Trump combate el racismo contra los blancos
A los estadounidenses les importa poco Ucrania o Taiwán. Biden puede perder el tiempo con eso. Trump está enfocado en los problemas reales que asolan Estados Unidos: la inflación, la crisis de inmigración ilegal en la frontera sur y el racismo y discriminación contra los blancos. En todos ellos, Trump tiene razón en sus argumentos.
En sus mítines de Arizona y Trexas, y en otras recientes intervenciones ha denunciado la discriminación que ha impuesto el régimen de Biden a los blancos en el tratamiento a los enfermos de Covid. Es una tendencia preocupante porque se agrava cada día más y se extiende a otras esferas de la vida cotidiana.
“La izquierda ahora está racionando las terapias que salvan vidas basadas en la raza, discriminando y denigrando a los blancos para determinar quién vive y quién muere”, dijo Trump en Arizona. “Si eres blanco, no recibes la vacuna o si eres blanco, no recibes la terapia. En el estado de Nueva York, si eres blanco, tienes que ir al final de la cola para obtener atención médica”.
Correcto. Trump hizo una declaración impactante y cierta que cada vez preocupa a más ciudadanos porque les toca de cerca. Es otra crisis sanitaria desatada por Biden que los medios progres no quieren cubrir. Que sepamos, hay al menos tres estados (Nueva York, Utah y Minnesota) que han dado prioridad a los no blancos sobre los blancos para recibir la terapia contra el Covid. Los tres estados lo han hecho siguiendo las recomendaciones de la Administración de Drogas y Alimentos para promulgar esta política. O sea, directrices de Biden. En algunos lugares incluso se prioriza a los no blancos para recibir la vacuna. Esta realidad ha sido bien documentada por diversos medios y especialistas independientes.
En su desvergüenza total, los medios progres aliados del régimen de Biden y Harris, justifican la evidencia de discriminación y señalan que las personas que no son blancas necesitan estos tratamientos particulares más que los blancos debido al “racismo sistémico”. Que es la recurrencia habitual de los demócratas socialistas para justificar todas sus payasadas absurdas, la destrucción de la historia y la introducción de cambios socialistas con tintes dictatoriales. Y dicen que eso prueba que el trato preferencial no es discriminación contra los blancos. Un poquito de seriedad. Es discriminación racial en toda regla. Blanco y en botella. Nunca mejor dicho.
La declaración de Trump sobre esta discriminación ha escocido mucho a las elites de izquierda que controlan el Partido Demócrata y la Casa Blanca, pues aborda un tema que es vox populi en la sociedad americana, pero sobre la que pocos se atrevían a pronunciarse por miedo a ser señalados como racistas. Trump ha dado la vuelta a la tortilla con esa habilidad suya para decir verdades como puños si despeinarse el tupé. Porque es evidente que la discriminación contra los blancos y, en concreto, contra los hombres es muchos aspectos es una realidad que va a más. De hecho, los “iluminados” de izquierda discriminan también a los hispanos en favor de los negros siempre que pueden. Practican un racismo descarado y nadie les afea el gesto. Hasta ahora. Trump ha cogido la bandera de un tema que preocupa a muchos estadounidenses y no la va a soltar.
La discriminación contra los blancos y de los hispanos frente a los negros es muy real en la actual sociedad estadounidense. No piense en la sociedad de décadas pasadas, cuando ese racismo se aplicaba a los negros, sino a día de hoy. ¿Qué es la acción afirmativa o discriminación positiva sino una forma de negar a los blancos calificados la admisión a una universidad o el acceso a un trabajo? La misma mentalidad que justifica no contratar a una persona blanca porque ofende la diversidad también justifica negar la atención vital a una persona blanca.
Universidades como Yale y Harvard utilizan, por ejemplo, la acción afirmativa para discriminar sistemáticamente a los solicitantes asiático-estadounidenses. El Tribunal Supremo debería anular estas políticas inconstitucionales.
Esto está pasando y no se lo cuentan en los medios corruptos que taparon el fraude electoral porque se les estropea su falsa narrativa.
La discriminación contra los blancos está muy extendida y ha durado mucho tiempo. Cuando se escucha o se lee que los blancos son privilegiados y les va mejor sin ningún mérito propio, significa justificar su discriminación y es absolutamente racismo contra los blancos.
