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Semana Santa – Viernes Santo

Todo brazos en cruz tan tensamente
abiertos, que cabríamos juntos,
los hombres y la tierra en el abrazo:
así te quiero yo, Cristo cercano.
Inmensamente próximo y humano,
tú bajas hasta el límite del hombre,
que es el dolor, con ese amor a cuestas,
en los pies, en las manos, en los labios.
Con ese amor punzante en la mirada,
tan cerca estás del hombre,
que llamas por su nombre a cada hombre.
Tú eres el Amor hecho presencia,
amor hecho respuesta
a todas mis preguntas torturantes.
Miguel Combarros

Juan 18,1-19,42
C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó les dijo: . X «¿A quién buscáis?». C. Le contestaron: M. «A Jesús, el Nazareno»- C. Les dijo Jesús: X «Yo soy». C. Estaba también con ellos Judas, el traidor, Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: X «A quién buscáis?». C. Ellos dijeron: M. «A Jesús, el Nazareno». C. . Jesús contestó: X «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos». C.. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: X «Mete la espada en la vaina, El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?». C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo». Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro: O. «No eres tú también de los discípulos de ese hombre?». C. Él dijo: D. «No lo soy». C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó: X «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo». C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: O. «Así contestas al sumo sacerdote?». C. Jesús respondió: X«Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?». C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron: O. «¿No eres tú también de sus discípulos?». C. Él lo negó, diciendo: D. «No lo soy». C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: O. ¿No te he visto yo con él en el huerto?». C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo: O. «Qué acusación presentáis contra este hombre?». C. Le contestaron: M. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos». C. Pilato les dijo: O. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley». C. Los judíos le dijeron: M.. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie». C.. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: O. «Eres tú el rey de los judíos?». C. Jesús le contestó: X «Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?». C. Pilato replicó: O. «Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?». C. Jesús le contestó: X«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí». C. Pilato le dijo: O. «Conque, ¿tú eres rey?». C. Jesús le contestó: X«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». C. Pilato le dijo: O. «Y, ¿qué es la verdad?». C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: O. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?». C. Volvieron a gritar: M. «A ése no, a Barrabás». C. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: M. «Salve, rey de los judíos!». C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: O. . «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa». C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: O. «Aquí lo tenéis». C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: M. . «Crucifíca1o, crucifícalo!». C. Pilato les dijo: O. ; «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él». C. Los judíos le contestaron: M. «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios». C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: O. «De dónde eres tú?». C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo: O. «A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?». C. Jesús le contestó: X. «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor». C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: M. «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César».
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: O. . «Aquí tenéis a vuestro rey». C. Ellos gritaron: M. «Fuera, fuera; crucifícalo!». C. Pilato les dijo: O. . «A vuestro rey voy a crucificar?» C. Contestaron los sumos sacerdotes: M. «No tenemos más rey que al César». C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran, Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: M. . «No escribas: ‘El rey de judíos’ sino: “Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”». C. Pilato les contestó: O. «Lo escrito, escrito está». Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: O. «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca». C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica», Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:X «Mujer, ahí tienes a tu hijo». C. Luego, dijo al discípulo: X «Ahí tienes a tu madre”. C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo: X«Tengo sed». C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: X«Está cumplido». C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron». Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. El fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

