No hay como un presidente enrollado para que el mundo se caiga a pedazos. Y no hay duda de que Barack Obama es un presidente enrollado, y tampoco de que el mundo está que explota. No se recuerda un presidente estadounidense que haya contribuido con su actitud al desastre general al que asistimos. Salvo cuando Jimmy Carter sentaba sus posaderas en la Casa Blanca y las pifiaba un día sí y otro también.
Obama ha decidido que los temas que requieren su atención son asuntos menores, como la firma de órdenes ejecutivas sobre cuestiones sin importancia, como la orientación sexual y la identidad de género, o bien su participación entusiasta en actos de recaudación de fondos para el Partido Demócrata, o jugar al golf, o recibir a estrellas de Hollywood afines, o….Lo que sea menos afrontar los incendios que hay por el mundo o en el propio país. No se vaya a quemar.
Es un presidente enfocado en temas menores, salvo cuando las circunstancias extremas le obligan a hacer frente a algunos de los que le dan urticaria. Como la crisis de los niños inmigrantes. No será porque no se le avisó desde hace dos años del problemón que se venía encima. Ahí están los informes y testimonios de cuantos alertamos de la crisis fronteriza que iba a llegar más temprano que tarde. O la expansión del Estado Islámico en Irak tras la marcha de las tropas estadounidenses en 2011, sobre lo que se le avisó reiteradamente en estos años. ¿Qué hacía Obama? Pues viajes, fiestas, tuits, fotos, selfies y cosas por el estilo. Un presidente enrollado, como Dios manda, sí, señor, como exigen los tiempos actuales.

Ahora que más de 50.000 niños sin familiares adultos ya han cruzado la frontera y son un problema humanitario y social, Obama pierde el culo en aprobar medidas y ayudas económicas para intentar atajar el problema. No es que esto esté mal, que no, pero podía haber evitado la crisis a poco de atención que hubiera prestado entre partido de golf, de baloncesto y los arrumacos con su señora. Incluso ahora puede hacer más de lo que hace, y es que hasta su propio plan de ayuda a los inmigrantes adolece de pereza y de pocas ganas de implicarse en su solución. Lo mismo que la intervención en Irak para frenar a los yihadistas, tarde, poco y con pocas ganas de hacer lo que hay que hacer. Es lo que tiene ser un presidente enrollado, que te deja poco tiempo para el trabajo serio. Y es que la recaudación de fondos es dura de narices. En serio. Si lo entendemos, Barack.
Por supuesto ni que hablar tiene de problemas de seguridad nacional y política exterior, que tantos sudores le producen a nuestro presidente Demócrata y súper enrollado. Una actitud laxa, como la de la Administración Obama, es como una bandera levantada para que todos los fanáticos de distinto pelaje vayan por libre y pongan el mundo patas arriba. Que Rusia se anexiona Crimea y desata la guerra civil en Ucrania, sin problema, un selfie con alguna primera ministra europea que esté buena, y todo solucionado; que Irak y Siria se desangran en sendas guerras civiles con yihadistas matando a diestro y siniestro, sin problema, una carrera con Joe Biden por la Casa Blanca para grabar el último vídeo de promoción, y listo; que Hamas la monta y permite una escabechina israelí en Gaza, ¿qué problema hay?, unas vacaciones a Hawai le arreglan a uno el cuerpo. Sume y siga.

Anunciaba no hace mucho el New York Times (tiene su intríngulis, con lo Demócratas que son en el periódico y lo que le han apoyado siempre) que Obama sufre de “traumatismo geopolítico”. Un traumatismo fuerte, sin duda. Y es que Obama está haciendo dejación intencionada del liderazgo de Estados Unidos en el mundo en aras de….bueno, del buen rollo internacional, eso que no falte. Como si eso hubiera arreglado algo una sola vez en el pasado.
Sabemos que es duro hacer frente a las estrategias que hay que adoptar para enfrentar a Rusia, parar los pies a China, o solucionar los problemas en la frontera sur o en Oriente Medio. Pero es lo que tiene ser presidente de Estados Unidos. Si no estaba por la labor, Obama no debió presentarse a las elecciones. El asunto ha adquirido tal dimensión que un elevado porcentaje de estadounidenses ya ha declarado en las encuestas que si lo llegan a saber hubieran preferido votar a Mitt Romney (al que muchos piden que se presente de nuevo).
Eso sí, tenemos un presidente enrollado para estos tiempos en los que la opinión pública mundial sólo pide tipos enrollados. Ahí lo hemos clavado, de verdad. Obama se enrolla que no vea.