Pesca ilegal en los océanos
La explotación pesquera, en concreto la pesca ilegal y de arrastre industrial, es una de las grandes amenazas para nuestros océanos. Todos los expertos coinciden en este diagnóstico y los datos son alarmantes: la contaminación, la pesca excesiva y los cambios climáticos han reducido a la mitad las poblaciones de animales marinos, incluyendo aves, mamíferos, reptiles y peces.
La pesca ilegal y la de arrastre industrial, que provoca el descarte de millones de peces, están ocasionando una merma gigantesca en los recursos marinos y amenazan seriamente la sostenibilidad de la actividad pesquera mundial, además de atacar los grandes reductos de vida marina y hacer inviable su conservación.
La pérdida de diversidad biológica en los océanos, la contaminación y la acidificación de las aguas, son ya una realidad que está destruyendo los océanos frente a nuestros ojos sin que apenas nadie haga algo para evitarlo.
Los compromisos de los gobiernos para invertir 2.000 millones de dólares para la conservación y protección marina, quedan bien para la prensa, la opinión pública mundial y limpiar conciencias, pero apenas es una gota en el océano, nunca mejor dicho. Se hacen necesarias medidas de conservación enérgicas, mayores inversiones y programas efectivos para proteger la fauna marina y los ecosistemas oceánicos.
En este sentido, es una buena noticia la iniciativa de Estados Unidos para impulsar un proyecto de de vigilancia global, mediante el uso de nuevas tecnologías, que controle y evite la pesca ilegal en los principales lugares donde se produce. Esto es posible y sólo es preciso la voluntad política y eliminar corruptelas para llevarlo a cabo.
Una de las medidas prioritarias que deben implantarse es evitar la sobre explotación que se produce con el uso del descarte y la aplicación rigurosa de criterios científicos para fijar las cuotas de pesca permitidas.
Actualmente se están haciendo las cosas muy mal, de modo que la sostenibilidad pesquera mundial está amenazada, al igual que cientos de especies, en particular las de mayor valor económico. Esto es realmente grave. Además, debemos tener en cuenta que alrededor de un 15% del suministro mundial de proteína animal procede del mar.
Uno de los desafíos pendientes es crear conciencia entre los pescadores artesanales acerca de las virtudes de una pesca respetuosa del medio ambiente y establecer estrictos controles que mantengan dentro de las cuotas sostenibles a la pesca industrial. Ese es el camino para mantener sanos y proteger nuestros océanos.
Nunca antes ha sido tan necesario para el mundo preservar y proteger nuestros recursos marinos como ahora, que vivimos un momento crítico con la sobre explotación pesquera, la contaminación por plástico y la acidificación de los océanos (un cambio en el PH marino debido al calentamiento global). Con este escenario por delante, la creación de nuevas áreas marinas protegidas es una necesidad inaplazable. La meta global de llegar en cinco años a cubrir reservas de un 10% de la superficie marina global, e incluso ampliar esta cantidad, debe ser una prioridad para todos los gobiernos.
La creación de dos nuevos santuarios marinos en Estados Unidos, los primeros desde 2011, va en esa línea y es un magnífico ejemplo que debería ser seguido por otros países.