ANTE EL ÁRBOL DE LA CRUZ
La Pasión de Cristo esté siempre grabada en nuestros corazones y derrama sobre nosotros su salvación. Morir en la cruz, fue el punto final de un Hombre que pasó la vida haciendo el bien. La acción litúrgica de hoy se centra exclusivamente en la Pasión y Muerte de Jesús. La fe y la devoción nos congregan para esta celebración, cuyos pasos fundamentales son: La Palabra, la oración de los fieles, la adoración de la cruz y la comunión. Subir al Calvario es sentir los brazos abiertos de Cristo reconciliando al mundo con el Padre.
1. La Palabra de Dios
Isaías escribe proféticamente un poema sobre la pasión de Jesús. El dolor del Siervo de Yahvé es un misterio que sobrecoge. Él carga nuestros pecados y su abatimiento es causa de nuestra salvación. San Juan en su relato de la Pasión del Señor reafirma la visión profética de Isaías. Jesús muere en la cruz, destrozado, pero al mismo tiempo como el que es: Rey de verdad, de justicia y de amor. Cuando Jesús exhala su espíritu, la tierra siente que le alcanza su redención. «Cuando entregue su vida como expiación, verá !fu descendencia, prolongará sus años «. Por la muerte de Cristo oramos al Dios de la vida por todas las necesidades del mundo.
2. La cruz centro del amor de Dios
«Victoria tú reinarás; oh cruz, tú nos salvarás.». Tras la proclamación de la palabra adoramos la cruz. Cruz de muerte y de vida, cruz de maldiciones y de bendiciones sin fin, cruz de dolor y de esperanza, cruz velada y exaltada sobre el pueblo como signo de victoria definitiva de Dios. Ante esta cruz nos postramos con fe y con humildad. Por esta cruz resucitamos porque en ella ha sido crucificada y enterrada nuestra muerte. En fin, ella da vuelta a la página del pecado del hombre y revela el rostro de la vida y del amor de Dios. Y cantamos: «El Verbo en ti clavado, muriendo nos redimió; de ti, madero santo, nos viene la redención».
3. La comunión del cuerpo de Cristo
Jesús ha muerto. No hay celebración de Eucaristía. Es la hora del duelo, de llorar con la Madre Dolorosa. El pueblo se acerca a comulgar del pan consagrado en la misa del Jueves Santo: misa de la Cena del Seño!: Comunión que, en definitiva, nos une a la muerte de Cristo y nos sumerge en su amor redentor: El pan que compartimos es la muerte del Señor entregado por nosotros. Pan de sacrificio y de redención. Pan ácimo de Pascua y signo del Cordero inmolado de Dios. Y ya desde ahora comenzamos a vivir la resurrección. El Señor por su santa cruz, nos abre el camino de la salvación.
Para Reflexionar:
· ¿Qué sentido tiene en tu vida la muerte de Cristo?
· ¿La cruz es objeto de moda en tu pecho o camino de identificación con Jesús?
· ¿Qué fuerza de salvación sientes en tu vida cuando comulgas el cuerpo del Señor?
 

EL VIA – CRUCIS
Es recordar con amor y agradecimiento el sacrificio de Jesús por salvarnos del pecado. Es un estímulo a cargar con las pequeñas cruces de cada día, si recuerda con frecuencia las estaciones o pasos de Jesús hasta su muerte en la Cruz.
– En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo.
– Yo confieso ante Dios Todopoderoso…
– Oremos:
Señor Jesús, que tienes a todos los niños entre tus predilectos, vamos a recorrer y a meditar sobre tu camino de dolor, no tanto el que viviste hace siglos, sino el que sigues viviendo hoy especialmente en los niños que sufren. Tú te has identificado con nosotros los cristianos, pero también, de manera especial con todos los hombres que sufren. Tú sigues sangrando en las heridas de los hombres y de las mujeres de hoy. Todos somos víctimas del sufrimiento pero también somos culpables de que muchos sufran. Ayúdanos a reconocer nuestros errores y sembrar amor en nuestro corazón. Amén.
 