No hay que ir muy lejos para encontrarse con los argumentos de los discriminadores racistas. Destacados investigadores médicos incluso lo justifican. Por ejemplo, Harold Schmidt, profesor de medicina de la Universidad de Pennsylvania, le dijo al New York Times que era correcto discriminar a los blancos en lo que respecta al tratamiento de Covid: “Las poblaciones de mayor edad son más blancas. La sociedad está estructurada de una manera que les permite vivir más tiempo. En lugar de brindar beneficios de salud adicionales a quienes ya tenían más, podemos comenzar a nivelar un poco el campo de juego”, dijo este elemento sin que se le cayera la cara de vergüenza. Otros dos médicos argumentaron en Boston Review que Estados Unidos necesita: “una agenda antirracista para la medicina”. ¿Cómo hacer esto? Los médicos argumentan que los médicos deberían [admitir] preferentemente a los pacientes a los que históricamente se les ha negado el acceso a ciertas formas de atención médica”. Ambos médicos dicen que ya lo hacen en su propia práctica.
Y no es algo excepcional, sino habitual entre profesionales de ideología socialista. ¿Es algo casual? Para nada. Este enfoque se deriva directamente de la extensión de la teoría crítica de la raza en la medicina, que está metiendo discriminación contra los blancos por un tubo. Así, la Asociación Médica Estadounidense exige que los médicos y las facultades de medicina se comprometan con el «antirracismo» y trabajen para acabar con el «racismo sistémico». Les han sorbido el seso de tal manera que no se enteran o simplemente son cómplices de esta basura ideológica de izquierdas.
La Administración Biden incentiva las prácticas médicas para implementar planes “antirracistas” en los lugares de trabajo que en realidad sólo discriminan a los blancos y plantean más racismo. Es la paradoja de este sinsentido llevado al extremo. ¿Cuál es el resultado de todo esto? La gente blanca se pondrá cada vez más al final de cualquier cola para recibir atención médica o lo que sea. El cabreo va en aumento y no es algo que la población de Estados Unidos vaya a admitir, no sólo la blanca, sino toda aquella que realmente rechaza cualquier clase de racismo o discriminación. Hay millones de negros, hispanos y asiáticos que también están en contra de estos planteamientos discriminatorios que ya podrían estar sucediendo en hospitales de todo el país. Otro ejemplo para conocer esta realidad: un médico de la costa oeste le dijo a la periodista Katie Herzog: «He escuchado ejemplos de casos de Covid 19 en el departamento de urgencias donde se afirma: ‘No voy a tratar a ese hombre blanco, voy a tratar a la persona de color en su lugar porque lo que sea que le haya pasado al hombre blanco, probablemente se lo merece”.
Una abrumadora mayoría de votantes de Trump está preocupada por la discriminación contra los blancos. En concreto, un 84% de los encuestados por la Universidad de Virginia/Project Home Fire están totalmente de acuerdo o algo de acuerdo en que la discriminación contra los blancos aumentará en todo el país. Hemos llegado a un punto de ruptura en la política racial y étnica estadounidense.
La izquierda estadounidense basa muchas de sus políticas en el sentimiento y el comportamiento anti-blanco. Es decir, son racistas de tomo y lomo. Esto está respaldado por varios estudios que muestran consistentemente que los progresistas valoran menos a las personas blancas que a las personas no blancas. Para ellos los negros y lo que hacen los negros es el summum (el bien supremo) del progresismo y de ser guays. La mayor parte de esta investigación también ha encontrado que los conservadores no muestran un sesgo racial significativo. Es decir, los conservadores, como Trump, no son racistas. Doy fe de ello. Trump lleva décadas en la vida pública, tiene muy buenas amistades negras desde siempre, y jamás fue acusado de racista hasta que se presentó a las elecciones. El típico ardid socialista para denigrar al contario que ya nadie se cree.
Esto también explica por qué los izquierdistas pasan mucho más tiempo hablando de asesinatos de blancos contra negros que de asesinatos de negros contra negros, aunque esto último es mucho más habitual.
Trump acierta una vez más al colocar este tema bajo el foco de la atención ciudadana y al denunciar a los promotores de la teoría crítica de la raza, sin duda la peor calaña que enfrenta la nación desde hace décadas, enemigos parásitos que desean destruir el país para imponer su visión izquierdista llena de censura, discriminación, restricciones a las libertades, tiranía y dictadura.
Todas esas teorías críticas con raíces marxistas están destruyendo la educación, la sanidad, la sociedad y la nación. Trump pretende salvar Estados Unidos de esta deriva destructiva. Una vez más.