para comunicarse se basan en la comunicación olfativa (orinan o defecan para señalar el territorio), y tienen glándulas anales para marcar con olor el territorio.
Históricamente poblaban las Grandes Llanuras, entre las montañas y en praderas semiáridas y estepas del oeste central de Norteamérica, desde el sur de Canadá al Norte de México, donde sus presas, los perritos de las praderas, abundaban. Pero la especie fue desapareciendo como resultado de los programas de control de su principal presa y de las enfermedades que fueron introducidas. Con respecto a los perritos de las praderas, una colonia típica puede ocupar una extensión de 60 hectáreas de media, y será necesaria para mantener a un solo adulto de hurones, los cuales pueden alimentarse de una media de 100 ejemplares al año.
Actualmente sólo se conocen 18 poblaciones reintroducidas, de las cuales tres son viables sin ayuda humana, dos están localizadas en el sur de Dakota y una en Wyoming, la citada antes de Shirley Basin. El resto se encuentran así: cuatro en Arizona, Colorado, Dakota del Sur y Utah. 8 de las poblaciones más recientes se encuentran en Arizona, Kansas, Montana, Nuevo México, Dakota del Sur y México; 3 poblaciones en declive o a punto de desaparecer están en Montana.
La especie se redujo a lo largo del siglo pasado hasta casi su extinción en la década de los 70, debido al control del perrito de las praderas y de las plagas silvestres. Por ello se aprobaron leyes muy estrictas para su protección y gracias al programa de cría en cautividad del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos (United States Fish and Wildlife Service), se reintrodujo en ocho estados del oeste de Estados Unidos y en México en el periodo comprendido entre 1991 y 2008.
Aunque va recuperándose poco a poco, todavía queda mucho trabajo por hacer, ya que las poblaciones aún son muy pequeñas, fragmentadas y deben estar bien gestionadas para que sobrevivan y prosperen. Con el plan de recuperación se prevé establecer al menos 10 poblaciones separadas y viables en el medio natural.
Algo crucial en la conservación del hurón de pies negros es que a la hora de protegerlo, es necesario hacer lo mismo con su presa más importante, y es que no sólo se alimentan de los perritos de las praderas, sino que además usan sus madrigueras. Por lo tanto depende mucho de su principal presa, igual que sucede con el lince ibérico y su presa principal, el conejo.
Recuperar sus poblaciones llevará tiempo y esfuerzos, pero es un paso importante y en la buena dirección para equilibrar de nuevo ecosistemas vitales en Norteamérica.