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  Primera estación: Jesús es condenado a muerte
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo (se repite en cada estación)
Escuchemos la Palabra de Dios: «Pilato se lo entregó para que lo crucificaran…»  (Jn 19,16)
El Papa Juan Pablo II nos dijo: «Los niños no son una carga para la sociedad, no son instrumentos para la ganancia; son miembros preciosos de la comunidad humana, encarnan las grandes esperanzas y potencialidades de toda la humanidad».
Oremos … (elige una de las dos)
A- Señor Jesús: cuando Pilato te condeno a muerte quisiste reclamar tu inocencia. Pero callaste. Miraste a lo lejos y viste las caritas de los niños que lloran por la muerte de sus padres, víctimas de la violencia y preferiste unirte a su dolor. Siguen siendo caritas de miles de niños destruidas por el hambre, rostros de niños marcados por el cansancio, rostros de nuestros propios niños desplazados por el hambre y la violencia. Perdónanos, Señor, porque no hemos aprendido todavía a respetar la vida humana. Nos permitimos condenar a muerte a la criatura que haz creado a tu imagen y semejanza.
B- Ayúdanos a ser valientes y a seguirte generosamente por el camino del sufrimiento. Enséñanos a no condenarte nunca en la persona de nuestro prójimo.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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  Segunda Estación: Jesús carga con la Cruz
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios:  «Jesús salió llevando la cruz, para ir al lugar llamado «De la Calavera o Gólgota».(Jn 19,17)
Nos dice el Papa: «En algunos países existen niños que son obligados a trabajar desde tierna edad, niños que son maltratados, castigados violentamente y a los cuales prácticamente no les pagan sus trabajos. Se aprovechan de ellos porque son débiles, porque los pueden obligar fácilmente y no son capaces de defenderse por si mismos»
Oremos:
A- Señor Jesús, cuando te han cargado la cruz, la has abrazado con cariño porque tu amor te ayudaba a llevarla. Imaginamos que recordabas a tantos niños   que cada día tienen que cargar pesados ladrillos en las alfarerías; que tienen que arrastrar enormes y pesas carretas con carbón mineral en las minas. Señor Jesús, te pedimos perdón porque hemos inventado esclavos por todas partes, porque cargamos a nuestros propios amigos y hermanos con tareas que nos corresponden, porque nos olvidamos de ayudarles a llevar incluso su propia cruz.
B- Que todos los que sufren sientan tu cercanía y que a través de su dolor se acerquen a Tí. Recuérdanos que los sufrimientos de cada día aceptados con amor, salvan al mundo.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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  Tercera Estación:  Jesús cae bajo el peso de la Cruz.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «Señor protégeme de los violentos, de quienes tienden trampas para hacerme caer» (Salmo 104,4)
Nos dice el Papa: «En algunos países se ha llegado hasta el punto de obligar a los niños y niñas a prestar el servicio militar. Los encierran en los campamentos militares, los hacen aguantar hambre, los maltratan y los obligan a asesinar incluso a las personas de su propio pueblo»
Oremos:
A-Señor Jesús, cuando caíste bajo el peso de la cruz, te olvidaste de ti mismo y preferiste recordar a tus pequeños hermanitos que caen en las redes de hombres crueles que los entrenan para la guerra, los obligan a disparar y les hieren mortalmente su propio corazón. El fusil es su propia cruz; aprenden a manejarlo, a cargarlo, brillarle y por la noche a ponerlo de almohada. Cuando duermen sus sueños son turbados con pesadillas terribles.
Perdónanos, Señor, porque con nuestro pecado hemos hecho más pesada tu cruz hasta el punto que no puedes soportarla y caes. Perdónanos por haber caído en la tentación de dar golpes y patadas a nuestros hermanos y amigos y de hacerles insoportable la vida con nuestras palabras e insultos,
B- Son nuestros pecados los que hacen que el Señor caiga por tierra.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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 Cuarta Estación:  Jesús encuentra a su Madre.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «Simeón le dijo a María: una espada traspasará tu alma» (Lucas 1,34).
Nos dice el Papa: «Son muchos los niños que están expuestos a padecer graves traumas a causa de las tensiones que viven sus padres en el hogar y de la destrucción de sus familias. La mayoría de las veces los adultos arreglan sus problemas matrimoniales y se separan de manera egoísta sin pensar en sus hijos».
Oremos …
A- Señor Jesús, cuando tu madre se acercó a ti en el camino del Calvario hubiera querido gritar al mundo entero su enorme dolor, pero en cambio, prefirió llorar en silencio, Para hacerse solidaria con las madres de tantos niños mutilados por la guerra, atrofiados por la enfermedad, encarcelados, desnutridos, ofendidos, humillados y explotados. Tu santísima madre ha unido su dolor al de aquellas madres que han perdido a sus hijos causa de la droga, de la violencia y de los accidentes de tránsito…
