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Rumbo a Kandahar

Las grandes ofensivas militares y las operaciones relevantes, de carácter estratégico, que pueden cambiar el curso de una guerra, están reservadas a las unidades de elite que han demostrado en los campos de batalla su valor y determinación.
La 82ª División Aerotransportada del ejército de EE.UU, junto a otras unidades de Operaciones Especiales, es una de ellas y también ha sido la designada para liderar la última gran ofensiva que se desarrolla en Afganistán. La batalla por conquistar el enclave estratégico de Kandahar. Para ello, el Batallón Paracaidista 2-508 de la 82ª División Aerotransportada, se está batiendo duramente en el valle de Arghandab, a unos kilómetros de la ciudad de Kandahar, la auténtica capital talibán, cuna del movimiento integrista, y objetivo primordial de esta ofensiva que complementa la Operación Moshtarak, que iniciaran los marines para capturar Marjah (en la provincia de Helmand, al sur del país).

Desde hace seis meses, once bases estadounidenses se han desplegado por el valle de Arghandab y van camino de conquistar un territorio que es vital en la estrategia para derrotar a los talibanes. La 82ª División Aerotransportada está logrando lo que no lograron jamás los soldados ingleses, rusos o canadienses. En 1982 y 1987 los soviéticos intentaron conquistar sin éxito el valle de Arghandab, campañas militares en las que perdieron miles de soldados.
Esta nueva ofensiva sobre el terreno, concebida por los altos mandos militares, encabezados por el general Stanley McChrystal y asesores de Inteligencia, busca abrir el último reducto Talibán para lograr la estabilidad del país y la derrota definitiva de éstos. Es la prueba de fuego para la estrategia política de Obama y augura un verano caliente. Para ello no hay establecido un día D sino que la ofensiva se prolongará durante meses. De entrada, dos brigadas completas deberán estar desplegadas en la provincia de Kandahar antes del final del verano. Esto representa que casi la mitad de los 30.000 soldados que despachará Obama para Afganistán, se encontrarán destinados en la ingobernable Kandahar, una provincia plagada de riesgos.
El despliegue por el valle de Arghandab incluye consolidar estas nuevas bases para los refuerzos que deberán llegar próximamente, como la base de operaciones Terranova, Tynes y Arghandab Central District, y también habilitar algunas más.
El trabajo de los soldados es de todo menos fácil y se realiza en condiciones difíciles. Desde muy temprano, habitualmente las cuatro de la mañana, empiezan a movilizarse para la jornada de trabajo, que incluye patrullas a pie y en vehículos por las peligrosas carreteras de Jalawar y el resto del valle, tratando de evitar los IED (artefactos explosivos improvisados) con que atacan los talibanes y los terroristas de Al Qaeda a las tropas, y que se convierten en una auténtica pesadilla; registros en casas y almacenes en busca de armamento y material para fabricar bombas; combates con los talibanes que operan en la zona, y, en suma, afrontando cada día las distintas amenazas que se presentan. Entre los trabajos diarios también tienen un papel destacado los intentos de ganarse a la población local mediante el diálogo, la protección y la cobertura de seguridad, así como una mayor coordinación con las fuerzas afganas. Un operativo que está teniendo indudables éxitos hasta ahora.

No es una operación espectacular, en el sentido cinematográfico que esperan algunos de estas campañas militares, pero es crucial en la estrategia de la victoria para Afganistán.
La captura y control de Kandahar es el objetivo y la 82ª División Aerotransportada lo sabe y asume su papel determinante con la misma capacidad histórica que los llevaron al triunfo en otras batallas, en otras guerras ya lejanas. En agosto termina su misión aquí y para entonces deberán estar controlados los principales pasos que conducen rumbo a Kandahar.




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