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Armas de destrucción masiva

Las noticias de la crisis económica son tan preocupantes para el ciudadano común y el gobierno, que logran dejar en segundo plano, incluso para los medios de comunicación, otro de los grandes problemas que afronta la seguridad nacional de Estados Unidos y en general todo el mundo occidental. Me refiero a los continuados intentos de Al Qaeda por conseguir armas de destrucción masiva, que se ha convertido en uno de sus objetivos estratégicos.
El riesgo de que las usen es muy elevado y esto lo convierte en un peligro potencial de dimensiones globales. Numerosos asesores militares, de Inteligencia y think tanks, entre otros, venimos advirtiendo repetidamente de este riesgo, que no ha desaparecido ni mucho menos, aunque se haya reducido algo con respecto al período 2002-2003, cuando Al Qaeda tuvo una alta capacidad para cometer ataques terroristas de carácter nuclear. Grupos terroristas como Aum Shinrikyo, Al Qaeda y alguno de sus asociados, como Jihad Islámica de Egipto, Jemaah Islamiya o Lashkar Tayyib, manifiestan o han manifiesto en algún momento su intención o realizado esfuerzos por hacerse con armas nucleares, biológicas y químicas. Ahora, tras el impacto de la Guerra contra el Terrorismo, que ha mermado sus capacidades para adquirir materiales peligrosos, tan sólo Al Qaeda tiene como objetivo estratégico a largo plazo hacerse con esta capacidad de ataque.

Ni que decir tiene que una sola arma nuclear, biológica o sustancia química, podría poner de rodillas al mundo occidental y cambiar las prioridades políticas de la noche a la mañana, como sucedió después del 11/S. La mejor forma de prevenir que la organización terrorista no pueda conseguir su objetivo, es mantener la presión sobre sus líderes y bases logísticas, desmantelar sus foros en Internet y sus infraestructuras físicas en todo el mundo, que sirven para adoctrinar, financiar actividades, comandos, armas y entrenamiento guerrillero y terrorista.
Para ello necesitamos seguir implementando una flexibilidad de actuación que nos permita perseguir y derrotar a Al Qaeda allí donde se oculte, ya sea en Paquistán, Estados Unidos o Europa. La crisis económica y la necesidad de medidas y reformas que nos permitan un crecimiento económico sostenible, no debe ponernos una venda en los ojos y olvidar el problema del terrorismo islamista. El riesgo en ese caso podría no ser sólo una sucesión de bombas convencionales, como el caso de los paquetes-bombas recién encontrados en dos aviones de la agencia de transporte UPS y Fed-Ex, interceptados en Reino Unido y Dubai, con destino Chicago, procedentes de Yemen, o aviones estrellados contra objetivos de alto valor sino un ataque con armas de destrucción masiva que nos sumiría en una crisis aún mayor y de consecuencias impredecibles.
A principios de este año, ya se advertía una vez más sobre este peligro potencial, en un informe elaborado por Rolf Mowatt-Larssen, que cuenta con amplia experiencia en Inteligencia y contraterrorismo, después de haber trabajado más de veinte años en la CIA y el Departamento de Energía, para el Centro Belfer de Estudios Internacionales de la Universidad de Harvard, titulado «Al Qaeda Weapons of Mass Destruction Threat: Hype or Reality?«. En el prólogo del mismo, Graham Allison, profesor de la Harvard Kennedy School, recuerda que el ex presidente George W. Bush consideraba que «el terrorismo nuclear» era la principal amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, al igual que el presidente Obama ahora, que está de acuerdo con su predecesor en este asunto y considera que la amenaza más seria para la seguridad nacional a la que nos enfrentamos es que las armas nucleares caigan en manos de terroristas.

Quienes permanecen en primera línea de la toma de decisiones militares y políticas en materia de seguridad nacional, como el propio secretario de Defensa, Robert Gates, también se han posicionado con claridad. Gates, por ejemplo, ha respondido a la pregunta, ¿Qué le mantiene despierto por la noche?: «Es la idea de que un terrorista obtenga armas de destrucción masiva, especialmente la nuclear«. Lisa y llanamente.
Evitar ese objetivo estratégico de los terroristas de Al Qaeda es una prioridad para los Servicios de Inteligencia estadounidenses, y los ciudadanos deberían ser conscientes del peligro y de la necesidad de seguir combatiendo esa amenaza real.
La responsabilidad de los dirigentes es informar de esa preocupante realidad y la de los ciudadanos la de no esconder la cabeza debajo del ala como si nada pasara.




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