Perdónanos María, porque pensamos mucho en nuestros dolores y caprichos y nos olvidamos de amar y respetar a nuestras madres como se lo merecen
B- Madre mía: no nos faltes nunca en el camino y comunícanos tu fortaleza.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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  Quinta Estación:  El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «Obligaron a un cierto Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, para que llevara la cruz de Jesús» (Marcos 15, 21).
Nos dice el Papa: «El recuerdo de millones de niños asesinados, los ojos tristes de tantos de sus coetáneos que sufren cruelmente nos invitan a emplear todas las vías posibles para salvaguardar o restablecer la paz, haciendo cesar los conflictos y las guerras.»
Oremos …
A- Señor Jesús, cuando te vieron agotado y casi a punto de derrumbarte de nuevo, te dieron la ayuda de Simón el Cirineo, que venía cansado de trabajar en el campo pero que no se negó a ayudarte, sino que puso su espalda bajo tu cruz para aliviar tu carga y tu dolor. Seguramente con esa ayuda has podido descansar un poco y has pensado en tantas personas buenas que muchas veces se olvidan de sí mismas y de sus problemas para ayudar a otros. Tal vez has pensado especialmente en tantos misioneros que con entusiasmo y amor van por el mundo entero en ayuda de sus hermanos.
Señor: haz que estemos siempre dispuestos a ayudar a nuestro prójimo, especialmente a los que sufren en sus almas y en sus cuerpos.
B- Llevando con ánimo nuestras cruces, ayudamos a Jesús a llevar el peso de la suya.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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 Sexta Estación:  La Verónica limpia el rostro de Jesús.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: (Salmo 27)
 ¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
 Mi corazón sabe que dijiste:
«Busquen mi rostro».
Yo busco tu rostro, Señor,
no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
Nos dice el Papa: «Además de los niños asesinados, quiero también recordar a los mutilados durante los conflictos bélicos y a consecuencia de los mismos. Finalmente, mi pensamiento se dirige a los niños sistemáticamente perseguidos, violentados y eliminados durante las llamadas « limpiezas étnicas ».
Oremos …
A- Una mujer quiso refrescarte con cariño y por eso se acercó a ti sin tener miedo a los soldados y en el paño que usó quedó estampado tu rostro…
 Jesús, queremos refrescarte en los hermanos que hoy sufren por el desprecio y la injusticia
Que sepamos imitar su gesto de compasión y valentía. Que el dolor ajeno no nos deje insensibles sino que nos llenemos de amor y solidaridad. Que consolemos a los demás cuando sufren, viendo en ellos al Señor.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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Septima Estación:  Jesús cae por segunda vez.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «Todos andábamos perdidos como oveja sin pastor, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes»  (Mc 6,34)
Nos dice el Papa:  «Existen además personas que no tienen escrúpulos en reclutar niños para actividades criminales, especialmente para el tráfico de drogas, con el riesgo, entre otras cosas, de quedar enganchados en el uso de tales sustancias.»
Oremos:
A- Jesús ya no da más y se cae de nuevo. Los soldados lo tratan mal y nadie lo ayuda .
Jesús, nosotros no entendemos tanto mal que hay en este mundo. ¿Por qué? Igual que tú queremos estar al lado del que sufre. Y si nos cansamos de hacer el bien queremos aprender de ti a levantarnos y seguir luchando.
B- Señor, danos fuerzas y amor para levantarnos cada vez que caigamos. Concédenos Señor, la perseverancia en el bien y que cada día nos de nuevas fuerzas para seguir sirviendo a nuestros hermanos y en ellos a Tí.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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Octava Estación:  Jesús consuela a las hijas de Jerusalén.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.
 Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.  (Lc 23,27)
Nos dice el Papa: «Los niños han llegado incluso a ser blanco de los francotiradores, sus escuelas destruidas premeditadamente y bombardeados los hospitales donde son curados. Ante semejantes y monstruosas aberraciones ¿cómo no levantar la voz para una condena unánime?»
Oremos:
Señor, haz renacer nuevamente en nosotros la ternura y la compasión. Que nuestras alegrías o nuestras tristezas no nos hagan olvidar el dolor ajeno, sino que su dolor sea el nuestro; que sepamos darle confianza, alegría y la certeza de tu amor.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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Novena Estación:  Jesús cae la tercera vez.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados y yo los aliviare. Carguen sobre ustedes mi cruz y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,28)
Nos dice el Papa: «El futuro de los niños usados en la guerra está con frecuencia marcado. Después de años de servicio militar, algunos son simplemente licenciados y enviados a casa, y a menudo no logran reintegrarse en la vida civil, Otros, avergonzándose de haber sobrevivido a sus compañeros, acaban cayendo en la delincuencia o en la droga. – ¡Quién sabe los fantasmas que continuarán turbando sus ánimos! ¿Podrán alguna vez desaparecer de sus mentes tantos recuerdos de violencia y de muerte?»
Oremos:
Aunque caigamos muchas veces, el Señor nos perdonará por medio de la Confesión.
Ayuda Señor a todos los que son calumniados y perseguidos. Da tu fuerza a quienes en su labor misionera se sienten cansados e incomprendidos. Siembra en todos los misioneros el gozo y la alegría de trabajar por ti.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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  Décima Estación:  Jesús es despojado de sus vestiduras.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «Y los soldados echaron suertes para repartiese la ropa de Jesús y ver qué se llevaría cada uno» (Mateo 27,35)
Nos dice el Papa: «Aunque muchos niños viven en la abundancia de bienes materiales, algunas veces tienen que vivir y crecer solos, sin cariño, sin una justa y amorosa orientación y sin una adecuada formación moral».
Oremos …
A- Señor Jesús, contigo también han hecho lo que hacen con los pobres: se han llevado todo y te han dejado sin nada. En el mundo se da el contraste entre millones de niños que mueren de hambre y miles de niños que comen hasta reventar. Niños que no pueden asistir a la escuela mientras que muchos otros no quieren aprovechar el estudio; niños que botan la comida y niños que escarban en la basura para encontrarla.
Perdónanos Señor porque nos hemos olvidado de nuestros pequeños hermanos que mueren de hambre, de frío, de sed o no pueden simplemente asistir a un colegio.
B- Se despojó de todo, su amor no se guardó nada. Que tu salvación, oh Jesús, se extienda a todos los hombres, y que toda la tierra herede tu salvación.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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  Décima primera Estación:  Jesús es clavado en la Cruz.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «Entonces lo crucificaron y con él crucificaron también a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda» (Marcos 15, 24.27).
 Nos dice el Papa: «A menudo los niños son enviados como avanzada para limpiar los campos minados. ¡Evidentemente su vida, vale bien poco para quien se sirve así de ellos!»
Oremos …
A- Señor Jesús, cuando te han clavado en la cruz has experimentado el dolor de tantos niños y niñas que han sido heridos por las minas explosivas. Con ellas se ha arruinado la vida de millones de seres humanos que han perdido sus piernas, sus brazos, sus ojos. Señor, perdona nuestra crueldad y danos fuerza para desarmar las minas de la envidia y el rencor que llevamos camufladas en nuestros corazones.
B- «Me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20). Danos fuerza para seguirte siempre y cumplir nuestra misión.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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  Décima segunda Estación:  Jesús muere en la Cruz.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos…»(Jn15,13 )
Nos dice el Papa: «La muerte deliberada de un niño constituye una de las manifestaciones más desconcertantes del eclipse de todo respeto por la vida humana.»
Oremos: Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros, aceptar llenos de esperanza los sufrimientos de cada día y descubrir a través de tu vida, buen Jesús, el verdadero sentido del sufrimiento y del amor a todos los hombres.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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  Décima tercera Estación: . Jesús es bajado de la Cruz y entregado a su Madre.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran.  (Mateo 27, 57-58)
Nos dice el Papa: No son pocos los niños que acaban por tener como único lugar de vida la calle: escapados de casa, o abandonados por la familia, o simplemente privados para siempre de un ambiente familiar, viven precariamente, en estado de total abandono, considerados por muchos como desechos de los que hay que desprenderse.
Oremos:
María está de pie junto a la cruz donde muere su Hijo. En ese momento solemne, Cristo nos la entrega como Madre. María, Madre nuestra, enséñanos a imitarte en la aceptación por amor del dolor, para que Cristo sea conocido y amado.
Virgen María, nuestra Señora de la Soledad, acompáñanos para seguir junto a tí, los dolores de Cristo. Danos tu esperanza, tu ternura y tu amor. Jesús, danos esperanza de saber que siempre triunfa el amor y la Vida.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…
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Décima cuarta Estación:   Jesús es puesto en el sepulcro.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Escuchemos la Palabra de Dios: «José de Arimatea tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana de lino limpia y lo puso en un sepulcro nuevo» (Mateo 27, 58-59).
Nos dice el Papa:
«Todos debemos hacernos pequeños como los niños, confiados totalmente al amor de Dios-Padre, y llenos con humildad evangélica».
Oremos:
El Señor no se queda muerto en el sepulcro, Resucitó y nos ha abierto las puertas de la Vida eterna.
Padrenuestro y Avemaría
Cantemos: Perdón, Señor, de tu pueblo ten piedad…

El sermón de las Siete Palabras

Esta devoción consiste en reflexionar en las últimas siete frases que pronunció Jesús en la cruz, antes de su muerte.

Primera Palabra

«Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen». (San Lucas 23, 24)

Jesús nos dejó una gran enseñanza con estas palabras, ya que a pesar de ser Dios, no se ocupó de probar su inocencia, ya que la verdad siempre prevalece. Nosotros debemos ocuparnos del juicio ante Dios y no del de los hombres. Jesús no pidió el perdón para Él porque no tenía pecado, lo pidió para quienes lo acusaron. Nosotros no somos nadie para juzgar. Dios nos ha perdonado grandes pecados, por lo que nosotros debemos perdonar a los demás. El perdonar ayuda a quitar el odio. El amor debe ganar al odio. La verdadera prueba del cristiano no consiste en cuánto ama a sus amigos, sino a sus enemigos. Perdonar a los enemigos es grandeza de alma, perdonar es prueba de amor.

Segunda Palabra

«Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso». (San Lucas 23,43)

Estas palabras nos enseñan la actitud que debemos tomar ante el dolor y el sufrimiento. La manera como reaccionemos ante el dolor depende de nuestra filosofía de vida. Dice un poeta que dos prisioneros miraron a través de los barrotes de su celda y uno vio lodo y otro vio estrellas. Estas son las actitudes que se encuentran manifestadas en los dos ladrones crucificados al lado de Jesús: uno no le dio sentido a su dolor y el otro sí lo hizo. Necesitamos espiritualizar el sufrimiento para ser mejores personas. Jesús en la cruz es una prueba de amor. El ladrón de la derecha, al ver a Jesús en la cruz comprende el valor del sufrimiento. El sufrimiento puede hacer un bien a otros y a nuestra alma. Nos acerca a Dios si le damos sentido.

Tercera Palabra

«Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre». (San Juan 19, 26-27)

La Virgen es proclamada Madre de todos los hombres.
El amor busca aligerar al que sufre y tomar sus dolores. Una madre cuando ama quiere tomar el dolor de las heridas de sus hijos. Jesús y María nos aman con un amor sin límites. María es Madre de cada uno de nosotros. En Juan estamos representados cada uno de nosotros. María es el refugio de los pecadores. Ella entiende que somos pecadores.

Cuarta Palabra

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (San Marcos 15, 34)

Es una oración, un salmo. Es el hijo que habla con el Padre.
Estas palabras nos hacen pensar en el pecado de los hombres. El pecado es la muerte del alma. La bondad es el constante rechazo al pecado. El pecado es el abandono de Dios por parte del hombre. El hombre rechazó a Dios y Jesús experimentó esto.

Quinta Palabra

«¡Tengo sed!» (San Juan 19, 28)

La sed es un signo de vida. Tiene sed de dar vida y por eso muere.
Él tenía sed por las almas de los hombres. El Pastor estaba sólo, sin sus ovejas. Durante toda su vida Jesús había buscado almas. Los dolores del cuerpo no eran nada en comparación del dolor del alma. Que el hombre despreciara su amor le dolía profundamente en su corazón. Todo hombre necesita ser feliz y no se puede ser feliz sin Dios. La sed de todo hombre es la sed del amor.

Sexta Palabra

«Todo está consumado». (San Juan 19, 30)

Todo tiene sentido: Jesús por amor nos da su vida. Jesús cumplió con la voluntad de su Padre. Su misión terminaría con su muerte. El plan estaba realizado. Nuestro plan no está aún terminado, porque todavía no hemos salvado nuestras almas. Todo lo que hagamos debe estar dirigido a este fin. El sufrimiento, los tropiezos de la vida nos recuerdan que la felicidad completa solo la podremos alcanzar en el cielo. Aprendemos a morir muriendo a nosotros mismos, a nuestro orgullo, nuestra envidia, nuestra pereza, miles de veces cada día.

Séptima Palabra

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». (San Lucas 23, 46)

Jesús muere con serenidad, con paz, su oración es de confianza en Dios. Se abandona en las manos de su Padre.
Estas palabras nos hacen pensar que debemos de cuidar nuestra alma, no sólo nuestro cuerpo. Jesús entregó su cuerpo, pero no su alma. Devolvió su espíritu a su Padre no con grito de rebelión sino con un grito triunfante. Nadie nos puede quitar nuestro espíritu. Es importante recordar cuál es nuestro destino en al vida para no equivocarnos de camino a seguir. Jesús nunca perdió de vista su meta a seguir. Sacrificó todo para alcanzarla. Lo más importante en la vida es la salvación de nuestras almas.

PERDONA A TU PUEBLO SEÑOR Ministerio Corazon de Maria

perdona a tu pueblo señor

Si no conocieras el don de Dios – Hermana Glenda

El señor es mi luz – Hermana Glenda

Alma misionera – Hermana Glenda

Hermana Glenda – levantate amada mia (Ct 2, 10-14)

Hermana Glenda – hazme volver (salmo 125)

hermana glenda-cancion a maria

Hermana Glenda : magnificat

La Saeta

La Saeta Joan Manuel Serrat canta a Machado

Jairo – La Saeta




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